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La gente avisa: se viene un muy difícil escenario electoral

Los sondeos muestran cada vez más el rechazo de la ciudadanía a la clase política, en un proceso de elecciones que se presenta muy complicado para quienes pretenden conducir al Estado.

25/05/2023 10:30
Según el sociólo, Roberto Stahringer, “en las PASO del 11 de junio se verá con claridad el enojo de la gente”
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Por Lacho Meilán


Un estudio de la consultora porteña FGA (Federico González y Asoc.), realizado en todo el país, señala que el 72,9% de las personas consultadas posee “mucho hartazgo” de la realidad política y electoral actual del país. Al mismo tiempo, un 68,1% se presenta con “mucha impotencia”, un 67,9% con “mucho enojo” y un 65,5% con “mucha decepción” hacia la clase política nacional.

La consulta fue realizada sobre 2.400 casos en todas las provincias, entre el 12 y el 19 de mayo pasado, y da cuenta de las complicadas condiciones en que se realizarán las PASO nacionales -programadas para agosto próximo- y la general de octubre.

Pero sin dudas, también contribuye a ver el clima preelectoral en nuestra provincia, donde el próximo 11 de junio se realizarán las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias, para determinar quiénes, finalmente, serán candidatos/as a la Gobernación y vice, a la Legislatura, a 11 intendencias y a la renovación parcial del mismo número de concejos deliberantes departamentales.

El escenario no se presenta fácil para la clase política. Que prácticamente el 70% de la población esté disconforme con la situación actual, ya ni siquiera puede ser considerado un llamado de atención. Porque cuando se habla de “hartazgo”, de “impotencia” y de “decepción”, se entiende que la paciencia de la gente está llegando a un límite.

Según el sociólogo mendocino y consultor, Roberto Stahringer, “en las PASO del 11 de junio se verá con claridad el enojo de la gente”. Así lo señaló en los micrófonos de Radio Jornada días atrás.

Desde su visón, aquel hartazgo medido a nivel nacional, “se puede deconstruir en dos partes, un enojo en niveles como nunca antes se han visto y la resignación, lo que es más doloroso aún”.

Las razones para esta situación social están claras. El país atraviesa el peor proceso inflacionario de los últimos 30 años. Si bien no puede hablarse aún de “hiperinflación” (los manuales de economía dicen que eso ocurre cuando se supera el 100% mensual o el 1.000% anual), el escenario, con una inflación de casi 110% al año, es ya, para la mayoría, insostenible.

Otros parámetros son aún peores. El índice de pobreza se incrementó más del 113% en el último año y el de indigencia, más del 120%, según datos oficiales. ¡Hacen falta más de $203.000 para no ser pobre en este país! Y el número sigue en ascenso.

Es lógica la reacción. Stahringer señala que la ciudadanía carga subjetivamente “contra la política” y “contra los políticos”. Pero “pretender que una persona como un presidente pueda revertir las falencias económicas o sociales, sería una fantasía”, reflexiona.

Días atrás, también en Radio Jornada, el precandidato a vicegobernador de “Ahora peronismo”, Lucas Ilardo, se sinceraba: “Hay apatía de la gente, cierto malestar y desazón con la política porque no resolverá los problemas”.

Efectivamente, quienes viven de la política está muy al tanto del enojo y del hartazgo ciudadano.

El periodismo en tanto, comienza a preguntarse si la Democracia está en juego o si es sólo una situación extrema, exacerbada por el proceso electoral.

Está claro que la sociedad está tomando riendas en el asunto y que los tradicionales posicionamientos políticos comienzan a virar. No es casualidad que ahora prevalezcan figuras como la de Javier Milei, cuyo principal discurso se basa, precisamente, en criticar con dureza a “la casta” política. Es decir, alguien que también es un político, que dona su sueldo de diputado nacional en un acto visto por muchos como “demagogia”; que además tiene el mayor porcentaje de ausencias en las sesiones de la Cámara donde trabaja, se apropia del discurso y termina reflejando el enojo supremo del pueblo.

Quizás lamentarse de antemano cuestionando a quien puede “atentar contra la Democracia”, no sea la respuesta.

Porque lo cierto es que la gente está avisando. El que viene es un muy difícil escenario electoral. La clase política, como sucedió en 2001, deberá repensar su rol y encontrar respuestas a la desazón colectiva. No por el bien propio, ni por la subsistencia de una fuerza política o una ideología. Sino por el bien de la República.

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