Por Roberto Follari, Especial para Jornada
Trump no será el mismo. Ahora no tiene límites. Ganó algunas gobernaciones nuevas, logró mayoría en el Senado y parece que también en la Cámara de Representantes. A la Corte la “arregló” en su anterior presidencia, y le es mayoritariamente adicta (con negros y mujeres dentro). Se viene una forma furibunda de gobierno, en la que el de nuevo presidente promete instalar “una dictadura” por los primeros días. Así lo declaró, sin dudas de modo poco responsable. Sabe que ahora tiene “todo el power”, como decía alguna banda mexicana. Veremos qué hace con él: esperamos ataques económicos a China, además de avances diplomáticos en su contra, junto a modos menores y dispersos de hostigamiento militar. Lucha frontal contra el aborto en los estados en los que este permanece; probablemente, también ataque a las políticas ambientales. Fuerte proteccionismo con arancelamiento a los productos extranjeros, especialmente los chinos. No sería raro que la Reserva Federal -no dependiente del gobierno- tenga que aumentar las tasas de interés, con lo que EE.UU. se volvería una bomba aspirante de dólares de todo el mundo, incluyendo muchos de la Argentina (con los desequilibrios consiguientes para el plan del gobierno argento). Programa de paz para Ucrania, mientras Rusia arrecia en su ofensiva militar para negociar en mejores condiciones. Apoyo a un Netanyahu que empieza a tener problemas con las causas legales por corrupción. Una Europa a la deriva, donde la asociación OTAN/Unión Europea se ve confrontada a su fracaso: van perdiendo la guerra, la iniciativa de paz les pasa por arriba sin que los consulten. Son una nada en la reorganización del mapa mundial de poder, sumidos en la torpeza de haber seguido a Washington sin lucidez ni autonomía. China, mientras, se muestra vía Xi Jimping en Lima, luego será en Brasil: con su paciente diplomacia a largo plazo plantea cooperación, paz y no ingerencia, principios que gustan a casi todos. Milei, en su enamoramiento con Trump, deberá alejarse del gigante asiático: su posición no es de aliado sino de súbdito del presidente estadounidense, tanto por las diferencias de poder entre países como por la actitud acrítica y poco elegante del argentino para adherir al nuevo jefe de la Casa Blanca.
Cierto que Trump registra al presidente argentino. Le dedicó algún párrafo, se sacó una foto con él. No es gran cosa, pero Milei y su séquito están en la gloria. Confunden exigencia de adhesión, con goce de un lugar estratégico para la potencia del Norte. Obvio que Trump va a preferir a un ultraderechista antes que a Boric, a Arce o a Lula. Faltaba más. Pero obvio también que Trump no va a cambiar un ápice sus prioridades y estrategias por lo que opine el gobierno argentino. ¿Puede él influir para que vengan algunos dólares al país? Claro que sí: y ello es prioritario para Caputo y sus finanzas. Pero el plan proteccionista no tendrá a la Argentina como excepción: y el sueño de un tratado de libre comercio que sostiene nuestro pintoresco primer mandatario, suena alejado de la realidad. El TLC con México y Canadá se hizo hace muchísimos años, no fue Trump quien lo impulsó. Ahora, sería un zarpazo unilateral de EE.UU por sobre los intereses argentinos: no esperemos condiciones como las que hubo en tiempos menos hegemonistas, al margen de que ya por entonces era EE.UU. el más beneficiado.
Quizás entre los textos que no se ha leído seguramente desde el gobierno, está la célebre Fenomenología del Espíritu de Hegel. Allí el gran filósofo muestra que el esclavo tiene una ventaja sobre el amo, pues no tiene nada que perder, y por ello se puede arriesgar: el amo ya no puede escalar más en esa relación. Pero para que el esclavo -el débil- pueda salir de su lugar de dominado, tiene que reconocerse en su diferencia y su antagonismo con el amo.
Nada de eso se percibe aquí, donde la idea parece ser agradar al amo del mundo -o más bien, de la mitad occidental de ese mundo- de todos los modos posibles. No se avanza así en lograr reconocimiento propio, en ser sujetos a quienes el que está más arriba se encuentre dispuesto a tenernos en cuenta. Si no nos respetamos, no nos respetarán. Salir como niños a sacarnos una foto es poco digno, propio de una diplomacia de escuela primaria.
Dentro de esa tónica se entiende el hecho insólito de que la locutora interrumpiera a Milei y lo sacara del micrófono y del sitial, en expectativas de que Trump se acercara allí. Los reiterados elogios al presidente de EE.UU., y la aburrida prédica contra el inexistente comunismo -que no interesa a nadie que tenga interés en cuestiones geopolíticas concretas- llevaron a que un Milei sorprendido fuera retirado del estrado donde daba su discurso. Es que él podría confundir el interés que producen sus extravagancias, con una relevancia estratégica mundial de la cual hoy un país como el nuestro está a años luz.
