La fecha en la que se celebra ese día tiene que ver con la muerte del dramaturgo Florencio Sánchez. Este autor creó una obra sobre un niño que vende revistas y diarios, y llamó a la obra “Canillita”.
El nombre canillita hace referencia en latín a la caña. Sin embargo, en el lunfardo, canillita es el hueso largo de la pierna. A partir de esta situación, el autor de la obra observó a un niño con piernas flacas y decidió ponerle este nombre.
La palabra canillita se popularizó y le dio nombre al oficio de vender diarios y revistas.
La historia tiene su origen en Rosario. Un primero de enero de 1898, comenzó la distribución del conocido diario "La República", creado por el senador, escritor y abogado, Lisandro de la Torre.
“La República” revolucionó la forma de vender un periódico y reemplazó las suscripciones por la venta ambulante. Los transeúntes se sorprendieron cuando, en una mañana de enero de aquel año, en las calles céntricas de la ciudad, se escucharon las voces de algunos chicos pregonando: “La República, a un peso”. La nueva modalidad de distribución y venta fue muy exitosa, se difundió de inmediato y trascendió las fronteras, llegando incluso a Francia. La palabra “Canillita” definió un oficio y se convirtió en un vocablo habitual de Argentina, Uruguay, Chile y Perú.
Lo que resultó en toda una novedad, porque hasta el momento los diarios solo se vendían por correo, por subscripción, o en el lugar de la impresión.
Florencio Sánchez, un periodista y dramaturgo nacido en Uruguay, que tenía 23 años y una militancia anarquista cuando se convirtió en jefe de Redacción de La República.
Allí creó un texto para teatro titulado Canillita que tenía como protagonista a uno de aquellos chicos vendedores de diarios. La obra surgió después que el hombre viera a un muchacho con unos pantalones que le quedaban cortos, y dejaban ver las delgadas y largas "canillas".
"Canillita" se estrenó el 1° de octubre de 1902, y la representación estuvo a cargo de la Compañía de Zarzuelas y la buena repercusión hizo que estuviera en el escenario durante doce noches seguidas.
En la primera escena aparecía un chico que cantaba este estribillo: “Soy canillita / gran personaje / con poca guita / y muy mal traje”.
Saludamos desde Jornada en su día a los canillitas que ejercen un oficio con un enorme valor social desde su origen, porque la calle nunca fue un lugar seguro para los niños y adolescentes que se ganaban la vida como pueden. Evaristo Carriego, compuso el poema “La muerte del pibe”, en homenaje a un canillita que falleció trágicamente al caer del tranvía: “llevaban las manijas del cajoncito, cuatro pibes diarieros del conventillo”, escribía el gran escritor porteño.
Vale, también, recordar el tango “para vos Canilla” que inmortalizó Rubén Juárez, que dice en una parte de su letra:
Manos laburantas moldearon tu arcilla,
mezcla milagrera de obrero y gorrión,
quien nace diariero morirá canilla,
cumpliendo en su vida la ley del pregón…
Hasta que la tecnología reemplace definitivamente el papel impreso para difundir las noticias ellos seguirán siendo amigos, confidentes y hasta, muchas veces, críticos agudos del material que venden.