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La Selección se debate entre lo que fue y lo que sería

Acaso a Rodrigo De Paul, ocasional reemplazante de un enojadísimo Lionel Messi -¿con el árbitro brasileño Anderson Daronco o por su producción?- ante la prensa, lo traicionó el subconsciente: “Aunque la vez pasada hicimos una gran eliminatoria, estamos bien pese a haber perdido tres partidos como visitantes”.

16/11/2024 22:03
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Por Sergio Levinsky, desde Madrid

 

En realidad, la selección argentina perdió sólo dos partidos fuera de su casa (ante Colombia y Paraguay, la tercera fue en la Bombonera ante Uruguay), pero el empate ante Venezuela en Maturín es tomado, evidentemente, como si fuera una caída, por lo que, en las últimas tres salidas, el equipo nacional no pudo ganar y eso enciende una pequeña luz roja sobre algunos aspectos sobre su producción, que trataremos de analizar aquí.

No es casual que De Paul (un jugador muy inteligente, además de poseer  una gran técnica y mucho sentido del equilibrio táctico) compare esta clasificación mundialista con la casi perfecta anterior, rumbo a Qatar 2022. No siempre se puede conseguir lo mismo y aún así, la selección argentina lidera el grupo a siete fechas del final y el pase al Mundial 2026 no corre ningún riesgo, a diez puntos de distancia del séptimo de la tabla, que es el que iría a un eventual repechaje

Sin urgencias, entonces, y sin mochilas pasadas que condicionen el rendimiento, los problemas que aparecen en la selección argentina son varios pero corregibles en la mayoría de los casos y el gran tema es que el tiempo para poder llevarlo a cabo empieza a limitarse.

Lo primero es la renovación prometida por Scaloni. Este periodista fue el primero en entrevistarlo tras el Mundial 2022 y ante la pregunta sobre si no caería en los mismos errores de César Menotti en España 1982 o Carlos Bilardo en Italia 1990, el casamiento con los campeones, la respuesta fue que de ninguna manera y que si algo había aprendido de aquellas etapas es, justamente, hacer jugar a quienes lo merecen, “tengan 17 años o 35”.

Pero, en líneas generales, no parece que fuera así y se entiende. No es fácil prescindir de los que te dieron la gloria, los que ganaron tantos títulos y te ayudaron, también, a que seas más considerado en el concierto mundial y todos somos humanos y la carne es débil. Pero la mano no puede temblar y hay que tomar, a veces, medidas dolorosas. Y una de ellas es apelar a los jóvenes -inexorable ley de vida- en varios puestos en los que el equipo no funciona, y más, cuando hay material para eso.

Lo cierto es que, hoy, de aquella defensa campeona del mundo es poco lo que queda de garantía absoluta. Acaso Cristian “Cuti” Romero (de gran momento), Lisandro Martínez, quien se quedó con el puesto en la Copa América pasada, y Germán Pezzella mostró prestancia cuando le tocó jugar. Pero ninguno de los laterales anda bien, y Nicolás Otamendi parece haber cumplido un ciclo, por veteranía, pero más que todo, porque lo vieron superando con nitidez en el juego aéreo, lo que se comprobó en las últimas tres competiciones y con varios goles que le costaron a la Selección.

En la mitad de la cancha hay dos problemas. Uno, de creatividad, porque la pelota ya no sale con la misma claridad que en 2022 (algo que ya asomó en la Copa América pasada, disimulado por el éxito final), y otro, el mal momento de Enzo Fernández y de Alexis Mac Allister, muy bajos en sus producciones actuales, pero que tampoco parecen tener recambio tomando en cuenta los cambios de Scaloni, y especialmente porque no suele echar mano de Thiago Almada, hasta ahora el claro sucesor en el juego ofensivo y además, por ser el eje del Botafogo, finalista de la Copa Libertadores.


Scaloni está manteniendo, además, el esquema 4-4-1-1, con Messi por detrás del punta, o a lo sumo, como ante Paraguay, un 4-3-1-2, con Lautaro Martínez y Julián Álvarez por delante de Messi, algo que no parece terminar de funcionar porque uno de los dos atacantes acaba aislado si los volantes no acompañan y si Messi desaparece, subsumido por la marca enredada del rival. Está claro que lo que falta es salida por las bandas, especialmente por la izquierda, que era, claro, el lugar en el que se desempeñaba Ángel Di María, que ya se retiró, y que como Plan B tiene a Nicolás González, lesionado. Sin embargo, Alejandro Garnacho, titular en el Manchester United, ingresa muy tarde, si es que ingresa.

 

 

Finalmente, más allá de las críticas puntuales, puede decirse en lo general que el equipo argentino no está hoy en su mejor momento, tampoco el peor, claro, pero no está claro que su plantel tome consciencia del contexto histórico y de una oportunidad increíble de hacer historia y repetir el título mundial, algo que sólo han logrado la Italia de los tiempos de Benito Mussolini (1934 y 1938) y el brillante Brasil de Pelé y compañía (1958 y 1962).

No son muchos los rivales serios, a la hora de la verdad, que puede tener Argentina en un Mundial que, además, se juega en tierras americanas: el más peligroso es, claramente, la España de Luis de la Fuente -de hecho, profesor de Scaloni en el curso de DT hecho en España y de gran relación personal-, que sabe a lo que juega y acapara títulos como los albicelestes del otro lado del Océano Atlántico (Eurocopa, Liga de las Naciones, Juegos Olímpicos) y próximo rival de la Finalissima, acaso Inglaterra, por historia y jerarquía de su plantel, finalista de la Eurocopa y apenas eliminado por Francia tras un penal fallado por Harry Kane que pudo haberla conducido a los penales en los cuartos de final, y desde Sudamérica, Colombia aparece como el de mejor funcionamiento y Brasil o Uruguay por su potencial. Pero poco más.

Y para poder llegar al más alto nivel y volver a un éxito tan impresionante como el de Qatar 2022, habrá que sincerarse y entender que en la vida, todo ciclo tiene un principio y un final y que sin renovación, confiando siempre en los mismos, las posibilidades disminuirán, como ya ocurrió, y lo citamos más arriba, en las dos experiencias anteriores como campeones del mundo (de hecho, Argentina perdió los dos partidos inaugurales al estrenar título).

Sin la necesaria autocrítica se seguirá ganando y goleando a los equipos débiles, pero el gran tema será con los fuertes. Desde ya que habrá quien pueda responder que para Qatar 2022 no se jugó ningún amistoso de valor competitivo y se ganó igual, y es verdad, pero Messi tenía 35 años, Di María jugaba y Otamendi terminó redondeando un torneo contra natura. ¿Cuántas posibilidades hay de que eso se repita? ¿Cómo llegará Messi-si es que llega- al Mundial 2026?

Scaloni tiene las decisiones en sus manos. Pero debe saber que, sin una renovación de una parte del plantel, pero de verdad y no sólo por nombres en una larga lista que permite jugar con eso, difícilmente haya paraíso y eso podría significar el desperdicio de una oportunidad única de sumar una nueva estrella en la camiseta, algo que no está tan lejos con la dosis justa de sentido común.

 

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Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista Diario Jornada.

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