Por Roberto Follari, Especial para Jornada
En medio de un ruido mediático excesivo y reiterado con la acusación hacia Alberto Fernández -nunca supimos que los medios electrónicos estuvieran tan interesados en la violencia de género- y todavía con rescoldos del nunca resuelto caso de Loan, se nos pasan los elefantes por las narices.
De modo que el gobierno ha anunciado, sin bombos ni platillos, que ha de privatizar nuestras principales centrales hidroeléctricas. Una decisión que, por cierto, abre enormes preguntas sobre nuestra soberanía en un área estratégica como es la energía.
Lo mismo ocurre nada menos que con Fabricaciones Militares, espacio ligado a la seguridad nacional si los hay. Alguna vez Churchill declaró que había que aplastar a la Argentina, para asegurarse la hegemonía planetaria de las potencias del Norte: sin dudas que este es un hito importante en esa dirección. Se juega la pérdida de la autonomía en lo militar, subrayada por la presencia de un destacamento de los EE.UU. que opera ahora en Tierra del Fuego, a pesar de la abierta oposición del gobernador local.
La fiebre privatizadora incluiría a IMPSA, aquella empresa bandera de la provincia de Mendoza, salvada de la quiebra en tiempos de Cristina Fernández (poniendo dineros del Estado nacional y -en medida menor- del provincial). Ahora se privatizaría completa, obviamente para quedar en manos del capital transnacional.
Esos son los asuntos, mientras los medios hablan de otras cosas. Estamos distraídos de lo esencial, la vida nos pasa mientras “estamos haciendo otros planes”, como decía John Lennon.
Un discutido dato del INDEC fijó en 4 puntos la inflación de julio: es un empate, pues el gobierno quería que fuera menos, pero puede exhibir que habría bajado respecto de junio. En todo caso, la inflación continúa pero no es galopante. Ahora va sobre los aumentos de tarifas en gas, luz y agua, y sobre el aumento del precio del transporte urbano especialmente en la CABA, donde sigue el conflicto entre Milei y Jorge Macri.
La pobreza, por cierto, es flagrante. Dos de cada tres niños argentinos, el 55% de la población según la Univ. Católica Argentina. Ha aumentado 10 puntos en sólo 7 meses, y los cartoneros y esculcadores de basura abundan en todo el país y a toda hora.
¿Quién mandó matar a Cristina?
Hay silencios y disimulos en torno del juicio por el intento de asesinato a Cristina Fernández. La tv se entera poco, a pesar de la importancia que el tema debiera tener: es tal la satanización que se ha hecho de la figura de la dos veces presidenta, que el asunto forma parte de un concertado olvido colectivo.
Todo es oscuro en esa investigación. Insólitamente, sólo Sabag Montiel y su pareja, la Uliarte de “los copitos”, están detenidos y procesados. De la organización Revolución Federal -cuyos miembros son públicamente conocidos- nada se indaga: están en otra causa que no han asociado a esta. Morel anda por allí, sin ser interrogado a pesar de que dijo que él mataría a Cristina del mismo modo en que Sabag Montiel después quiso hacerlo.
La custodia del teléfono de Sabag Montiel también falló: inexplicablemente, para transportarlo había una sola persona. El teléfono llegó abierto. La jueza Capuchetti es la responsable, como lo es también de toda esta investigación sin horizonte.
La responsabilidad de Milman, el diputado al que se escuchó decir que “ella estaría muerta” cuando él viajara a la costa, no se ha indagado. Es pasmoso, pues dos secretarias estaban con él cuando lo dijo: es un hombre del riñón de Bullrich.
El financiamiento de la familia Caputo a Morel y a su pronto desaparecida carpintería, nadie lo investiga: poderes que tiene el poder. Se sigue con la “ingenua” teoría de soledad de los dos supuestos loquitos que gatillaron, como si no fuera obvio que hubo instigación desde más arriba, y como si aquel pasmoso proyecto de Milman presentado en Diputados días antes del atentado diciendo que Cristina podía tener un ataque a su vida, fuera porque el legislador del PRO es vidente del futuro o -como dice la ex presidenta- un socio de Nostradamus.
