Por Roberto Follari, Especial para Jornada
En esta tarde de sábado, Massa bajó los decibeles de una tensión que sus amigos del Frente Renovador instalaron, y que podía hacer volar el plan económico en mil pedazos. Con llamativa brutalidad, Cecilia Moreau había amenazado con salirse del Frente y del gobierno si no hay el mentado candidato único, que por supuesto se adivina que debiera ser Massa. En su discurso, el ministro pareció retornar a la razonabilidad: habló de que él trabaja para la unidad, aclaró que no practica chantaje -pero tuvo que aclararlo-, señaló que la intención es estar hasta el final del gobierno, e incluso que si bien se prefiere el misterioso candidato del consenso -llamémoslo con ese eufemismo- está dispuesto a ir a unas PASO. Sin dudas, una puesta en lugar de su sitial dentro de la coalición de gobierno, donde es central hoy por su rol en Economía, pero es todavía minoritario en su representatividad, tanto social como electoral.
Los gobernadores, con obvia consigna de Alicia Kirchner y de Kicilof, también hablaron en favor de un candidato único, y -por ello- en contra de las PASO. Cuesta entender cuál es la fobia hacia las PASO en la coalición política que las inventó: se huye de ellas como si fueran una maldición. Pero la unidad surge naturalmente, o no surge: no se consigue candidatos consensuados por obra de un fórceps. En todo caso, para algunos la legítima aspiración que tuviera Scioli, lo convierte en una especie de obstáculo para una idílica unidad del resto de los sectores: la cual es mucho más fácil de declamar antes de que se designe el candidato, que luego de designado. ¿Todos los que hoy piden candidato único, van a estar de acuerdo con el nombre del candidato único? No resulta evidente. Por su parte, Wado hace su propio juego: él pertenece a un kirchnerismo que no quiere las PASO pero a él le convienen, pues está todavía poco instalado, y las internas ayudarían a darle visibilidad
En JxC, el conflicto es monumental. A nadie le conviene romper, pero nadie sabe cómo seguir juntos. Carrió acusó a Macri de buscar represión con muertos, enorme acusación basada en expresas declaraciones que hizo Macri en el programa de Majul. Bullrich no fue a la “bienvenida” que se hizo a Espert: la irrazonabilidad de la dirigente de derechas es tan obvia al impedir que el espacio de JxC se agrande, que ha logrado que hasta Pichetto se ponga del lado de Rguez. Larreta. Mientras, Espert declara que entró sin condicionamientos, sugiriendo así que podría ir de candidato a presidente, para así sacarle votos a la Bullrich.
La guerra es total, y sin apelación a salvar las apariencias, por lo menos del lado de Macri y Bullrich. Para el ex presidente la situación de Schiaretti es una brasa caliente. El gobernador “cordobesista” ha quedado totalmente desairado: se ofreció para ir a JxC…y no lo dejaron entrar!! Ciertamente, una condición humillante para alguien que creyó que sería bien recibido, como fiel seguidor que siempre ha sido de Macri, su ex empleador. Pero el fundador del PRO no temió a la flagrante contradicción de no integrar ahora a Schiaretti, con el cual la relación ha sido pública y notoria desde hace muchos años, para bronca y pesar de JxC en provincia de Córdoba. Rodríguez Larreta lo convoca a explicar por qué no quiere al gobernador cordobés, pues sabe que las razones son inconfesables: es porque perjudicaría a Bullrich en la interna. Tan mezquina es la razón de esa exclusión.
Morales y la Coalición Cívica están con el alcalde porteño, y el primero no ha descartado con claridad la posibilidad de una ruptura en JxC. Es obvio que la afinidad ideológica de Macri y Bullrich es hoy más grande con Milei y la extrema derecha, que con una derecha que apele a alguna mediación política, y que no se base sólo en promesas de ajuste y represión.
De tal modo, nominalmente JxC quizás no se rompa, pero materialmente está partido: difícilmente se vuelva de las ofensas y ataques que se ha vertido, que no se basan sólo en veleidades personales -como la tv suele opinar- sino en diferencias ideológicas considerables, pues allí son todos de derecha, pero en la derecha política también hay énfasis y hay matices.-
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