¿A qué podemos aspirar en nuestras elecciones? En primer lugar, al respeto por una democracia que a muchos nos costó conseguir (no a todos: hubo -y hay- quienes prefieren la dictadura). Una democracia no está “madura” porque atesore ya 40 años continuos de vigencia: también podría volverse un hábito o una costumbre ritual.