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Caso Kueider: el retorno de la corrupción

El gobierno nacional defendió a Kueider hasta después de la sesión. Villarruel en su laberinto. Ritondo, sus inmuebles no explicados y el disimulo. Tristezas de Macri y su fracaso con Milei. ¿Arranca el peronismo? La ceguera belicista de la OTAN y la nueva invasión israelí, ahora en una Siria sin Al Asad.

Redacción
14/12/2024 22:11
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Por Roberto Follari, Especial para Jornada

  Lo de Kueider pateó el tablero. Milei había dado su mensaje por cadena nacional, con mediana atención social. Sus anuncios como el uso de múltiples monedas, resultaron poco trascendentes. Nueva promesa de acabar con el cepo el año que viene, una confusa propuesta de quitar 90% de impuestos (que Sturzenegger tuvo que desmentir al día siguiente)…también un Tratado de Libre comercio con Estados Unidos que el nuevo embajador de allí -un cubano de Miami- podría posibilitar, pero que complica las relaciones con el Mercosur. La promesa de seguir cerrando oficinas y echando trabajadores, pues como se dijo en el menemato “nada de lo que deba permanecer en el Estado quedará en el Estado”. La punición demagógica del delito -el caso de la llamada “reiterancia”, que habrá que revisar con el texto de la Constitución-, y una vaporosa Unidad anti “narcoterrorismo”, como si a esta altura existiera algo que pueda llamarse narcoterrorismo, y como si para enfrentar al narcotráfico no se exigieran nociones más aggiornadas. Finalmente se lanzó la idea de reformas múltiples: laboral, judicial, impositiva, etc., que el fracaso en el Congreso la última semana lleva a pensar con qué apoyo legislativo se piensa sostenerlas.

  Luego Milei se fue a Italia. El fasto de las reuniones con Meloni -que le otorgara la nacionalidad italiana con algunas polémicas en el país peninsular- quedó tapado por las intervenciones de Milei en cuestiones domésticas, singularmente el caso Kueider: allí lanzó que la sesión del Senado no habría sido válida, en un doble ataque a quienes expulsaron a Kueider -casi todo el Senado- y a su eterna rival/compañera Villarruel.

  Esta vez, el descontrol verborrágico del presidente le jugó en contra. En una festiva charla con el Gordo Dan -sujeto de dudosas convicciones democráticas-, se lanzó a decir que si Kueider era corrupto había que echarlo a patadas, e indicó el sitio adonde irían las mismas. Algunos en LLA creyeron que eso era una orden de expulsar al legislador. Pero la táctica fue evitar la expulsión y sólo suspenderlo, diciendo que no han terminado los pasos procesales.

  Tan atinado cuidado por los pasos procesales, era el pretexto para no sancionar a quien está detenido en otro país, y fue encontrado “in fraganti”. La cuestión es obvia: por una parte, se quiere evitar que la banca sea recuperada por el peronismo. “No entreguemos al kirchnerismo la banca”, se dice ominosamente: resulta que la banca es del peronismo, acorde al voto ciudadano. Querer retenerla para el oficialismo muestra desprecio por la democracia, a la vez que transparenta que le fue quitada de manera poco explicable.

  Parece haber miedo a lo que pueda decir Kueider, si la expulsión se sostiene. El apresado inició acción judicial para recuperar su banca: es difícil que prospere. Y es claro que él sabe la clave del misterio: ¿cómo puede un gobierno tan débil en el Congreso obtener resultados positivos? ¿cuál es el “milagro” de la conversión de Kueider, el de la senadora que quiere ir a París, el de Campero y su club de seguidores en Diputados? ¿cómo se han conseguido sus votos? ¿cuál es el motor que cambia sus convicciones? Lo dicho por Camau Espínola en el Senado -otro de los “convertidos”- llama a suspicacias: “Yo he cambiado de convicción, por eso cambié mi voto”. Hombre de muchas convicciones. Diversas.

  A última hora los senadores de LLA, que bogaban por la suspensión y no la expulsión, debieron ceder para no parecer que encubrían la corrupción. Y votaron también echar a Kueider. La votación fue rotunda: 61 votos contra 5, fue el escrutinio informado.

  Desesperado, Santiago Caputo -que pareciera el cerebro de estas jugadas- lanzó luego la idea de que la sesión no es válida porque Villarruel ya era presidenta, ante la salida de Milei del país. Un argumento estrafalario. En nada afecta a la realización de la sesión que el avión del presidente saliera media hora antes o después: y si hubo un defecto allí, fue entre el presidente y la vicepresidenta. Es un problema del gobierno, que no tiene que ver con el funcionamiento del Senado. En tanto no se hizo el traspaso formal del gobierno, Villarruel tenía todas las funciones a cargo para dirigir la sesión.

