Estaba yo por unos días en Mendoza; sucedía el mes de julio del 2018. Cerca del mediodía, compartía una mesa de un cafecito de la peatonal. Éramos cinco allí. De pronto saltó el tema de la Pachamama. El caso es que uno los cinco pronunció “Pachamama”, dijo aggg… y se aprietó las fosas nasales.