Diputados: sesiones tormentosas
La sesión del miércoles al jueves hecha en Diputados, tuvo de todo. Ya los vaivenes con la visita a los genocidas en Ezeiza eran permanentes: Lemoine -voz de la Rosada- acusaba a Villarruel de hacerse la distraída, mientras tiraba dardos confusos contra Pagano. Arrieta lanzaba un proyecto para investigar responsabilidades de Menem y de Bullrich deslizando que estos estaban al tanto, si es que no habían sido parte de la organización misma de la actividad.
No han terminado las peleas por el asunto, que volverá probablemente a tratarse. Por ahora, los y las que fueron pudieron zafar: se votó no tratar el proyecto de Marziotta para expulsarlos de la Cámara. Pero podría haber otras sanciones a esta monumental transgresión cometida con toda intención, pero luego renegada como un objeto envenenado.
La Iglesia, mientras, echó de Zárate al cura Olivera, hijo de un represor ahora preso pero que estuvo muchos años prófugo. Tal sacerdote, que se formó en San Rafael, se supone que allí volverá, y quizá halle cobijo entre religiosos ultraconservadores. El fue uno de los organizadores de la extravagante visita.
Mientras, en un juego como aquel de los niños de “aquí estaba, pero no tá más”, el gobierno impidió que se discutieran los pasmosos 100.000 millones de pesos otorgados por decreto a la SIDE. Este gobierno, auditador serial de quienes no quiere financiar en el Estado, hizo no auditable esta enorme cantidad de dinero. Y cuando se iba a tratar en la Cámara, lanzó que…¡¡ya se gastaron!! ¡¡En sólo dos semanas!!
Si se gastaron, el uso dadivoso de recursos del estado es inexplicable. Si no se gastaron, es una mentira que impide evitar esa erogación desmesurada, en un país en el que para nada hay plata. Para espionaje, sí hay. Y como son sumas reservadas, no se puede saber si es cierto que ya las gastaron. Pero así se impide que una ley pudiera achicar esa suma dispendiosa, apelando a un procedimiento de discutible legalidad.
Aparte, el gobierno logró media sanción de su proyecto destinado a convertir la educación en “servicio esencial”. Qué bien suena. Se trata de, con ello, impedir que en los paros docentes se deje de dar clases. Es, obviamente, una medida para golpear las protestas de una docencia que, en los hechos, ha perdido el apoyo presupuestario del FONID que quitara Milei, de modo que tiene un horizonte oscuro para sus salarios.
Mientras, en una cabriola difícil de entender, la UCR sí se unió a la oposición para lograr media sanción a un proyecto de financiamiento para las universidades, donde el paro esta semana fue de tres días, y continuará por otros dos la semana siguiente. Allí no hay dinero como sí lo hay para la SIDE. Si bien De Loredo guardó silencio (él sólo está para servir al oficialismo), su bancada lideró -con el imprescindible y más numeroso concurso del peronismo- una decisión que, de imponerse en el Senado, Milei promete vetar. Mala jugada sería para el presidente, que quedaría en abierta enemistad con el Congreso. Eso no le conviene, ya pasó el tiempo en que veía allí “delincuentes” y “ratas”.
Mientras, Macri se reunió de nuevo con Milei: dos horas esta vez, cuatro habían sido la anterior. Poco sale de allí, ni El Jefe -Karina- ni Santiago Caputo piensan regalar poder al perdidoso PRO: les va mejor tenerlo rendido a su propia tropa, como ocurre con Bullrich. Macri quiere apoyar al gobierno, y a la vez diferenciarse: como siempre, lo único que hizo fue votar todo lo que quiere LLA. ¿En qué se diferencia? En nada: es un apéndice del gobierno.
Operación Fabiola: tratando de alargarla
¿Quién hizo denunciar a Fabiola? Es la gran pregunta, y obvio que la mirada se deposita en el juez Ercolini a la hora de responder. Se trataba de otro tema, y el juez se metió en los chats de violencia de género, llamó a Fabiola a Madrid, le habló de la posibilidad de hacer denuncia. Después hubo más de un mes de silencio de ella, previo a lanzar su acusación. ¿Qué pasó en el medio? ¿quién habló con ella? No es el interés por la violencia de género, aparentemente, lo que ha movido todo esto: es el escándalo producido, y el daño a la oposición política.