  Una Villarruel que quedó en el medio del barro: quiso salvar a Kueider a toda costa, sin medir lo que ello implica en una especie de defensa de un personaje corrupto. Casi lloraba pidiendo a la UCR que votaran contra la expulsión, con el sonsonete de que “si no, le damos la banca al kirchnerismo” -su propietario legítimo-. Y terminó odiada por el Ejecutivo -que ya la odiaba desde antes-, el cual encontró nuevo pretexto para echarle dardos. Toda la culpa de que el traspaso de mando no se hiciera mejor se la cargan a ella, de modo que lidia con eso, y con el fracaso estrepitoso del oficialismo en la sesión.

 

El dudoso republicanismo de Mauricio Macri

  Macri también quiso salvar a Kueider: tan desinhibido cuando se trata de casos de opositores para lanzarles toda clase de dardos, ahora con el detenido en Paraguay, opina que “no se siguieron los pasos procesales”. Este súbito celo formalista, no pudo evitar que la mitad de los senadores del PRO no le hicieran caso y votaran la expulsión: los que se quedaron con la suspensión fueron cuatro o cinco, De Angelis entre ellos (tras haber dicho que votaría expulsar a su comprovinciano).

  Macri se condolió de lo mal que lo tratan Milei y el resto del gobierno. “Les hemos dado todo el apoyo”…se quejó. Queja infantil. Precisamente por apoyar sin pedir nada a cambio, LLA ha hecho del PRO un seguidor tan fiel como desechable. Y es que el PRO no apoyó nunca por altura de miras: lo hizo porque cree que Milei hace lo que Macri no supo hacer. Porque cumple el ajuste extremo que Macri soñó. Macri no regala nada a LLA cuando le vota sus proyectos: se apoya a sí mismo a través de Milei.

  Pero no ha sabido ponerse en valor. El PRO se regaló sin pedir nada a cambio. Así salió la ley Bases (obtenida gracias al voto sospechado de Kueider), así se sostuvo DNUs y sucesivos vetos en el Congreso. El PRO pasó a ser una descolorida copia de LLA.

  ¿Y ahora? Macri quiere autovalorarse. Ve con amargura que LLA le votó en contra el presupuesto en la Legislatura porteña a su primo Jorge. La falta de reciprocidad del gobierno nacional es total. Entonces, se lanza el ex presidente, “iremos solos a las legislativas”. Esa es la amenaza, que poco tiene de tal: ya el núcleo duro de LLA, hace rato que quiere ir a las elecciones sin el PRO. Son legislativas: no se pierde nada, luego vendrán a votar con nosotros en el Congreso y en las legislaturas locales, piensan desde el gobierno.

  Macri apela ahora a un gelatinoso “republicanismo” que pocos le creen: tiene mucha más imagen negativa que Cristina, sin haber sufrido ni el 10% de sus ataques mediáticos y judiciales. Ahora dice que las formas del gobierno no le gustan, cuando gracias a esas formas el gobierno logra objetivos inesperados, a los que el PRO ha apoyado con todo entusiasmo. Macri no tiene entidad para hablar de republicanismo: desde los espionajes a familiares, co-partidarios y adversarios de todo pelaje, al Correo, los peajes, los parques eólicos, el soterramiento del Sarmiento y parecidas yerbas, su curriculum está lejos de ser ejemplar.


  En estos días se agregó el caso de una licitación sospechada en Yaciretá, a través de un funcionario que es de su confianza. Y el gobierno no dejó de pegarle: un plan de Tettamanti para inversión energética -que ella había tomado del kirchnerista Basualdo, directivo en el gobierno anterior- fue borrado de un plumazo por la mesa triangular del gobierno nacional.

  El cual, tras el trabajoso trámite con Kueider, corre riesgos con los demás senadores y diputados “reconvertidos” así como con otros casos que se están ventilando, tal el del actual director de la exAFIP, quien ha recibido una comentada acusación judicial.

  Mientras, el que disimula en silencio es Ritondo, con el caso escandaloso de las casas que son propiedad suya y de su esposa, descubiertas en Florida (EE.UU.). Se ha logrado suficiente silencio mediático sobre el tema: una ayudita para los amigos. Pero de cualquier modo no se podrá ocultar por mucho tiempo. Es un item que salpica también al gobierno, pues Ritondo ha sido aún más obediente que Macri a los designios gubernamentales: habrá que ver cómo continúa la cuestión.

  Mientras, el gobierno arriesga en áreas muy cuestionables: permiso de portación de armas desde los 18 años -altamente problemático en época de violencias múltiples-, o licencia abierta para que cualquiera pueda hacer transporte público sin trámites previos de aceptación estatal. La desregulación indiscriminada es peligrosa. ¿alguien puede imaginar a un chofer poco experimentado dirigiendo un ómnibus de dos pisos?

