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El fútbol argentino despide a otra generación

Lejos de los 450 millones de euros en contrataciones gastados por la Premier League inglesa, los 284 de la Serie A italiana, los 219 de la Bundesliga alemana, los 142 de la Liga Española y los 115 de la Ligue 1 francesa, el fútbol argentino trata, como puede, de pesificarse y de convivir con una dura realidad, que lo lleva otra vez, como en cada nuevo mercado de pases que se abre, a desangrarse tratando de apelar a préstamos desde el Primer Mundo, o veteranos que regresen a terminar sus carreras, o como trampolín para algunos que pretenden tomar impulso para regresar a los torneos que les generen un ingreso mucho mayor y en moneda dura.

02/07/2022 21:52
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Por Sergio Levinsky, desde Barcelona/España. Especial para Jornada

Lejos de los 450 millones de euros en contrataciones gastados por la Premier League inglesa, los 284 de la Serie A italiana, los 219 de la Bundesliga alemana, los 142 de la Liga Española y los 115 de la Ligue 1 francesa, el fútbol argentino trata, como puede, de pesificarse y de convivir con una dura realidad, que lo lleva otra vez, como en cada nuevo mercado de pases que se abre, a desangrarse tratando de apelar a préstamos desde el Primer Mundo, o veteranos que regresen a terminar sus carreras, o como trampolín para algunos que pretenden tomar impulso para regresar a los torneos que les generen un ingreso mucho mayor y en moneda dura.

Si calculamos un promedio de veinticinco jugadores por plantel y son veintiocho los equipos que participan en la liga argentina, de esos 700 totales, al menos 40 partirán hacia el exterior en estas semanas, de los que se destacan como principales transferencias las de Julián Álvarez y Enzo Fernández, de River Plate al Manchester City y al Benfica, así como Eduardo Salvio y Cristian Pavón, ambos libres de Boca Juniors, se fueron, respectivamente, a Pumas de México y al Atlético Mineiro de Brasil.

River también podría quedarse sin el uruguayo Nicolás De la Cruz, pretendido por la Real Sociedad vasca, y si México aparece como el país de mayor recepción de los jugadores argentinos (ocho), entre ellos el delantero de Racing Club Javier Correa, el actual bicampeón de la Copa Libertadores, Palmeiras de Brasil, se llevó a los goleadores José López (Lanús) y Miguel Merentiel (Defensa y Justicia).

El fútbol argentino ha perdido tantos jugadores en esto años de aparición de mercados alternativos, que ya son muy pocos los que emigran a Europa, algo que en un pasado reciente era habitual. Apenas siete jugadores partieron hacia el Viejo Continente, dos a España, y uno a Polonia, Rusia, Austria, Alemania (Nicolás Castro, de Newell’s Old Boys, al Eintracht Francfurt campeón de la Europa League) y Escocia (Alexander Bernabei de Lanús, al Celtic de Gralsgow).

Además de los ocho emigrados al fútbol mexicano, seis fueron a clubes chilenos y colombianos, cuatro a la Major League Soccer de los Estados Unidos, tres a Brasil, dos a Uruguay, y uno a Bolivia, Ecuador, Paraguay y Perú.

Según el colectivo “Futbolistas AXEM”, que investiga en los últimos años la situación de los futbolistas argentinos fuera del país, había registrados 4864 en el exterior, mientras que ya son 149 las chicas que militan en clubes del extranjero (70 en España, 19 en Estados Unidos y 17 en Italia), en un nuevo fenómeno que habrá que investigar en profundidad y cuando el balompié nacional a duras penas comienza a profesionalizarse.

Al contrario, son apenas 21 los jugadores que provienen de otras ligas para jugar en el torneo local y la mayoría de ellos son argentinos que regresan al país. Por ejemplo, de la Liga española han regresado Pablo Piatti (Estudiantes) e Iván Marcone (Independiente) desde el Elche (hace meses también desde ese club pegó la vuelta Darío Benedetto a Boca Juniors), que es la entidad que tiene como propietario al empresario Cristian Bragarnik, uno de los mayores dueños de acciones de los pases económicos de los jugadores nacionales, mientras que Pablo De Blasis (Gimnasia), proviene del Cartagena, también de España, pero de la Segunda División.

Si son cuatro los futbolistas que llegan desde España, cinco lo hacen desde Colombia, tres desde Uruguay, dos desde Paraguay y México, y uno desde Chile, Bolivia, Brasil, Grecia, Turquía y Países Bajos.

En este sentido, es claro que la gran diferencia la marcan los clubes poderosos. Si antes de comenzar la Copa Libertadores, Colón de Santa Fe tuvo que desprenderse de Rodrigo Aliendro para transferirlo a River, que puede llegar a ser rival directo en los cuartos de final, o vendió al joven Facundo Farías a un grupo inversor inglés que seguramente lo colocará pronto en Europa, o Talleres de Córdoba está a punto de desprenderse del colombiano Diego Valoyes con destino a Boca (al que también podía enfrentar en semifinales de la competencia continental), los “millonarios” y los “xeneizes” siguen barajando incorporaciones, aunque éstas podrían quedarse en offside si no pasan a la fase siguiente y deberán conformarse con participar en el torneo local.

Es esta la razón por la que River, que ya arregló con el colombiano Miguel Borja, espera aún por el uruguayo Luis Suárez (que a su vez sigue sin descartar quedarse en Europa si aparece alguna oferta potable que venga en euros), o Boca no termina de cerrar la transferencia del chileno del Inter de Milán Arturo Vidal, o esconde por debajo de la mesa la carta del uruguayo Edinson Cavani. Vélez, en cambio, ya consiguió la incorporación del veterano marcador central uruguayo Diego Godín, tras un corto paso por el Atlético Mineiro después de años en las ligas española e italiana.

Del otro lado del océano, tampoco son tantos los argentinos presentes en el actual mercado de pases. Los más sonados con los caos de Paulo Dybala, que deja la Juventus después de siete temporadas y es pretendido por el Inter, pero también por el Sevilla, el Valencia y clubes ingleses, Ángel Di María, que dejó el PSG para recalar en la Juventus, y Mauro Icardi, que también puede irse del equipo parisino al ascendido Monza, club propiedad de Silvio Berlusconi, a la Serie A italiana. Acaso Leandro Paredes sea otro que pueda emigrar desde el PSG, y el Betis se prepara por si se termina yendo a Inglaterra el volante central de la selección argentina Guido Rodríguez.

Con la devaluación del peso, la aparición de capitales privados en Brasil y México, y las enormes diferencias económicas con las ligas europeas o norteamericana, el fútbol argentino sobrevive como puede y hoy más que nunca el negocio parece estar en apelar a las divisiones inferiores, con la idea del fin de la fiesta y recurrir por fin a fórmula que sería la envidia de cualquier industria: gastar en pesos y cobrar en euros.

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Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista Diario Jornada.

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