Por Roberto Follari, Especial para Jornada
Tres golpes sucesivos recibió Milei en el Congreso, como para que esté claro que ya no domina ese espacio. El martes, la Bicameral de Seguridad quedó bajo dirección de Lousteau, en acuerdo con el kirchnerismo. Habrá, entonces, control sobre espionaje y acciones de seguridad, lo cual no agrada ni a Bullrich ni al presidente.
El miércoles Milei perdió en Diputados, esta vez por los 100.000 millones de pesos asignados a la SIDE, central del espionaje. No sirvió la maniobra de declarar que a dos semanas del decreto ya se había “devengado” casi todo el dinero, y que no se puede saber sobre su gasto porque se autodeclararon “fondos reservados”. Hubo media sanción al rechazo de la caudalosa asignación, hecha por el presidente pero propia de lo que él llama “degenerados fiscales”. Parece que sólo se ve la paja cuando es en el ojo ajeno.
El cúmulo de derrotas continuó el jueves en el Senado, con la aprobación de una ley que mejora la situación de los jubilados. No es ninguna petición maximalista: se trata de pedir que ganen lo mismo que al final del gobierno anterior, pues el actual “se salteó” la caída de diciembre y enero para sumar los actuales aumentos que siguen el índice de inflación. Al margen de la desconfianza sobre la seriedad del cálculo del INDEC -el 4% de julio pareció dibujado-, el mismo se aplica sobre esa base deformada por el salto inflacionario que el gobierno de Milei impuso a fines del 2023.
Milei -sin sentido de la oportunidad- salió a responder en la Cámara de Comercio de Rosario, donde se esperaban anuncios para el sector que no llegaron. Los argumentos son archiconocidos: que él no va a negociar el superávit fiscal (aunque en ello se decrete el hambre de millones de desocupados, jubilados y asalariados); que los jubilados han ganado 5 puntos a la inflación (un disparate grotesco que no merece análisis); sobre la anulación de los millones para la SIDE, que si hay un atentado la culpa la tendrán los diputados. Esto último es esperpéntico: quien nos ha metido en un conflicto internacional es el presidente, yendo a Israel a decir que Argentina apoya a Jerusalén como capital de ese país (lo cual casi nadie reconoce en el mundo, e ignora los derechos de los palestinos y los pueblos árabes en general). El conflicto en Medio Oriente no es de los argentinos, pero sí es de Milei. Y, encima, los dineros de la SIDE no son auditables mientras se sospecha que podrían servir a transacciones con periodistas, legisladores y otros agentes de la política a los que el gobierno necesita de su lado, acorde a que el espionaje en la Argentina sólo ha servido a la persecución política interna. Bullrich es buen ejemplo: ahora protesta diciendo que habrá problemas de seguridad ciudadana por no dar dinero a la SIDE -una cantidad exorbitante e injustificable cuando se hambrea a millones de argentinos-, mientras su ministerio se ha dedicado exclusivamente a la represión de la protesta social y política, desentendiéndose de lo que suceda en seguridad. Los cinco muertos en Mendoza en un solo fin de semana, son muestra de cómo está el país en ese rubro.
Milei desafía a gritos, dice que vetará, que no le tiembla el pulso, etc. A él no le tiembla, pero lo que tiembla es su espesor político. Ya una consultora de derechas decía que el presidente perdió 10 puntos de intención de voto en el mes de julio, cayendo abruptamente desde 40 a 30 puntos. Eso era antes de este rosario de derrotas, y de la enorme agresión al Congreso y a la población que implica vetar un aumento que incluso es tan modesto, que serviría para que la mínima llegara a los 320.000 pesos mensuales.
¿Cómo piensa restaurar su relación con el parlamento el gobierno, si declara la guerra en vez usar la razón para negociar? (en el mejor sentido de esta palabra). Suena a escupir para arriba. ¿Y cómo piensa que la mayoría de la población recibirá su tozudez, tras haber sido arrollado en el Senado por 61 votos a 8?
El presidente no parece advertir el abismo de su soledad. Un acuerdo con Macri, tras idas y venidas, no es suficiente. Mandar a vacacionar a Santiago Caputo, tampoco.