Fabiola dijo ahora, en medio del ruido, que ella denunció porque fue motivada para hacerlo. Todos se callan, como si no hubieran oído.
Los escándalos con Tamara Pettinato y otras mujeres son muestras de un presidente trivial, pero es curioso que no hay igual repulsa cuando se recuerda a Carlos Menem. ¿Cómo fue sacada Zulema de Olivos? No salió voluntariamente. ¿Y las mujeres, no entraban y salían de la residencia presidencial como por su casa? Es cierto que cambiaron los tiempos. Pero lo que más cambió son las conveniencias en uno y otro caso, ya que Menem era neoliberal y privatizador como es Milei -no en vano éste lo reivindica-, y hasta la ahora restituida Yuyito González fue parte de aquel libreto.
Tengamos claro: parece que hubo violencia de género, y la misma es grave y debe ser investigada y -en su caso- sancionada. Por supuesto. Pero ello bajo las reglas de derechos de género que el mismo Alberto protegió en lo político, y no ha sabido honrar en lo personal. Son las normas del peronismo, la izquierda, el feminismo y el progresismo. No son las de la derecha, que aprovecha el caso -lo promueve-, mientras está en contra de los derechos de género, como el gobierno de Milei abiertamente sostiene.
Mucho ruido, pero nada es muy claro. Fabiola se declara alcohólica, y nadie parece haberlo escuchado. Los chats se siguen filtrando -obviamente desde el juzgado- y todos callan al respecto. El juez Ercolini fue uno de los que estuvo en el escondido encuentro de Lago Escondido, y nadie parece acordarse (el viaje lo financió el mismo medio que sacó en tapa por primera vez lo de Fabiola, sin que hubiera denuncia todavía). Ahora el fiscal González -de la causa Fabiola- dice que no es necesario meterse al celular de Alberto y Rívolo (fiscal de la otra causa, la de Seguros que se usó para obtener los datos de ésta) pretende que se abra ese teléfono a toda costa.
Está claro: los desaguisados de Alberto son una vaca que da mucha leche a la derecha argentina. Y se quiere, tras haber logrado la denuncia, que la cuestión siga y siga.
Los feminismos debaten. Es un absurdo lo dicho por Milei (que el “yo te creo” servía para perseguir ideológicamente, lanzó, sin prueba y sin siquiera ejemplo alguno), pero Mengolini sostuvo que hay que relativizar la consigna: no es que de la mujer que acusa siempre brota la verdad. El enorme ruido político que se vive, podría servir para hacer menos taxativas algunas afirmaciones surgidas del rechazo a las décadas de silencio y sometimiento que las mujeres han debido padecer.
Estampas mendocinas: una ex candidata de LLA acusada de homicidio
En Mendoza, dos noticias de importancia. Una, que se denunció por parte de personal de seguridad, diciendo que se halló una célula terrorista islámica ligada al ISI, que pensaba operar en primera instancia en Rivadavia. El hallazgo es sorprendente: y en tanto resulta extraño y es de importancia securitaria, se requiere mejor información. No he encontrado nombres de los acusados, ni referencia a dónde están y cómo serían juzgados. El secretismo en un tema tan delicado promueve suspicacias, dado que las acusaciones de “terrorismo” -tan propias de Pichetto y de Bullrich- pueden servir para agravar los márgenes de vigilancia y represión a la población.
Mientras, la ex candidata a la intendencia de Maipú por las fuerzas de Milei, está acusada del crimen -cometido junto a otras dos personas- de un anciano profesor de esa localidad. Algunos sitios noticiosos tratan de proteger a la fuerza política gubernista del impacto: es que querían quedarse con una cuenta del hombre en Estados Unidos, lo mataron y simularon un incendio. Las cámaras de seguridad parecen dar claridad sobre lo sucedido y sus responsables. A pesar de lo cual, una conocida locutora de la tv de Mendoza resultó tragicómica: “fue candidata del partido de Milei, pero hoy el presidente no tiene nada que ver con ella”. Higiene política selectiva, siempre en favor del gran capital y sus representantes. Pues es obvio que Milei no tiene que ver directamente: pero también que se trata de una reciente candidata de su propio partido.