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Italia y otra eliminación que profundiza su crisis

Era el minuto 93 en Palermo. Quedaban apenas dos para ir al alargue cuando, por fin, Aleksandar Trajkovski, uno de los jugadores más adelantados de Macedonia del Norte–lo cual no significaba mucho porque los ex yugoslavos estaban muy metidos atrás tratando de que el tiempo pasara lo antes posible- decidió rematar al arco para ver qué podía pasar.

26/03/2022 22:42
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Por Sergio Levinsky. Especial para Jornada

Gianluigi Donnarumma, el joven arquero italiano del Paris Saint Germain (PSG), que ya había sido protagonista con su equipo cuando comenzó a caer en los octavos de final de la UEFA Champions League ante el Real Madrid por un error suyo al querer salir jugando, esta vez optó por quedarse en la línea, seguramente pensando que debía tomar la pelota con sus dos manos o dejarla ir hacia afuera para sacar desde el arco lo antes posible, porque quedaban apenas dos de los cinco minutos de descuento y de lo contrario, había que ir a jugar otros treinta minutos más y acaso, los penales para poder acceder a una final ante Portugal, el martes, con miras al Mundial de Qatar.

Pero la pelota, caprichosa, encuentra frío al arquero, que casi no fue probado en todo el partido, y  el remate de Trajkovsky, paradójicamente un ex Palermo cuando el partido se disputó en esa ciudad- se le cuela fatalmente. No había tiempo para más, con los jugadores macedonios eufóricos ante la inesperada conquista, y con los italianos aturdidos ante la infausta noticia de estar a segundo de repetir la historia pasada y otra vez, no concurrir a un Mundial, como ocurrió ante Suecia en la previa del Mundial 2018.

Lo extraño de todo es que lo de Italia es sorpresa por lo que ocurrió en el partido, pero no lo es en absoluto si analizamos todas las variantes posibles. Cuando más atrás nos vamos en el tiempo y cuanto más amplio es nuestro espectro, más claro es que el fútbol italiano no va al Mundial –como tampoco fue al de Rusia- por una suma de circunstancias, como las institucionales (las fuertes disputas entre la Federación y la Liga, que determinaron que los jugadores fueran cedidos muy tarde para estos partidos fundamentales), el escaso protagonismo de los futbolistas italianos en un torneo local repleto de extranjero y no precisamente los de más alto nivel, y hasta tácticos (sin rumbo claro, entre equipos que juegan con sistemas tradicionales, y otros como Sassuolo, Fiorentina o Atalanta, que fueron virando a la posesión de pelota).

En un diálogo que este periodista mantuvo con un importantísimo delantero italiano de los años ochenta, éste llegó a decir que “¡ojalá que aunque sea hubiéramos mantenido la táctica del Cerrojo (“Catenaccio”) porque eso supondría, al menos, que supiéramos defender, aunque no seamos efectivos atacando”, un símbolo de la pérdida de identidad azzurra.

Nada es casual. Si la selección italiana ganó el Mundial 2006 en Alemania y ya no pasó de la primera ronda en Sudáfrica 2010 o en Brasil 2014, ya no se clasificó para Rusia 208 ni para Qatar 2022, es decir, veinte años (como mínimo) fuera de la élite en las Copas del Mundo, sus clubes llevan ganadas apenas tres UEFA Champions Leagues desde 1996, última vez que la levantó la Juventus de la mano de Marcello Lippi, el mismo que llevó a los azzurri al Mundial de Alemania. Tres títulos europeos en 26 años, y el último fue el Inter de José Mourinho en 2010, hace 12 temporadas,.

A propósito de Lippi, ya retirado, hoy se lo señala como en una posible vuelta para acompañar a uno de sus discípulos, Fabio Cannavaro, reemplazando a Roberto Mancini, quien sentado en el banquillo, hace menos de un año ganaba la Eurocopa y hoy, ya algunos no confían con su trabajo y cuando antes era Gardel y Lepera juntos.

“Ya no hay técnicos de la vieja guardia como Lippi, Carlo Ancelotti o Massimiliano Allegri –me dice este ex jugador- porque hoy muchos saben en teoría pero en la práctica venden humo y no pueden plasmar lo que dicen en los medios de comunicación”.

Muchos se preguntan qué pudo ocurrir para que aquel mismo equipo que ganara con justicia la Eurocopa hace nueve meses, ahora se quede fuera de un Mundial y que Italia lo haga por segunda vez consecutiva. Como todo, hay un componente de azar, como en el gol de Macedonia del Norte, o las inoportunas lesiones de jugadores clave como Spinazzola o Chiessa, o la apelación a extranjeros como los brasileños Jorginho, Joao Pedro o Emerson. Pero también hay un claro desdibujamiento del sistema colectivo de juego, que se fue diluyendo con los meses, hasta quedar por debajo de Suiza en la fase de grupos.

Ya es tarde y una vez más, los hinchas italianos deberán ver el Mundial en su casa, en el medio de otra frustración.

Es que si bien hay figuras aún (Lorenzo Insigne, acaso su mejor jugador, ya anunció que se irá a jugar a la MLS de los Estados Unidos cuando acabe  esta temporada) no pueden compararse a los Gianfranco Totti, Alessandro del Piero o Roberto Baggio.

“No es casual tampoco –insiste el ex jugador y goleador de la “Azzurra”-. Desde la Ley Bosman (1995) que se permite a todo europeo jugar en equipos de la Comunidad Europea y cada vez hay menos italianos, y lo terminamos pagando muy caro”.

Razones puede haber muchas, pero hay un rasgo en común: el fútbol italiano volvió a equivocarse y otra vez afuera de un Mundial.

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Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista Diario Jornada.

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