En un día como hoy no murió Luis Federico Leloir. Ni tampoco nació. Ni obtuvo el premio Nobel. Ni descubrió, contradiciendo la teoría de Pasteur, que “para poder estudiar una célula se la podía disgregar del organismo que la albergaba”. Si no se cumple aniversario alguno, ¿por qué caraxus estoy escribiendo sobre Leloir? Porque sí, escribo. Porque me da la reverenda alegría hacerlo.