Por Sergio Levinsky, desde París
En una gala que tradicionalmente organiza la revista “France Football”, que por primera vez tuvo como asociada a la UEFA, y que sirvió para que el volante reivindicara la posición del “cinco”, tan pocas veces galardonado en la historia.
No fue una gala más, y eso que ya hemos concurrido a varias, siempre, en los últimos tiempos, en el lujoso teatro “Le Chatelet” en el centro parisino. Por un lado, por fin, quedaban excluidos los dos jugadores que acapararon más títulos en la historia y que monopolizaron estos años, Lionel Messi (ocho veces) y Cristiano Ronaldo (cinco), quienes llevaron su talento a otras ligas menos competitivas en edad veterana.
La gran duda, entonces, era quién sería el premiado, teniendo en cuenta que, con la llegada de la UEFA al otorgamiento del galardón, todo se hizo con excesivo celo, al punto de que esta vez votaron cien periodistas, cada uno representando a un país de los ubicados en el primer centenar del ranking FIFA, lo cual significa que 111 países no estuvieron representados con el sufragio porque son 211 las federaciones asociadas a la máxima entidad del fútbol mundial con sede en Zurich.
Pero sumada a esa decantación. La UEFA y la revista “France Football” se pusieron de acuerdo en no filtrar bajo ningún punto de vista al ganador hasta casi comenzar la gala, que se llevó a cabo el pasado lunes 28 de octubre, aunque los votantes ya habían dado su veredicto antes del final de septiembre, y habían tenido aproximadamente tres semanas para hacerlo.
Este diario se enteró, a partir de fuentes seguras, de que nunca como este año hubo tanta presión de los organizadores hacia los cien votantes. A los veinte días de emitir el sufragio (esta vez, desde un formulario en una web cuando en el pasado fue por correo electrónico y otras vías), se les pidió, uno por uno desde la redacción de la revista francesa, la confirmación del voto, y en las últimas horas antes de la gala, cuando se conocía que Rodri iba a ser el ganador (y no el brasileño Vinicius Junior, delantero del Real Madrid, como se venía insistiendo en los medios españoles), se les pidió por favor que guardaran la privacidad de su decisión hasta que se publicara el detalle en la edición del 9 de noviembre próximo.-
Nunca antes ocurrió nada igual y de hecho, muchos medios, después de la gala, se dedicaron a buscar uno por uno a los supuestos votantes (que ni la revista quiso dar a conocer), para corroborar si el resultado se condecía con lo que se anunció durante la gala de París.
Lo cierto es que nosotros mismos viajamos a la gala, siendo el único medio argentino acreditado en París, creyendo que Vinicius Junior ganaría el premio sin problemas, luego de haber leído los diarios españoles, tanto generalistas como deportivos y también pudimos leer la columna del gran periodista del diario “As” de Madrid, Alfredo Relaño, quien reconoció -uno de los muy pocos- que él sí había votado y dio a conocer las pautas para esa votación, todo un tema para debatir largamente.
Las pautas para el voto fueron el rendimiento individual, la influencia del rendimiento del jugador en el equipo, los títulos obtenidos, el fair play (que no sólo estaba relacionado al comportamiento en la cancha sino fuer de ella) y el gusto personal -obviamente-.
Así fue que a poco de llegar y ya en el teatro “Le Chatelet”, unas cuatro horas antes de la ceremonia, supimos que era Rodri el que había ganado, y con mucha justicia, aunque esto contrariaba la versión de la prensa española, ofuscada con que no haya sido ningún jugador del Real Madrid el que hubiera sido galardonado, y haciendo causa común con el presidente del club blanco, Florentino Pérez, quien insólitamente ordenó que nadie de la entidad viajara a recibir ningún premio, bloqueando así las posibilidades de Carlo Ancelotti de recibir en sus manos el premio al mejor entrenador, o las del propio Pérez, como presidente del club votado como mejor del año en fútbol masculino.