Peronismo. ¿dice algo la foto?

  Hubo la foto de la unidad peronista. Un poco trabajosa, la pose misma de Kicillof denunciaba incomodidad. La reunión posterior entre Cristina, Máximo, Axel y Massa no resultó simple, según cuentan. Y hubo algunos pases de facturas, siempre con la asimetría que implica a Cristina como figura principal.

  Luego vino la ceremonia de asunción de Cristina en el PJ. La ausencia de Massa puede explicarse: pertenece a otro partido. Pero la de la CGT en sus máximas figuras, y la de los gobernadores, se hizo notar. Ni uno de ellos presentes: ni los “renegados” arrimados al gobierno nacional (Jaldo, Jalil), ni los más cercanos en lo ideológico (Axel, Ziliotto).

  Es notorio que hay mucho por recomenzar en la conducción del partido. Cristina ya no cuenta con la dirección del Estado: la legitimación de su rol deberá apelar más al diálogo y los consensos. En la medida en que se apele a esos métodos puede redefinirse la unidad del principal partido opositor, que este necesita fuertemente. Por ahora, no se advierte aún la remoción de métodos que encamine en esa dirección.


Cae Al Assad, e Israel bombardea también a Siria

  Cayó una dinastía con rasgos autoritarios en Siria, tras más de 50 años. Pero la versión maniquea de la propaganda occidental no permite entender mucho: era un gobierno laico, que resolvía así la pluralidad étnica y religiosa de la población (sunnitas, alauitas, kurdos, drusos, cristianos). Y que permitió a las mujeres estudiar, trabajar, no usar velo. Los yihadistas que tomaron el poder se presentaron como pluralistas pero obviamente son confesionales, y difícilmente toleren la libertad vital de las mujeres. El régimen que viene puede ser, en más de un aspecto, aún menos democrático que el anterior.

  Se verá. En lo geopolítico perdieron Rusia e Irán, envueltos en otras luchas. Ganaron Turquía -que persigue también en Siria a los kurdos-, y EE.UU., que defiende a esos mismos kurdos, pues los dirigió contra al Assad, y controla zonas petroleras. Hay milicias varias en curso. E Israel, ya metido en el genocidio en Gaza e invasor del Líbano (ahora con un tenue alto al fuego) aprovechó para ocupar amplio espacio territorial en El Golán y bombardear impunemente las instalaciones militares sirias, con el pretexto de que “no fueran a caer en manos yihadistas”. De tal manera, la ocupación israelí de territorios ajenos es cada vez mayor, siempre con el sobreusado argumento de que “se está defendiendo”.

  Muchos asilados y refugiados están volviendo, felices, a Siria, para reunirse con sus paisajes queridos y sus familias. Pero cabe la duda de si un nuevo gobierno logrará sostener la unidad política y territorial, pues se corre el indeseable peligro de una balcanización al estilo libio, con múltiples actores en conflicto entre sí. Ojalá no ocurra, pero no parece nada improbable.

 

 

Mambrú no quiere guerra

  En Ucrania, se ha complicado el programa de una paz que Trump se comprometía a lograr. Su plan presentado, es endeble: incluye a las tropas de la OTAN en territorio ucraniano, lo cual es inaceptable para los rusos. Y los acuerdos entre Trump y Biden parecen ir viento en popa, favoreciendo una posible ofensiva de la OTAN que busque equilibrar el conflicto, en el cual claramente Rusia va ganando.

  Los rusos mostraron su poder con el Oreshnik, misil hipersónico frente al cual Occidente aún no tiene defensa. Se suponía que allí paraba la escalada, pues fue un aviso fuerte y casi extremo.

  Pero Europa está en un problema lógicamente insoluble: no puede ganar la guerra, pero no tolera perderla. Tanto, que está dispuesta a seguirla aún si EE.UU. la abandona. “No hay líneas rojas”, lanzó livianamente Macron. Así, Inglaterra y Francia preparan hasta la posibilidad de instalar tropas propias en Ucrania: el futuro canciller alemán se les podría sumar alegremente.

  Cuesta entender esta ceguera por la cual no se va hacia la paz, de la cual hablan ahora tanto Putin como Zelenski. Hay que ponerse cuanto antes a negociar ante una mesa. Hay que parar la posibilidad del Holocausto. Y cabe repudiar a una dirigencia europea temeraria e irresponsable, que parece dispuesta a llevarse la seguridad mundial por delante, y a arriesgar el planeta a una conflagración con armas nucleares.

 

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Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista Diario Jornada.

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