El desorden interno en la coalición de gobierno
Los ataques entre Villarruel y el presidente ya son indisimulables. Algunos, por tv, se anticipan a jugar a favor de la vice, en clara mancuerna con Macri. Es el retorno del stablishment y los equipos consolidados de la derecha tradicional, inquietos por la presencia del intruso que acaparó la presidencia desde modales que no cuadran con el Jockey Club.
Pero se trata de una jugada difícil: las reuniones entre el ex presidente y el actual se incrementan, pero la relación es de desconfianza. Con la vice, de una sorprendente buena imagen pública -la población en poco la conoce-, Milei acaba de encontrarle el punto débil: es una partidaria de la dictadura, y se la puede poner en evidencia por ese lado, que ella disimula cuidadosamente. El acaba de insinuar que “puede haber complicidades” hacia los que fueron a visitar genocidas: va en una dirección que puede serle favorable, pues no es buen antecedente ser visitante de Videla.
Mientras, reina el caos en los bloques legislativos. Lemoine, en nombre de la Rosada, brama contra Villarruel, diciendo que ésta se ha callado sobre las visitas a represores. Y hasta agrega sobre la mendocina Arrieta, que ésta “no tiene los patitos en fila” (mostrando que la misma Lemoine no es partidaria de mirarse al espejo).
Pero es que Arrieta pasó varios límites. Es torpe lo que muchos hacen -incluso C5N- de poner en dupla a Bonacci y la mendocina. Esta última ocupó el plano central de la foto con los genocidas: Bonacci no estuvo en esa foto. Por eso, la santafesina puede argüir que ella no sabía dónde se la llevaba, y que por eso, al darse cuenta, se apartó.
El caso de Arrieta es contrario: ocupó el centro de la escena. Ya hay antecedentes en Mendoza que le son problemáticos: el descabezamiento de la cúpula de PAMI local para ubicar gente propia, los conflictos judiciales de algún miembro de su familia por presuntas irregularidades al lograr afiliaciones.
A su vez ella quiso fingir sensibilidad hacia los perseguidos por la dictadura, al presentarse con un ejemplar del “Nunca más” en el Congreso. Y luego, cuando se habló de expulsarla, inició una causa contra Menem como jefe del bloque y posibles llegadas más arriba en el Ejecutivo, porque habrían sido cómplices de la salida a Ezeiza. Algo así como “si caigo yo, caen todos”.
Esto le cobraron en la caótica reunión del bloque en Diputados, donde los gritos de la mendocina fueron extremos y estuvo el padre de Bonacci. La cuyana ha denunciado violencia de género, recurso inesperado desde un partido que se opone a políticas de género y que ha acabado con el Ministerio de la Mujer, así como con el INADI.
Sigue el corso. Ahora se habla de que el bloque piensa expulsar a Arrieta, así como en Senadores se expulsaría a Paoltroni, aliado de Villarruel que se ha confrontado con el Ejecutivo. Está claro que la improvisación con que se llegó a reclutar a quienes forman hoy LLA, empieza a generar consecuencias.
El bolero de Macri hacia Milei: “qué tal te va sin mí”
Macri marchó sin rumbo meses y meses, siendo el último vagón del tren de Milei. Se cansó: los votos suyos fueron decisivos para el triunfo del hoy presidente, y éste no para de elogiarlo sin darle nada de peso en su gobierno.
Macri ha soportado desaires, nada suaves ataques de Santiago Caputo en las redes, el frío de la noche tucumana en la que no lo invitaron a entrar. El quiere el lugar que ahora tiene El Jefe -Karina- y que ha venido teniendo el poderoso asesor.
Pero si Milei renuncia a su hermana y a Santiago Caputo -dueño hoy de la SIDE y del ejército de trolls, entre otros muchos espacios-, renuncia a todo poder propio. No puede entregar tanto: pero si Macri le retira el apoyo, Milei es un muerto político. Su fuerza, junto al PRO, no alcanza para ganar en el Congreso, pero es una cantidad competitiva: sin el PRO, es una minoría escuálida.
Macri le hizo sentir el frío de dejar de apoyarlo: así, en Diputados, una buena parte del PRO dio quorum y golpeó el decreto de los dineros a la SIDE. Gran parte de los bloques de Pichetto y del de los provinciales, así como de la UCR, hicieron lo mismo, y propinaron fuerte derrota al bloque oficialista.