…y desde el lawfare vienen marchando
Algunos se preguntan si el lawfare existe. Pero vaya qué ocurrencia, es un invento, dicen estos. Es casual que hayan perseguido hasta la cárcel, y luego liberado a Lula; es casual que hayan perseguido a Evo Morales. Es episódico que hayan perseguido (y sigan haciéndolo) a Correa. Pura casualidad. Y a Cristina también. Claro, según las versiones del Manual Infantil de los Medios Hegemónicos, es que “son todos corruptos”. Coincidencia astral, armonía platónicamente establecida.
Lenin Moreno no tiene fuerte persecución judicial, a pesar de que se le ventilaron irregularidades: no se lo trata como a un prófugo. En Brasil los delitos de Bolsonaro son varios, pero preso no está. Macri espiaba hasta a Santilli metiéndole una agente como empleada doméstica: espiaba a sus hermanas -aparte a cada una-, espió a los familiares del ARA San Juan. Decimos esto sólo como muestra, hay mucho más. Pero no está preso. Insólitamente, los jueces Llorens -que visitaba a Macri en Olivos-, Bruglia y Bertuzzi (puestos por el mismo ex presidente) reconocieron el espionaje, pero dijeron que…¡¡era razonable hacerlo!! ¿Y eso cómo se llama? ¿Está torcida o no está torcida la vara para un solo lado? No es “la justicia” siquiera un remedo, un cuidado por la apariencia de neutralidad o imparcialidad. Abundan los imitadores del inefable -y ya fallecido- Claudio Bonadío, inventor de una especie de Código Penal propio. Pululan los viajeros al Sur como Ercolini, los fiscales encausados como Stornelli, y así siguiendo.
La pretensión de haber certificado un caso de corrupción de Cristina Kirchner con haberla condenado, es obvio que no convence sino a los que ya fueron convencidos por los medios de comunicación, partícipes necesarios del lawfare. El escándalo de que la causa la inició Iguacel -hoy beneficiario de jugosos contratos con YPF- no es detalle menor, como no lo es que la persona designada para buscar irregularidades dijo públicamente no haberlas encontrado.
No importa: atribuir corrupción a los demás es un viejo uso de la derecha: ¿o no habló Videla, para justificar sus asesinatos, de lucha “contra la subversión y la corrupción”? Por supuesto que hay que estar contra la corrupción: pero hay que sanear no sólo el sector público, sino el poder judicial, los medios de comunicación y el empresariado, donde no faltarían -si se busca- casos para denunciar.
Pero una cosa es ir contra la corrupción, y otra hacer campañas políticas y de persecución usando la corrupción como pretexto. Ese ha sido el caso de Cristina Fernández, en una causa que estaba cerrada y se volvió a abrir. Hornos, Borinski y Barroetaveña no son precisamente ejemplos de probada imparcialidad: y el hecho de que otros miembros del gobierno de Cristina Kirchner no hayan sido condenados, va claramente en dirección de concentrar el ataque en la ex presidenta, dada la incidencia política que ella sigue guardando.
La imposibilidad de ocupar cargos públicos depende de la Corte Suprema. No sería raro que esta sume a una serie importante de muestras de laxitud y acomodo a los tiempos políticos, la búsqueda de una confirmación de lo decidido por una Cámara de Casación tan obvia, que todo el mundo sabía qué iba a decidir mucho antes de que ella lo publicara.
El cielo con las manos
La victoria electoral de Trump, más la baja de la inflación y del riesgo país, han llevado al gobierno a un estado de euforia generalizada. En lo que hace al riesgo país, podrían lograrse préstamos -hay que bajar bastante todavía- que endeudaran más aún a la Argentina de lo que ya Caputo hizo con el FMI. En cuanto a la inflación, el índice no coincide con la realidad: no decimos que haya intención de que sea trucho (Lavagna parece serio en su rol), sino que la forma de medir, que se sabe que debe ser cambiada, no se cambia. Y por ello, la experiencia de la población a la que se le suben tarifas de manera sideral (50 ó 70%, por ej. en transportes sobre precios ya antes subidos), no se expresa en el menos de 3% registrado. Hay no sólo alumnos; hay docentes que no van más a las escuelas o a las universidades porque no pueden pagar los pasajes. Hay jóvenes que ya no pueden cubrir los alquileres, y vuelven a vivir con sus padres, o se van del país. Hay otros que caen a situación de calle: caminen frente a la Basílica de San Francisco en las mañanas y verán variadas personas con su colchón, durmiendo a la intemperie o bajo el precario techado del atrio. En el gobierno celebran, la inflación es menor -la que se ha medido- al 3%.
Y de la celebración se pasa a la ofensiva. Pretenden que sería la gran ocasión para meter con fórceps los dos jueces que quiere el gobierno para la Corte Suprema, y que parecen lejanos a ser aceptados. Se junta a los gobernadores para que apoyen leyes, y logran impedir -¡nada menos!- que se trate en Diputados un proyecto de ley que limite el recurso a los DNU presidenciales. Los gobernadores no acuerdan -sin embargo- con el presupuesto y piden financiar a las universidades. El gobierno finge falta de recursos e insiste en que le digan “de qué rubro sacarlo”, como si fuera imposible obtener dineros de un impuesto a las máximas riquezas. Pero ello no existe en el repertorio de LLA: tienen aquí a Galperin como Trump a Elon Musk, en la fantasía de un gobierno directo de las corporaciones empresariales donde ellas hagan lo que se les ocurra, que sean el Estado sean ellos mismos.
