El resultado del partido, al cabo una esperable demostración de la diferencia entre ambos contendientes, queda archivado ya mismo porque lo que importa es el análisis meticuloso acerca de las causas y de las consecuencias, mientras la cuenta regresiva se va acercando a los poco más de dos meses que faltan para el inicio de la Copa del Mundo.
La Selección sigue en un estado de gracia al que no parecen encontrársele fisuras. El Maracanazo en Río más la Finalíssima en Londres fueron mojones en un recorrido lineal que - tal como canta Serrat - "se hace camino al andar".
En Miami, más allá del 3-0 sobre Honduras, quedó claro que el cuerpo técnico que conduce Lionel Scaloni aprovecha cada circunstancia para poner en evidencia la prueba ensayo/error, cual si fuera un método científico aplicado a lo táctico y a examinar cuál es la respuesta futbolística en cancha a la teoría pergeñada de antemano.
El caso de Lionel Messi es paradigmático y sirve como ejemplo. Leo va adoptando diferentes posiciones dentro del campo de juego y, de hecho, rompe con las categorizaciones acerca de qué rol ocupa. De hecho, pareciera ser un líbero de ataque, con capacidad de auto definir el qué, cómo y cuándo aparecer sin que la presumible obstaculización adversaria pudiera neutralizarlo.
Leo arma, frena, acelera, mete la pausa, asiste, encara, driblea, descarga o define cuando interpreta que debe hacerlo.
Ese plus de independencia a la hora de decidir implica que las seguridades del conjunto están depositadas en él.
Si es tanto en el virtuosismo para meter un pase-gol o el recurso no exento de estética al hundir el pie y que el recorrido de la pelota desactive el achique del arquero rival, como en ese canto a la belleza futbolera que se tradujo en su segundo gol y tercero argentino.
Sabemos, sin distinción de nacionalidades, que el crack empieza a despedirse del fútbol de alta competencia de igual manera que Roger Federer emprendió ese derrotero hasta cerrarlo dejando una huella indeleble en el tenis.
En sendos casos, Messi es a Federer lo mismo que Roger a Leo: dos símbolos a escala planetaria con resonancia magnética en modo positivo.
Y bien, ¿Qué nos queda esperar respecto del funcionamiento colectivo de La Selección a menos de sesenta días para el debut contra Arabia Saudita, en Lusail?
En este ensayo ante los centroamericanos, Scaloni probó variantes en las cuatro líneas de la cancha.
Gerónimo Rulli, si bien no estuvo exigido, está hoy en la consideración del cuerpo técnico como segundo arquero y detrás de Emiliano "Dibu" Martínez. El hoy guardameta del Villarreal español desplaza a Franco Armani, quien actualmente ocupa el tercer lugar en esa posición.
En defensa, la puja está entre Marcos Acuña y Nicolás Tagliafico en el puesto de lateral izquierdo, y el hoy jugador del Olympique de Lyon está un escalón arriba de quien juega en el Sevilla.
En el mediocampo, la sorprendente adaptación de Enzo Fernández al fútbol europeo, lo que demuestra con sus performances en Benfica, lo convierte en una pieza que apunta a quedarse en la lista definitiva de los 26 futbolistas que estarán en Qatar.
El exRiver manifiesta una polifuncionalidad sumamente beneficiosa para el conjunto, ya que triangula a un toque o se crea el espacio cuando la jugada se lo pide; inclusive, para que Messi tenga sus espaldas resguardadas o pueda armar un circuito corto para salir del ahogo ante la marcación posicional del rival.
En ataque, Julián Álvarez está sumando minutos en posiciones cercanas a las bandas y no trabajando como pivote o punta. Así lo va descubriendo Pep Guardiola en Manchester City y coincidentemente también le sucede en el cumplimiento de la labor táctica que le encomienda Scaloni.
Aún es tiempo de ensayar y de consolidar la idea base con vistas a Qatar.
La esperanza crece. Y tiene con qué, claro que sí.