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Aún sin Messi, Argentina juega en otra liga

A esta altura de las circunstancias, ser bicampeón de América, campeón mundial y llevar cuatro puntos de ventaja al segundo en la clasificación para el Mundial 2026 no representa ninguna casualidad.

08/09/2024 21:35
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Por Sergio Levinsky, Especial para Jornada

 

La selección argentina se puede dar el lujo de despedir a Ángel Di María y prescindir de quien por tantos años fue, por lejos, el mejor jugador del planeta -Lionel Messi, aunque no deberíamos aclararlo, siquiera- y su rendimiento general no decae, como pudo percibirse en el 3-0 ante Chile del jueves pasado en el Monumental de Buenos Aires.

Por supuesto que hay mucho para analizar desde el punto de vista táctico y rápidamente hay que reiterar un concepto que mantenemos desde que asumiera en 2018: Lionel Scaloni no suele ser un entrenador osado sino, todo lo contrario, conservador, aunque fiel al estilo de uno de sus mentores, José Pekerman: se trata de conservar la pelota y evitar, de esta manera, que el rival se apodere de ella, y luego, con jugadores siempre de muy buen pie, construir desde el medio de la cancha, el lugar de mayor poderío albiceleste en todo el ciclo.

Esta selección argentina es un equipo de volantes ofensivos, por encima de todas las cosas, y que al tener mucho la pelota y hacerla circular entre los que saben, necesita tener defensores preparados para el anticipo para sorprender cuando la pelota se pierde.

Si decimos que Scaloni es conservador en cuanto al esquema, lo sostenemos en algunos conceptos: el primero es que ya en toda la clasificación pasada, su sistema fue siempre el de 4-4-1-1 real (maquillado con un 4-4-2 porque muchos colocaban a Messi en la misma línea que el punta, cuando no fue así, sino que jugó detrás de él y por delante de la línea de volantes).

Ese esquema apenas varió ante Chile. Siempre con una línea de cuatro defensores, siguió otra de cuatro volantes (en la que Nicolás González, su reemplazante natural, se quedó con el puesto de Di María, algo que ya iba a ocurrir en el Mundial, pero la lesión final del ahora jugados de la Juventus, lo marginó del torneo de Qatar), y si esta vez comenzó con dos delanteros (Lautaro Martínez y Julián Álvarez) fue porque así lo decidió Scaloni ante la falta de Messi, lesionado.

También se puede observar que, más allá de la táctica, Scaloni mantiene jerarquías en la conformación del equipo, aunque algunos nombres satelitales del plantel puedan variar de acuerdo con las convocatorias. Por ejemplo, cada vez que aparece un hueco por lesiones o suspensiones, el entrenador recurre al siguiente jugador en el escalafón de cada posición para el esquema.

Si se lesionó Nicolás Tagliafico como lateral izquierdo, aun estando Marcos Acuña (sin mucha actividad por su reciente transferencia desde el Sevilla a River), Scaloni optó por Nicolás Otamendi (no por casualidad capitán ante la ausencia de Messi), corriendo al lateral a un, hoy, irreemplazable Lisandro Martínez. Es decir que el entrenador privilegió la situación de Otamendi haciendo movimientos de piezas en lo defensivo en vez de colocar a un lateral puro.

En el medio, queda claro que Nicolás González juega por la banda cumpliendo casi exactamente la función anterior de Di María, incluso rotando a la banda izquierda o derecha según las necesidades, y tal como su antecesor, rindiendo mucho más siniestra que por diestra. Y el ingreso de Julián Álvarez para acompañar a Lautaro Martínez también parece obedecer mucho más a jerarquías que a cuestiones tácticas, a partir de todo lo que el ahora delantero del Atlético de Madrid le dio a este equipo desde el Mundial de Qatar y a partir del hueco dejado por Messi.

Por supuesto que todo esto no significa que las decisiones tomadas desde el banco funcionen siempre a la perfección. Otamendi volvió a perder en un duelo de cabeza (como en la Copa América y en los Juegos Olímpicos) en el primer tiempo, y con Emiliano “Dibu” Martínez vencido, la pelota dio en el poste (el azar jugó a favor cuando antes, tantas veces lo hizo en contra de la Selección). González, a nuestro juicio, rinde más jugando unos metros más adelante y no tanto en el medio, volanteando (lo mismo sucedía con Di María), y no parece que dos nueves (aunque sean de características distintas) puedan congeniar demasiado en la cancha y se superponen.

En cambio, la presencia de un diez que juegue de tal, de organizador del juego, que coloque pases profundos, que tenga una pausa clarificadora, como Paulo Dybala (también lo podrían hacer Rodrigo De Paul, Leandro Paredes o Alexis Mac Allister o Giovani Lo Celso pero hoy los primeros tres cumplen otras funciones en el equipo), parece imprescindible en el andar, especialmente cuando como ante Chile, no se cuenta con las posibilidades de las genialidades de Messi, quien de todos modos aparece en baja por edad y continuidad.

Dybala, pese al poco tiempo en el campo de juego, demostró sobrada calidad para ser el reemplazante natural de Messi, como siempre lo fue, pero casi nunca pudo demostrarlo, ya sea por lesiones, cancelaciones o falta de oportunidades, pero supo aprovechar ese rato para ganarse un lugar, como debería ocurrir, en Barranquilla ante Colombia.

Párrafo aparte para señalar, también, que, una vez más, Scaloni utilizó su recurso de jerarquías y si supo llamar a Dybala cuando éste se encontraba a punto de emigrar al fútbol árabe por una fortuna, para darle a entender que lo necesitaba en el alto nivel para poder seguirlo convocando tras dejarlo fuera de la Copa América, luego fue coherente haciéndolo ingresar durante el partido ante Chile y no sólo eso, sino que le entregó nada menos que la camiseta con el número diez, ante la ausencia del genio.

Nada de todo esto impide sostener, sin embargo, que, con estos detalles señalados, la selección argentina, hoy. Juega en otra liga que el resto de los equipos del continente. Con el Mundial 2026 casi asegurado (con seis plazas y media para la Conmebol y 18 puntos sobre 21), y con cuatro puntos de ventaja al segundo (Uruguay), sólo le queda pulir su juego, aprovechar para adelantarse unos metros y seguir construyendo a partir de bases muy sólidas como éstas, con un equipo ya consolidado, y que va por la vida con un bolsito muy liviano, lejos de aquella mochila cargada con piedras del pasado reciente. Y eso, ayuda mucho.

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