Por Sergio Levinsky, desde Madrid
De a poco, los hinchas de River van tomando consciencia de las posibilidades que se le abren al equipo a partir de distintas circunstancias, algunas propias, generadas por el mismo club, otras, ajenas, más emparentadas con el devenir de las relaciones institucionales que se fueron tejiendo con la Conmebol, la institución que organiza la Copa Libertadores.
Durante los años del macrismo en Boca Juniors, lentamente, la dirigencia de River, en aquel momento presidida por Rodolfo D’Onofrio, leyó con acierto que en el plano local, su rival de toda la vida tendría mayor respaldo y entonces decidió volcarse a ampliar sus relaciones en el nivel internacional, estrechándolas con la FIFA y la Conmebol, y puede afirmarse que lleva años viendo sus frutos, como la actitud del organismo sudamericano en la final de la Copa Libertadores de 2018, cuando no se tomó en cuenta de la misma manera que en 2015, cuando los episodios del gas pimienta que determinaron la salida de los xeneizes de la competición pese a no completarse en partido revancha de los octavos de final.
Tres años más tarde, en ocasión de la final, varios jugadores de Boca fueron obligados a salir al campo en la revancha del Monumental pese a no estar en condiciones físicas, y con certificado de hospital incluido. El departamento médico de la Conmebol revisó a esos jugadores y solamente les dio un plazo horario para presentarse y tuvo que ser River, mediante su dirigencia, el que aceptara trasladar el encuentro para el día siguiente, aunque finalmente, la institución sudamericana con sede en Luque, en Paraguay, decidió trasladar al cotejo decisivo a Madrid, cruzando el Océano Atlántico, cuando bien se pudo disputar en Córdoba, Mendoza, Montevideo o Río de Janeiro y así evitar el enorme gasto para muchos de los hinchas de los dos equipos.
En esta misma edición de la Copa Libertadores de 2024, la primera desde 2020 en la que River llega a una semifinal, el club de Núñez no tuvo que enfrentar a ningún equipo brasileño (sin dudas, la mayor potencia del continente en este nivel, por poderío económico), tampoco tuvo que viajar a ciudades con mucha altura sobre el nivel del mar, y define todas sus series -octavos de final ante Talleres de Córdoba, cuartos de final ante Colo Colo, semifinal ante Atlético Mineiro- como local en el estadio Monumental y no sólo eso: la Conmebol sigue sin informar, lo que ya constituye un escándalo, cuál será la sede concreta de la final del torneo, aunque se especula cada vez más con que también será…el Monumental.
Habría que emprender un largo recorrido histórico de los torneos sudamericanos para encontrar un equipo que a lo largo de su disputa haya contado con semejantes facilidades, pero aún queda una importante. Se conoce de la estrecha relación del presidente de la Conmebol, Alejandro Domínguez, con el club Olimpia de Paraguay. De hecho, su padre, Osvaldo Domínguez Dibb, fue presidente de esa institución entre 1976 y 1990 y entre 1996 y 2004, y el título de campeón de la Copa Libertadores conseguido en 2002, en el año del centenario de la fundación del club, contó con el argentino Nery Pumpido (actual secretario general de la Confederación Sudamericana) como director técnico.
En estos momentos, Olimpia encabeza el ranking de clubes con posibilidades de clasificarse al Mundial de Clubes de 2025 en los Estados Unidos, que permitirían cobrar hasta cerca de 50 millones de dólares por sólo participar (unos 35 de parte de la FIFA y 15 que entregará la Conmebol a sus equipos participantes, que serán seis).
El problema de Olimpia es que ya hay cinco plazas ocupadas por la Conmebol para el Mundial de Clubes sobre seis posibles: los tres campeones de la Copa Libertadores de las ediciones 2021 (Palmeiras), 2022 (Flamengo) y 2023 (Fluminense), más los dos primeros del ranking (River y Boca), por lo que la única manera de que el club paraguayo pueda acceder a esa plaza restante sería que el campeón de la actual Copa Libertadores fuera alguno de los tres anteriores (imposible porque los tres ya han quedado eliminados) o que lo fuese uno de los dos primeros del ranking para que en ese caso, dejara libre su lugar al obtener el pasaje al gran torneo de 2025 en carácter de campeón.
Como Boca ni siquiera participó de esta edición de la Copa Libertadores, al igual que Olimpia, el club paraguayo depende, entonces, de que River sea campeón de esta Copa Libertadores para poder participar en el próximo Mundial de Clubes. Si los “Millonarios” fueran campeones, irían a Estados Unidos como uno de los cuatro campeones del ciclo 2021-24 y entonces, los dos clasificados por el ranking Conmebol serían Boca y Olimpia.
Pese a todo lo mencionado, ¿River tiene méritos propios para haber llegado a la semifinal de esta Copa Libertadores? Por supuesto que sí. El regreso de Marcelo Gallardo, un entrenador ganador y que sabe, especialmente, jugar los mano a mano a partido y revancha, el haber cambiado la fisonomía del estadio Monumental acercando más las tribunas al campo de juego, otorgándole otra condición de local, o el buen mercado de pases, en el que se reforzó con jugadores de jerarquía y en las posiciones que más necesitaba, como la defensa (Fabricio Bustos, Germán Pezzella y Marcos Acuña), sumados a otro jugador de peso como Maxi Meza (que fue mundialista en Rusia 2018) o acompañando el ataque, le dieron otro peso futbolístico. También hay que destacar que el antecesor del “Muñeco”, Martín Demichelis, nunca recibió en cantidad y calidad esta clase de refuerzos.
Este River, en lo futbolístico y en lo anímico, poco se parece al de unos meses atrás y con todas las circunstancias explicitadas, ve cada vez más cerca el sueño de la quinta Copa Libertadores, aunque la semifinal no será nada fácil ante un Atlético Mineiro que nunca ha ganado el torneo pero que fue su animador durante varios años, sin poder pasar a las fases decisivas por distintas circunstancias. Cuenta con un plantel de estrellas y un entrenador argentino como Gabriel Milito y se hace muy fuerte como local, aunque declina mucho cuando lo hace de visitante. Ya en 2021, los brasileños eliminaron a River en los cuartos de final con un global de 4-0 (3-0 en Belo Horizonte y 1-0 en Buenos Aires).
River se encuentra ante una gran oportunidad, de esas que no aparecen muy seguido. ¿La sabrá aprovechar?
__________________________________________________________________________________________________________________________________________
Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista Diario Jornada.