Este despropósito coloca nuevamente al Real Madrid en un lugar antipático hacia el mundo, volviendo atrás en todo el terreno que había recuperado después de la salida del polémico entrenador portugués José Mourinho, que llegó a desquiciar al club, colocándolo en el rol del malo de la película con las inexplicables actitudes del director técnico, como ponerle el dedo en el ojo a Tito Vilanova en un Clásico entre los blancos y el Barcelona. “José, tu dedo nos marca el camino”, sostuvo una bandera en el Santiago Bernabeu en los partidos posteriores. Eran los tiempos de oro del Barcelona, con Messi, Xavi Hernández, Andrés Iniesta, Gerard Piqué y tantas otras estrellas.
Pérez no pareció entender que se trató de una simple votación en la que, además, tres de sus jugadores ocuparon el segundo (Vinicius), tercero (Dani Carvajal) y cuarto (Bellingham) lugar, por lo que tranquilamente, pudieron superponerse en votos y ayudar a la victoria de Rodri.
Pero el presidente del Real Madrid ve demasiados fantasmas y uno de ellos es la aparición de la UEFA, vieja enemiga desde que los blancos intentan armar una Superliga europea por fuera de la Champions League, asunto que se encuentra en la Justicia. Jorge Valdano, exdirector deportivo de los primeros tiempos de Pérez como presidente blanco, hizo una excelente comparación con aquellos que en el podio se quitan la medalla de plata por no darle el valor que merece.
Algunos integrantes de la prensa española en París trataban de sostener el enojo de Pérez, que llegó a decir que “nunca más” el Real Madrid asistirá a la gala del Balón de Oro, al citar que en el caso de que no fuera premiado Vinicius, de todos modos, correspondía que lo fuera Carvajal, tomando en cuenta que ganó la Champions y fue considerado figura de la final de Wembley ante el Borussia Dortmund y que también fue integrante de la selección española campeona de la Eurocopa.
Todo eso no deja de ser cierto, y uno de los grandes problemas es el criterio utilizado y que explicamos más arriba: si se pone en juego el rendimiento colectivo en una elección de un premio que es individual, se presta a este tipo de confusiones. Carvajal es, sin dudas, uno de los mejores laterales del mundo, pero creemos que de ninguna manera es superior en juego a Rodri.
Claro que, si se tomará en cuenta el logro colectivo, el premio quedará limitado a una pequeña élite porque, por ejemplo, jamás el polaco Robert Lewandowski podría ganarlo si es por los logros de su selección, o el noruego Erling Haaland con la suya. Por eso, creemos que el premio es para quien mejor jugó, y no todo lo demás.
Y quien mejor jugó no es otro que Rodri, un “cinco” que es una mezcla de Sergio Busquets (por ubicación y recuperación de pelota) y de Redondo (por el despliegue, aunque con algo menos de talento que el argentino), pero con mucho más gol. De hecho, Rodri casi se mantuvo invicto tanto con el Manchester City como con la selección española mientras estuvo en el campo de juego, y ese no es un dato menor.
Joan Laporta, el muy inteligente presidente del Barcelona, supo aprovechar el regalo en bandeja de plata que le hizo su colega Pérez y la fiesta pareció de los catalanes, que se llevaron los premios femeninos (Aitana Bonmatí, nuevamente Balón de Oro y los azulgrana, mejor club en fútbol femenino, además del fenómeno Lamine Yamal como premio Kopa al mejor juvenil del mundo).
Dos elementos más de la gala son el premio “Yashin” como mejor arquero del mundo que por segundo año consecutivo ganó Emiliano “Dibu” Martínez, seguramente ayudado por la Copa América pero también, por sus soberbias actuaciones en este Aston Villa de Champions con Unai Emery en el banco. Y en especial, que se trató de la noche del fútbol español, en especial porque en fútbol masculino, no ganaba un Balón de Oro desde 1960 con Luis Suárez, aquel cerebro del Barcelona y del Inter. Fueron 64 años sin repetirlo, ni siquiera con Iniesta, Xavi o Casillas, superados por el enorme dominio de esos años de Messi y Cristiano Ronaldo.
Rodri, que no usa redes sociales, que siguió estudiando en la universidad y que es uno de los futbolistas que encabeza la lucha por bajar la cantidad de partidos en el calendario mundial para evitar lesiones y estrés (él mismo se lesionó muy feo en esta temporada), es español, aunque no se note demasiado, algo que, en el ámbito del balompié de su país, muchos deberán replantearse.
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