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Mil decretos en uno

El DNU presentado por el nuevo presidente hace unos días no es “un” solo decreto, sino un entero plan de refundación de la República que anula decenas de leyes de una sola vez: es un cúmulo enorme de diferentes DNUs, presentados como uno solo para impedir la reacción que cada uno implicaría, para aprovechar el primer momento de apoyo social, y para disimular la enorme embestida respecto de múltiples temas bajo la apariencia inocente de un específico decreto.

23/12/2023 23:32
Javier Milei
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Por Roberto Follari, Especial para Jornada

Recuerda vagamente algún cuento de Borges, donde el Aleph permitía representarse el Infinito, el Todo, el Universo en un solo objeto y una sola mirada. Aquí, con menos vuelo metafísico y mucho cálculo político, tenemos un enorme haz de cuestiones y temas disímiles encubiertos bajo el ala de páginas y páginas diversas que sin embargo, y por una curiosa paradoja institucional, vienen a ser presentados como un solo decreto.

  Que haya necesidad, no es evidente en muchos de los temas que aparecen: en liberar el negocio farmacológico, por ejemplo, o en permitir que los clubes de fútbol puedan pasar a ser negocios privados. Y que haya urgencia, menos que menos: no se sabe qué prisa habría en otorgar favores a la empresa de Musk -insólitamente nombrada como beneficiaria por el presidente-, o en vender territorios a extranjeros derogando la ley de tierras, quizás como un guiño a Lewis y sus propiedades en el Sur.

  No demostradas ni la necesidad ni la urgencia -al menos para muchos de los diversificados asuntos mezclados en el hiper/DNU-, tampoco podría demostrarse que no puede apelarse al Congreso, única situación que justifica el dictado de un DNU por el Ejecutivo. El Congreso no ha estado activo por no haber sido convocado, y ahora se lo ha llamado a sesiones extraordinarias pocos días después de publicar el DNU, lo que ratifica que el Legislativo está en condiciones de actuar, de modo que la apelación al decreto difícilmente pueda justificarse.

  La reacción social fue rápida. La misma noche en que se leyó no el DNU sino algunas de sus temáticas -pues es demasiado largo- del día en que se había estrenado un policial protocolo contra la movilización social (no muy sutilmente presentado como “antipiquetes”), los cacerolazos ganaron diferentes barrios de la CABA, además de Tandil, Mar del Plata, Río Grande (Tierra del Fuego) y algunas otras ciudades del país.

  Las cacerolas crecieron para el día siguiente e incluso continuaron el día viernes, aunque esa noche ya no se dieron frente al Congreso Nacional. Milei trató de minimizarlos, pero la protesta se hizo sentir. El peronismo reaccionó, la CGT y los movimientos sociales llamaron a movilización para el día 27, el radicalismo oficial se opuso a la forma del DNU (aunque algunos, como De Loredo, se pusieran a sus pies), hasta Pichetto y Rodríguez Larreta advirtieron de la inconstitucionalidad del DNU, certificada por muy diversos constitucionalistas.

  Por supuesto que empresarios, sojeros, personajes de las multinacionales y lo financiero han apoyado sin reservas al decreto. Según algunos, los negocios están asegurados con nombre y apellido en el recetario variopinto del mega/DNU, de modo que muchos tienen intereses por ganar.

  Se está pretendiendo refundar el país sin pasar por el Congreso. Por ahora puede aprovecharse la confusión de ciertos sectores sociales que apoyaron a Milei y descreen de perjudicarse con él, aunque no entienden bien qué sucede. La inflación subió, advierten, pero se dice que es por el gobierno anterior. El hiperdecreto es largo y no se lo lee ni se lo entiende: ya en sus consecuencias se verá, pero para entonces podría ya estar en total vigencia y consolidación.

  En el plano de la movilización, Llaryora se ganó la palma como el más represivo, con heridos y detenidos en Córdoba. Por su parte, el gobierno nacional debió abandonar su idea de movilizar en el Obelisco, ante la evidente falta de convocatoria: no hay entusiasmo con el gobierno, por más que muchos mantengan expectativas.

  Dos semanas es poco para que un gobierno haya pretendido hacer tanto, y haya logrado tanta oposición abierta, proporcional esta al tamaño del megadecreto: los perjudicados lo son de los más diversos ámbitos, y uno principal es el del trabajo y el empleo, así como otro es el de los jubilados, y uno más el de los inquilinos.

  Sturzenegger, con cara de distraído sobre su pasado como ajustador serial, recorre los canales de tv con aire de abuelo bonachón, y hasta se permite burlarse de las protestas. Puro resentimiento: a él lo echó la movilización social cuando el megacanje del 2001, de lo cual debe tener buena memoria. Se verá si fue esa la última vez.

  El futuro del borgeano mega/DNU, verdaderamente propio de una ficción por su exceso de alcance y asuntos, se verá en lo legislativo -tendrá que tratarse en Diputados y Senadores y se aprueba conque una sola Cámara lo haga-, en lo judicial -hay y habrá numerosísimos pedidos de declaración de inconstitucionalidad-, y principalmente en la calle. Por ahora, la movilización no incluye a los que votaron a Milei, cuyo núcleo duro festeja el megadecreto, mientras un importante sector no entiende muy bien qué ocurre, y por ahora no sabe a qué atenerse. Habrá que ver qué sucede con ese sector, que corre el peligro de que cuando se dé cuenta de las condiciones perdidas, ya sea demasiado tarde para sostenerlas o recuperarlas. Intertanto, la protesta intersectorial organizada ya está en desarrollo, y desafía las pretensiones refundacionalistas del gobierno.

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Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista Diario Jornada.

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