Por Roberto Suárez
Oriundo del Departamento Las Heras se traslado a Córdoba para estudiar en la Escuela de Suboficiales de la Fuerza Aérea donde tras egresar con el grado de Cabo Primero solicita la baja para continuar sus estudios universitario en la facultad de Ingeniería a la par de trabajar como obrero de la planta automotriz de Industrias Kaiser Argentina de donde también era delegado gremial.
Santiago fue asesinado en setiembre de 1966. Cayó en una manifestación de protesta alevosamente baleado por la espalda por un policía participante de la represión ordenada por el poder dictatorial de turno.
En esa época gobernaba el país el régimen militar autodenominado "Revolución Argentina", presidido por Juan Carlos Onganía, quien derrocó al gobierno constitucional de Arturo Illia, a partir de cuya política económica se implementaron una serie de medidas autoritarias, antiobreras y desindustrializantes. También persiguió y encarceló a los militantes políticos y sindicales opositores, disolvió los partidos políticos e intervino las universidades, que fueron consideradas "centros de subversión y comunismo" por la propaganda oficial. En este contexto, estudiantes y profesores fueron desalojados violentamente de las universidades por la policía, en lo que se conoció como la "Noche de los bastones largos". Todo esto llevó a una protesta obrera más parecida a una "rebelión popular".
En la resistencia a esta dictadura, fue en Córdoba donde se estableció la base fundamental. Todas las tardes grupos de estudiantes se concentraban en varios lugares céntricos. El grueso batía palmas y gritaba consignas para llamar la atención.
En julio de 1966, a pocos días de la intervención, una asamblea multitudinaria en la escalinata del Pabellón Argentina de la Universidad de Córdoba, definió una huelga por quince días; medida que contó con la solidaridad expresa del movimiento obrero, que organizaba para los estudiantes ollas populares en los sindicatos ante la decisión de la dictadura de cerrar el comedor universitario.
Funeral del estudiante Santiago Pampillón en Mendoza 1966
En la primera semana de setiembre de 1966, miles de volantes convocaban a una asamblea en la Plaza Colón con la idea de atraer allí al grueso del aparato represivo y pasar de boca en boca la consigna de que la asamblea se haría en una esquina céntrica el 7 de setiembre a las 20.
El plan falló parcialmente, ya que más de un millar de estudiantes fueron rodeados en la Plaza Colón por la policía, que apagó el alumbrado público e iluminó la concentración con reflectores. Entretanto, en otras esquinas aledañas se concentraban miles de estudiantes. Al momento de abrir la asamblea decenas de patrulleros dieron inicio a una batalla campal, en que el aire estaba saturado por los gases lacrimógenos.
En un momento dado, la infantería comenzó a replegarse y el dominio estudiantil se hizo más fuerte. Desbordada, la policía comenzó a reemplazar los gases lacrimógenos por las balas. En la Plaza Colón, entretanto, los estudiantes salían como podían del cerco policial y marchaban al centro. En conjunto, la batalla se libraba en un radio de 20 cuadras. "Han matado a un estudiante", anunciaba el canal televisivo de la Universidad.
En la avenida Colón, un policía había disparado a sangre fría sobre el estudiante mendocino Santiago Pampillón.
Esa noche, los estudiantes fueron nuevamente reprimidos cuando se concentraron frente al Hospital de Urgencias, donde se trasladó el cuerpo de Pampillón, replegándose en el barrio Clínicas hasta el amanecer. Un negro manto de silencio y luto cubría al movimiento estudiantil cordobés. Pampillón fue sustraído del calor popular e internado y luego muerto conducido a Mendoza, para evitar mayores exteriorizaciones. Más de tres mil personas despidieron sus restos en nuestra ciudad, destacándose la presencia del dirigente obrero más progresista que tuvo este país Agustín Tosco.
El asesinato de Santiago Pampillón, quien se transformaría en un símbolo por su doble condición de obrero y estudiante, fue una bandera, fue un programa para la liberación nacional. Y en los años sucesivos siempre con firmeza cada vez más evidente, se fue conmemorado el sacrificio del joven mendocino quién condensó a la unidad obrero-estudiantil y fue el inicio de un camino que, menos de tres años después, el 29 y 30 de mayo de 1969, desembocaría en la batalla de dos días entre el pueblo cordobés y la policía que pasó a la historia con el nombre de Cordobazo y que significo el principio del fin de del dictador Onganía.
El 13 de setiembre del 2016, por decisión del intendente de Mendoza, Rodolfo Suarez, en el Cementerio de Capital, fueron trasladaron los restos de Pampillón al panteón de ilustres y destacadas personalidades. Durante el homenaje de reconocimiento se colocó una placa distintiva y una ofrenda floral. Un valioso reconocimiento al primer martir que era la síntesis del hombre que trabajaba y estudiaba, y que quería construir un país más justo y solidario. Se cumplen en este mes de setiembre 58 años de aquel asesinato del joven militante radical mendocino. Hay que recordarlo en momentos que el negacionismo ha florecido en la argentina.