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No a una nueva guerra mundial

Hay hechos en Argentina que resultan urgentes: el juicio político a miembros de una Corte Suprema sólo masculina, mínima en número, a la cual se le encuentran todos los días nuevas causales; o la brutal paliza perpetrada por empleados disfrazados de gauchos en las cercanías de Lago Escondido a siete u ocho civiles desarmados, sin que estalle ninguna indignación social.

Redacción
04/02/2023 21:59
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Por Roberto Follari, Especial para Jornada

O las siempre pintorescas internas que hay tanto en el oficialismo como en JxC, que llevaron esta semana a que Florencia Arietto expusiera las responsabilidades del ministerio de Patricia Bullrich en las muertes de Rafael Nahuel y Santiago Maldonado.

  Y varios otros asuntos. Pero deberemos centrarnos en los sucesos de la guerra en Ucrania, que cada vez menos es “sólo en Ucrania”, y cada vez más involucra a toda Europa, pudiendo afectar a Asia y Latinoamérica. Y que ya no es guerra de Rusia contra Ucrania, sino se perfila como guerra desde EE.UU. y la OTAN contra el eje de Rusia y China.

  El insólito globo aerostático de los chinos -si es herramienta de espionaje, corresponde a tecnologías de hace 70 años atrás-, le viene como anillo al dedo a un beligerante “Occidente”, que -claramente comandado por unos Estados Unidos que quieren recuperar la hegemonía mundial- parece haberse decidido a lanzar sobre China la tercera guerra mundial. Los efectos de ello en estos tiempos de potencias nucleares, pueden incluir desde ataques atómicos localizados donde mueran horriblemente millones de personas, a la lisa y llana liquidación definitiva de la humanidad.

  Por eso hay que reaccionar ya. Hay que reaccionar ahora. La población todavía no lo advierte, pero los signos son evidentes. Por una parte, la total escalada del enfrentamiento a Rusia: ya la OTAN no disimula que se ha metido en la guerra. Ello, mientras la Comunidad Europea lanza su paquete enésimo de sanciones, Estonia llama a impedir que atletas rusos pueda ir a competencias internacionales, Noruega pide tanques Leopard para ella también enviarlos a Ucrania, por lo que parece evidente que se ha perdido todo pudor y que la decisión es entrar en una contienda generalizada, con el tamiz de “lucha del mundo libre contra el despotismo”. Cierto que no se ve en qué sentido es tan libre un país gobernado por la extrema derecha (Polonia, Hungría), o lo es un Estados Unidos que prohijó el asalto al Capitolio y los asesinatos habituales de ciudadanos por policías, o un Canadá donde se descubren restos óseos de cientos de indígenas eliminados en establecimientos escolares. No importa: es “el mundo libre” -así llamado- el que pretende borrar a Rusia del planeta, como paso intermedio para ir por China. Como se sabe, Estados Unidos no puede superar a los chinos en lo económico, pero los supera rotundamente en lo militar. Y parece que los halcones creen llegada la hora de avanzar sobre el gigante asiático.

  Esto se notó por varios síntomas: 1.Reuniones varias con Zelenski de parte de los europeos, que ya perdieron toda conciencia de jugar una guerra que no es propia; 2.Silencio total de la prensa occidental sobre los hechos de corrupción en la conducción del gobierno y el Ejército de Ucrania: se logró acallar la caída de una decena de gobernadores y altos jefes militares; 3.Declaración de la OTAN sobre la necesidad de avanzar sobre “el peligro” que significa China; 4.Firma de tratado de EE.UU. con Filipinas para achicar el cerco en el Asia; 5.Declaración desde la OTAN instando a Europa a asumir “economías de guerra”, a partir de lo cual todos los estados europeos deberían dedicar un porcentaje de su actividad…a producir material bélico!! Esta última declaración ha pasado convenientemente desapercibida para la prensa occidental.

  A su vez, esta semana se quiso extender la guerra a Latinoamérica. Argentina, Brasil, Colombia y México, ya han dicho que no: no mandaremos armas ni municiones, ni pertrechos a la guerra en Ucrania (ni guerra en los aledaños que empiezan a aparecer). Mientras la jefa del Comando Sur muestra codicia del Norte por el litio, el oro o el agua de nuestro subcontinente, es ejemplar que nuestros gobernantes nos protejan. La guerra no es nuestra: no nos atañe. La pelea por la hegemonía mundial la tenemos en cuenta, pero no nos interesa intervenir.

  Si la locura bélica lleva a una ciega confrontación en Eurasia como todo parece indicar, se requiere una reacción más viva y fuerte de la civilidad, la política y los medios a nivel planetario. Mientras, salvemos a Latinoamérica: cualquier país que por congraciarse con el Norte quiera unilateralmente involucrarse, debiera recibir todas las sanciones que se implican en comprometer gravemente la seguridad continental, metiéndose en conflictos que nos son ajenos.-

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Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista Diario Jornada.

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