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La AFA se blinda contra las SAD en un ambiente enrarecido

“Si me hubiera pasado a mí lo de Mendoza, habría ido preso”, sostuvo, sin vueltas, Juan Román Riquelme, presidente de Boca Juniors y uno de los grandes ídolos modernos de los hinchas del club, acerca del episodio en el que tanto el mandatario de Talleres de Córdoba, Andrés Fassi, como el árbitro Andrés Merlos, insisten en que uno fue agredido por el otro al término del partido en el que los cordobeses perdieron contra los xeneizes por los octavos de final de la Copa Argentina en una interminable definición por penales.

14/09/2024 21:22
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Por Sergio Levinsky, desde Madrid

Nada es casualidad. Boca y Talleres representan, políticamente, lo opuesto en este momento de tira y afloje, con munición pesada, entre el Gobierno nacional de Javier Milei, que intenta meter por la fuerza del decreto la posibilidad de que los clubes puedan ser sociedades anónimas deportivas (SAD) y la AFA, ante la chance de que el actual presidente ganara las elecciones en diciembre pasado, ya se había blindado haciendo votar y a manifestarse a las entidades que la componen acerca de que no aceptarán e cambio de status jurídico e inhabilitarán a quienes lo intenten.

Mientras Riquelme tuvo inocultables vínculos con Sergio Massa, candidato derrotado en las elecciones presidenciales y además, referente político futbolístico de Tigre, club con el que simpatiza el mandamás de Boca, no tiene nada de casual que Fassi haya visitado en la semana a Milei y le haya regalado una camiseta de arquero de Talleres, porque como es sabido, fue arquero en su juventud, aunque de San Lorenzo y Chacarita Juniors.

En la misma semana, en la que justo se enfrentaron los equipos que representan modelos diametralmente opuestos, Riquelme tuvo duras palabras con otro ex presidente de Boca, Mauricio Macri, con quien ya viene enfrentado desde sus tiempos de futbolista, representado en aquel gol festejado parado frente a su palco con las manos en sus orejas al estilo Topo Gigio, pero ahora, sin pelos en la lengua, se refirió a las falsas promesas de un nuevo estadio y de una situación económica de la entidad de la ribera que no era lo que parecía.

En el partido entre Boca y Talleres, por la Copa Argentina, el gol xeneize estuvo viciado de nulidad porque la pelota se le fue por la línea de fondo al delantero Brian Aguirre, pero esto no fue divisado por el árbitro Andrés Merlos ni por su asistente, y en la Copa Argentina no se utiliza el sistema del VAR. Cuando finalizó la serie de penales tras el 1-1 final, Fassi fue a encarar a Merlos y allí se produjo la tensión entre ellos y el presidente de Talleres terminó apuntando hacia la conducción de la AFA porque cree que es el organismo que maneja Claudio “Chiqui” Tapia es el que toma las medidas para perjudicar a su club, el único que promueve las SAD en el fútbol argentino y que apoya el decreto de necesidad y urgencia de Milei.

Si este decreto nunca tuvo sustento en la realidad porque no parece haber ninguna necesidad y mucho menos urgencia en la constitución de las SAD (como mucho, podría dar para un debate), las posibilidades de que el fútbol argentino avance hacia el cambio de status se van esfumando con otro hecho que sacudió el tablero en la misma semana, y tampoco tiene nada de casual: tanto la Conmebol como la FIFA se expidieron, por fin y de manera taxativa, en contra de que el Gobierno argentino pueda meterse en las decisiones de la AFA, tal como figura en los estatutos de la entidad madre del fútbol mundial con sede en Zurich.

Es más: si bien hasta el momento la FIFA obró discrecionalmente de acuerdo al nombre y la tradición de cada una de las federaciones afiliadas (esto significa que ante un mismo hecho no impuso las mismas sanciones), esto no significa que en el caso de que el decreto de Milei permita que, por ejemplo, Talleres de Córdoba participara de los torneos oficiales como SAD aunque la AFA lo descalifique, la FIFA no vaya a desafiliar a la AFA, lo cual traería no sólo consecuencias de aislamiento de los clubes en los torneos internacionales, sino también la selección nacional.

Esto significa que ahora que se conoce la posición de las dos entidades que rigen el fútbol internacional, la FIFA (mundial) y la Conmebol (continental), el fútbol argentino pasa a correr un riesgo innecesario, sólo por el interés de unos pocos por hacer pingües negocios atrayendo capitales que, hasta el momento, siempre fueron golondrina para fundir a los clubes llevándose pronto las ganancias, tal como ocurriera con experiencias como las de Blanquiceleste en Racing o lo que estuvo a punto de ocurrir con ISL en San Lorenzo, y que fue evitado in extremis por los socios.

Lo que sí resulta llamativo es que ni la Conmebol ni la FIFA hayan hecho ninguna mención a tantos desastres que vienen ocurriendo con frecuencia en el fútbol argentino desde el poder, con cambios de caballo a mitad del río en lo organizativo, el favorecimiento a los amigos de los que gobiernan, con arbitrajes muchas veces dudosos, o la falta de datos sobre los ingresos de dinero de parte de las actividades de la selección argentina, una máquina de generar dinero especialmente desde que ganara el título mundial en Qatar, o la falta de apoyo real al fútbol femenino.

Pero una cosa no quita la otra y ahora el Gobierno de Milei quedó atrapado en su intento, contra natura, de privatizar a los clubes (por otra parte, un viejo sueño de Macri, aliado del poder político, desde cuando estaba en el llano o como presidente de Boca entre 1995 y 2007, cuando consiguió llevar a la AFA la votación sobre el tema y fue derrotado. Allí fue que Julio Grondona, que no veía con simpatía la iniciativa, soltó la irónica frase “perdimos, Mauricio”.

Sorprendió, en cierta manera, la postura de Gianni Infantino, el presidente de la FIFA, en cuanto a la posible introducción de las SAD en el fútbol argentino porque se conoce de su estrecha amistad con Macri, quien tampoco es casualidad que presida la Fundación de la entidad futbolística internacional y hasta muchos lo señalan como el posible sucesor del ítalo-suizo.

Pero lo cierto es que ahora, aún con el decreto en vigencia, la situación de la aceptación de las SAD en el fútbol argentino parece muy complicada mientras se habla de confabulaciones de uno y otro lado de la mesa.

El fútbol argentino tiene su propia grieta.

 

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Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista Diario Jornada.

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