Por Roberto Follari, Especial para Jornada
Una campaña mesurada de Massa, acompañada por sus acciones en el Ministerio de Economía, con un discurso que apunta a cuestiones necesarias del futuro, como la obra pública y la negociación con el FMI. La ventaja fue de casi 7 puntos.
Debiera decirse que, por su parte, Milei y su grupo se encargaron de perder con declaraciones insólitas de miembros de su agrupación, como la de paternidad no responsable, entre otras, más la circulación en las redes de los insultos al Papa, el apoyo al libre acceso a las armas o la venta de órganos del cuerpo humano. Milei es víctima de las declaraciones que lo hicieron exitoso: afirmaciones provocativas, agresivas o esperpénticas. Sirvieron para ganar popularidad entre los jóvenes; pero ahora, la motosierra no ayuda para pretenderse presidente.
Bullrich cayó por su manifiesta incapacidad para sostener discursos coherentes: su prédica sobre un estado espiritual “muy interesante” ha quedado para la antología del disparate, así como sus intervenciones sobre economía y doble monetarismo. La gritería interminable contra “el kirchnerismo” -el cual apoya a Massa, quien poco tiene de kirchnerista- aburrió a propios y extraños, y mostró que detrás de ella se escondían la falta de proyecto y la mediocridad intelectual. JxC pasó de dueño casi absoluto de la elección hace seis o siete meses, a derrotado sin remedio el 22 de octubre.
Y se vino lo post-electoral. Sin hacer mucho ruido, Massa ha logrado el apoyo de 17 gobernadores, y otros tantos vicegobernadores: hay allí muchas provincias que no ganó el peronismo, por ej. nuestras cercanas San Luis y San Juan. Milei no tiene gobernadores que se definan a su favor: entre otras cosas, porque su prédica incendiaria lo llevó a ir contra la coparticipación a las provincias.
Luego vino el escándalo del pacto Macri/Milei, con Bullrich como protagonista de reparto. La situación personal para ella fue penosa: “perdonar” a quien la declaró asesina de niños es poco verosímil, sobre todo a menos de 3 días de la derrota electoral.
Pero sobre todo el relato infantil de un “apoyo desinteresado”, sin un acuerdo de mutuas conveniencias, agrega opacidad a la situación. Nadie puede creer seriamente que esto no es un pacto, el cual -en tanto hecho a espaldas de amigos y aliados- se ha urdido a escondidas y no es pasible de presentarse públicamente.
El efecto de esta acción -obviamente presidida por Macri- ha sido devastador. Retrospectivamente, en la UCR advierten que Macri jugó contras las chances electorales de JxC, y que hace rato trabajaba para el triunfo de Milei. Gerardo Morales, obviamente molesto, habló de situación vergonzosa, de que Macri siempre quiso este resultado, y hasta de “causas legales” del ex presidente como motivación.
“Macri y Bullrich se fueron de JxC”, señalaron desde la UCR. De Petri y su pasmosa aparición junto a Bullrich, ni siquiera se ocuparon: la saben irrelevante. Es obvio que el libreto lo escribió el empresario que fue luego presidente.
El ala más de derecha del PRO se alineó con Macri junto a Milei: pero un número indeterminado de diputados no quiso firmar el apoyo que pedía Ritondo. Larreta y Vidal no aprueban el acuerdo con Milei: Carrió bramó en rechazo del candidato despeinado, así como tomaron distancia Pichetto, Ocaña y demás sectores menores de JxC (alianza cuyo horizonte futuro es una incógnita).
No se sabe cuántos votos arrime esto al candidato que habla de libertad y lleva como vice a una amiga de Videla y de la dictadura. Ha perdido todo el halo: sus gritos contra “la casta” ya no tienen sentido, los políticos tradicionales son parte de sus alianzas. Se dice que Macri exigió varios ministerios, y no sería nada raro. Semeja una especie de abrazo del oso: intervención de LLA desde un partido político más fuerte, con experiencia, estructura y cuadros, todo lo que la agrupación de Milei no tiene. ¿Sería el macrismo, bajo la apariencia de apoyo a Milei, el que se estaría postulando a presidencia en segunda vuelta?
Varios dirigentes de LLA han abandonado el partido, decepcionados. También se bajó el inefable Luis Barrionuevo, que aportaba fiscales. Todos los partidos de JxC que no son el PRO, no comparten el apoyo a Milei. El grupo de los 10 gobernadores (5 de los cuales son PRO), tampoco. Y está en contra el sector moderado del PRO: lo que Macri se lleva parece ser parte importante de ese partido, pero seguramente una porción menor de la alianza JxC en su conjunto.
La comedia de enredos siguió con la vacilante aparición de Milei por TV el jueves por la noche, en un programa obviamente amigable para él. Así y todo el candidato se mostró inestable y vulnerable, lloró comentando su incomprensión de por qué le dicen “nazi” (se refería a Carrió), y se fastidió con trabajadores del canal que hablaban durante su entrevista, lo cual evidenció una incomprensible intolerancia. Todo ello fue luego muy comentado y repetido en las redes: es notorio que el rol autocontenido y pretendidamente amable no le sale fácil a Milei, quien se muestra incómodo y desadaptado en su nueva versión alejada de los gritos, las descalificaciones y la motosierra.
Sigue la incógnita hacia noviembre. Nadie tiene asegurada la victoria, si bien de un lado se muestra por ahora orden y unidad, y del otro se percibe un conflicto muy marcado, que habrá que ver si logra estabilidad en las tres semanas que restan.-
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