Por Roberto Suárez
El 7 de junio de 1810 Mariano Moreno fundó la "Gazeta de Buenos Ayres", primer periódico de la etapa independentista argentina. Hay datos de que una década antes de la Revolución de Mayo, Hipólito Vieytes edito el Semanario de Agricultura, Industria y Comercio.
El 1º de septiembre de 1802, Vieytes, se convirtió en el primer periodista criollo, al publicar ese semanario con el apoyo de Manuel Belgrano, que tendría una corta etapa y que cubrió una de las más ricas épocas de nuestra historia.
Desde hace 86 años los periodistas recordamos nuestro día. Un buen momento para hacer algunas reflexiones sobre esta apasionante profesión e interpretar que pasa hoy con el periodismo.
Y debemos decir que este 7 de junio de 2024, el Día del Periodista es distinto porque en medio del sacudón por las crecientes tensiones sociales y políticas se ha desencadenado un debate sobre la transparencia gubernamental, la salud mental del presidente, la libertad de prensa y el derecho fundamental de los ciudadanos a estar informados. Porque desde que asumió como jefe de Estado, Javier Milei descalifica, insulta, acusa y agrede verbalmente con asiduidad a periodistas y medios.
La situación se ha tornado muy crítica porque, las tensiones subyacentes entre el gobierno de Javier Milei y el periodismo, en un país donde el aumento del desempleo, el alza de la inflación y las polarizaciones sociales forman hoy el telón de fondo de un drama político continuo, estos constantes roces entre el gobierno y la prensa empiezan a complejizar aún más el escenario para la democracia.
El papel del periodismo en una democracia no se limita a reportar eventos o declaraciones oficiales; se extiende a cuestionar, investigar y garantizar que la verdad sea accesible para el público, incluso si eso significa incomodar para encontrar las respuestas sobre los más poderosos. Por eso, la actitud del gobierno de Milei hacia la prensa, marcada por el desdén y la hostilidad, ha planteado un desafío significativo y ha reafirmado la necesidad de un periodismo incisivo y persistente.
En nuestra historia ha existido una relación tensa y hasta veces mala con algunos presidentes y la prensa, pero Javier Milei arrancó con más fuerza que ningún otro. En sus primeros seis meses de gestión, los medios han estado entre los blancos favoritos de los dardos que lanza contra todo aquel que cuestiona su gobierno. Nos ha llamado “ensobrados”, “comprados”, “mentirosos”, “corruptos” y “extorsionadores”, entre otros descalificativos. Su ira se dirige a veces contra toda la prensa.
En un marco donde vivimos tiempos de cambio en los hábitos de lectura y acceso a la información a través de una gran variedad de dispositivos. La revolución tecnológica que vive el mundo de la comunicación ha enriquecido el escenario mediático con la aparición de los medios digitales. La coexistencia de la prensa en papel y online ha motivado reflexiones acerca de las condiciones en que se produce esta convivencia y su proyección hacia el futuro inmediato.
La invención de la escritura cambió para siempre el curso de la humanidad, separando la etapa prehistórica de la historia propiamente dicha.
Hoy el desarrollo los grandes periódicos, que conocieron su edad de oro durante el siglo XX, están sometidos a fuertes presiones: la extensión de Internet, y las modificaciones en los hábitos de consumo de información.
Y mucho más la revolución que produjo la extensión de la red informática tiene que ver con nosotros los periodistas. El auge de las fake news, la proliferación de espacios de verificación de información o fact-checking, la crisis de la ética periodística, etc. Todos ellos afectan al ecosistema periodístico y a su principal actor: el periodista.
El periodismo entró en ese período en una etapa nueva. Lo que quizás nos falte a todos en este cambio de época que aún ignoramos a dónde nos podrá conducir es la capacidad de entender las diferencias, los problemas y las apuestas a las que está expuesta la nueva generación que aún no ha vivido los horrores de una guerra mundial, pero que tiene que soportar, sin ayuda, la nueva e imparable revolución digital con todos sus pros y contras. Y a ello hay que sumarle la presencia de la inteligencia artificial (IA) que llegan a imaginar máquinas que superen intelectualmente a los humanos.
Por eso son importante las habilidades que debe tener el periodista hoy. Debemos ser un “hombre orquesta”, porque es fundamental aprender a utilizar de manera muy precisa una larga lista de aplicaciones online que facilite el monitoreo de las redes y la verificación la noticia.
Los periodistas deben ser multifacéticos, dado que en la actualidad deben generar contenido para páginas web, redes sociales, canales de televisión, emisoras de radio.
Los periodistas más veteranos, los más jóvenes y los del mañana, debemos entender que aprender a manejar Internet y el lenguaje del periodismo digital, el periodismo de hoy, sumado a prepararnos para sobrevivir a la próxima revolución industrial que trae la inteligencia artificial.
Interpretar lo digital y lo que viene, es equivalente a haber aprendido en los años 50 a manejar una cámara fotográfica, una máquina de escribir y una libreta de apuntes.
El periodismo, como todas las áreas de conocimiento, deberá evolucionar en los próximos años para adaptarse a la realidad. La clave para hacerlo será tener una mirada abierta e inclusiva que tenga en cuenta el uso de la tecnología, la colaboración entre disciplinas y la lucha contra el creciente sentimiento de oposición a los hechos objetivos.
De entrada, los periodistas deberán aprovechar las posibilidades que la tecnología puede ofrecer para ampliar el eco de la información y darla a conocer a los ciudadanos. Finalmente, el periodismo tendrá que encontrar la manera de hacer frente al discurso político que niega los hechos y que cada día está más institucionalizado en gobiernos de todo el mundo y de colores diferentes.
La solución pasa por recurrir a la objetividad, utilizar las mejores herramientas tecnológicas, colaborar con otras áreas de conocimiento y no caer en la propagación de información poco precisa o sin base factual.
Desde esta perspectiva, la comunicación, como proceso social y principio de la organización humana, está presente en todas las actividades de la vida cotidiana. Particularmente, creo en un comunicador social comprometido con su tiempo y su tarea (nuestra tarea) es fundamental en el propósito de ayudar a construir sociedades más justas, democráticas, soportadas en los principios del buen vivir, incluyentes y, sobre todo, respetuosas de los derechos humanos.