En la euforia se lanzó la idea de una insólita “auditoría ideológica” al personal de Cancillería (incluyendo al de carrera) que pretende exigir a todos los funcionarios la adhesión al precario credo ideológico que sostiene el actual gobierno, y que lo ha llevado al grotesco de varias votaciones en la ONU donde Argentina está sola, o vota junto a uno o dos países, contra casi doscientos. Argentina va contra la protección de los derechos de las mujeres, de los derechos ambientales (a pesar de la gravedad de su situación, manifestada trágicamente en Valencia), contra el mundo que estaría masivamente equivocado. Por supuesto, el prestigio de las posiciones argentinas y la posibilidad de que nos apoyen por Malvinas u otras causas que aparezcan, van rápido hacia el punto cero.
En el entusiasmo desatado -se nota la falta de experiencia política de quienes creen que un buen momento es igual que una victoria estratégica- han decidido también acabar con las PASO. Y de paso, aprovechar la volada para lanzar modificaciones en su propio favor, como aumentar el dinero empresarial para las campañas y disminuir el financiamiento estatal, así como eliminar el tiempo gratuito en los medios de comunicación. Estas condiciones -que se establecieron en tiempos del kirchnerismo- son necesarias para que los partidos con menos apoyo empresarial tengan posibilidad de presentarse sin estar en rotunda desventaja.
Acabar con esto sería favorecer fuertemente a la derecha, que es la que siempre ha de tener apoyo empresarial mayoritario. De tal modo, LLA se lanza sin demora a esta posible modificación de las condiciones electorales, la cual difícilmente pase sin ser rotundamente modificada -o rechazada- en las dos cámaras del Congreso.
Cómo no se va a buscar que el dinero empresarial sea el que financie a los partidos políticos, si la Fundación Faro -obviamente ligada al gobierno- logró que determinados empresarios pagaran “un cubierto” para cenar…¡¡de 25 mil dólares por cabeza!! Habían pedido más -200 mil por mesa de cada empresa- y quedó en esta bicoca disponible para cualquier bolsillo. Francisco Caputo, el hermano en la sombra del superministro en la sombra Santiago Caputo, fue el recaudador. Y se entiende que Manzano y otros adláteres hayan dejado 25 mil dólares allí, si se piensa que los negocios que pueden obtener de su relación con el gobierno permitiría multiplicar ese número por 400 o por 1000.
El director de esa Fundación Faro es Agustín Laje, quien tiene veleidades intelectuales, y no puede negarse que ha logrado muchos seguidores por sus escritos y presencia en conferencias y redes, publicitada por organizaciones de la derecha internacional en todo el subcontinente. Es cierto que no siempre ha sido fino en sus referencias: llamar “hijas de p…” a las Madres de Plaza de mayo, no parece de gran altura intelectual ni moral.
En todo caso y a pesar de sus límites, Laje está por encima de la mediocridad intelectual de buena parte del funcionariato oficial, que parece odiar a la universidad con una intensa dosis de envidia y resentimiento. El disparate de Adorni pretendiendo criticar a un trabajo arqueológico donde se utiliza la noción de “palimpsesto” es realmente notable. No porque todo el mundo tenga obligación de conocer esa referencia de pasados remotos: sí porque no hay que hablar de ello si no se sabe, y menos aún pretenderse sobrador cuando se está en faltador.
Adorni, obviamente, no sabe de qué se trata. Y, como le contestó una Asociación científica, sus referencias a “gastos excesivos” de ese proyecto de investigación es por completo absurda. Como allí se indicó, en realidad gastos excesivos podrían ser los de la Secretaría que ocupa Adorni, y los de su propio sueldo: si nos quedamos con el mismo en un año podemos financiar muchas investigaciones científicas, tanto sobre palimpsestos arqueológicos como sobre muchos otros de los temas que Adorni hace gala de desconocer.
Ojalá se baje de la euforia a un poco de realismo: pero poca esperanza puede guardarse de que este gobierno en algo se rectifique. Seguimos sin plan económico que no sea que vengan a invertir. Allí se acaba todo: ni producción, ni desarrollo, ni estrategia son palabras del idioma oficial; marchamos decididamente hacia la nada.
Por eso se escucha fuerte la voz de la Iglesia y del arzobispo de Mendoza, Colombo, elegido presidente de la Conferencia Episcopal Argentina. Es hombre de bajo perfil, pero de convicciones claras: habló de economía con la gente adentro y de la memoria del obispo Novak, quien hiciera un testimonio solidario y valiente contra la dictadura. Seguro será el suyo un ministerio que se ocupará de la afligente situación de los pobres en la Argentina, donde basta caminar el país para advertir que son legión.
__________________________________________________________________________________________________________________________________________
Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista Diario Jornada.