¿Qué tal te fue sin mí?, pudo explayarse Macri. Milei tiró la toalla rápido, pidiendo otra reunión. El resultado fue un insólito mensaje del ex presidente en las redes, donde de golpe apoya nuevamente a Milei de modo irrestricto, diciendo que no puede atentarse contra el déficit fiscal (como si se hubiera afiliado súbitamente al partido oficial). ¿Otra vez el romance? ¿Y cuánto ha costado esta reconciliación? Algunos piensan en negocios: tal el caso de la llamada Hidrovía, sobre la cual públicamente había pedido Mauricio.
Fabiola, algunas verdades y varias mentiras. Ocaso en la jugada de la derecha.
Lo sucedido en el Congreso mandó el insoportable ruido mediático sobre Fabiola y Alberto al cajón de las reliquias. Por supuesto que la tv oficialista sigue con el asunto, pero ya no interesa. La política en serio tiene mejores cosas de qué ocuparse.
Parece evidente que hay un fondo de verdad sobre la violencia de Alberto, aunque deberá probarse en detalle. Cantero no desmintió los chats. Pero la operación de la tapa de diario antes de que Fabiola declarara, más las filtraciones por el juez Ercolini, no dejan dudas sobre una estrategia político/mediático/judicial, relativamente obvia en tiempos del lawfare.
Según una encuesta, medio país piensa que el tema fue impuesto para tapar problemas económicos: a veces la gente piensa con acierto. Y es que Fabiola ha resbalado repetidamente. Era falsa, según parece, la declaración contra la ex ministra de la mujer. Y cabe preguntar, ¿qué tenía que ver con la violencia de pareja atacar a una ex ministra? Notoriamente, ese ataque buscaba demeritar a las políticas de género, así como al gobierno anterior. Y salió mal.
Peor fue la denuncia sobre acoso de Alberto Fdez. luego de dictada la toma de distancia. Fue falsa. Pero sirvió para que allanaran la residencia del ex presidente, le quitaran el celular más documentación escrita y de computadora. La mentira resultó útil, y es obvio que puede usarse los datos obtenidos para lograr más escarnio político.
Está en discusión el siempre “creer a la víctima”, pues es obvio que ser víctima es algo que sólo se certifica luego de la investigación. Se dice “creer a la víctima” por “creer a quien acusa”: pero no siempre la acusadora dice la verdad, aunque este principio haya ayudado en su momento a que muchas mujeres se animaran a hablar. La derecha ideológica está usando ahora este principio para hacer operaciones en su favor, usándolo incluso contra las políticas de género. Y también puede mentirse con otras finalidades.
El caso de los rugbiers franceses acusados en Mendoza parece claro en ese sentido. La acusadora había subido voluntariamente al cuarto de hotel, pero no sólo eso: había -luego de salir casi de mañana- hecho afirmaciones jocosas y celebratorias de lo que allí había vivido. Es lo que se encontró en su teléfono, luego de que ella decidiera denunciar.
Cerca de tierras de Loan, diputado pedófilo prófugo
Hace dos semanas tuvimos el caso lamentable de una ex candidata a la intendencia de Maipú por LLA acusada -de manera bastante incontrastable- del asesinato de un profesor en esa localidad.
Ahora, las improvisaciones en el reclutamiento -bellezas de la antipolítica, el meter gente sin experiencia a las listas- ha dado en Misiones tremendo golpe. Diputado provincial de la agrupación Activar -también ligada a los libertarios- acusado de zoofilia y pedofilia, a través de lo encontrado en su computadora. Kiczka, de él se trata, se ha profugado, situación en la que también estaría un hermano suyo acusado por la misma causa.
No sobran adjetivos para calificar la situación. Es inaudito que funcionarios públicos estén incursos en delitos de esta calaña que lastiman las más elementales reglas de la convivencia política y social, arrasando las infancias de diversos niños y niñas.
El caso no tendrá la prensa que tuvo el de Alberto. Un diputado provincial no es un ex presidente, cierto. Pero el stablishment en este caso no quiere hacer la fiesta mediática: está incómodo. En este caso es un funcionario oficialista. Aunque la aberración del delito sea extrema, es esperable cierto margen de disimulo.
Mientras, entramos a una semana que será decisiva. Nada garantiza que la sociedad y el Congreso vayan a aceptar pasivamente el veto de Milei, ya sea total -como él lo expone- o parcial (al que personeros con más experiencia quisieran apelar). En corto pero también en mediano plazo, el veto presidencial traerá consecuencias.
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