Extraño es el derrotero público del intendente de Las Heras, Daniel Orozco. De convertirse en una de las sorpresas electorales del 2015, donde de la mano de Julio Cobos se transformó en el verdugo radical del peronismo en su histórico bastión, y más tarde -tras ganar cómodamente su reelección- buscar sin éxito ir por la Gobernación, se transformó en estos meses en el enemigo público del oficialismo al que siempre perteneció.
Queda claro que la pelea de Orozco con el radicalismo y el Frente Cambia Mendoza (FCM) y su inmediata postulación como vice de otro dirigente rupturista como Omar De Marchi, artífice de la creación de La Unión Mendocina (LUM), dejó un abismo en aquella sociedad política que permitió las victorias de Alfredo Cornejo primero y Rodolfo Surez después. Y que para mayor tensión, amenaza ahora con bloquear el regreso cornejista.
La posterior sucesión de denuncias, agresiones e incidentes desagradables con epicentro en la comuna, de las cuales se destacan grabaciones ocultas, extorsiones, cooperativas de trabajo truchas, abusos sexuales y el incierto ataque en la vía pública a la poderosa secretaria de Gobierno (y pareja de Orozco) Janina Ortiz, hicieron de Las Heras una batalla aparte en la que parece que vale todo. O lo que es peor, que las diferencias políticas exponen las miserables prácticas de un municipio conducido por un hombre que, además, dice renegar de la política.
En el medio, las PASO dejaron abierta la herida al consagrar a Cambia Mendoza como el frente ganador en el departamento, pero a Martín Bustos -delfín de Orozco- como el candidato más votado, y extendió así la incertidumbre electoral hasta las generales del 24 de setiembre. Tal vez por eso, no hay día sin que Las Heras no esté en la agenda, desmadrada, sin conducción. Cuestionada y sin respuestas, incluso al margen de la gestión.
Y cuando parecía que la disputa alcanzaba algo de calma, pese a las decisiones judiciales pendientes en las numerosas causas donde se investigan estos hechos, Orozco volvió a sorprender con otra jugada muy política. Tal vez más audaz que su salto del cornejismo al demarchismo, cuando días atrás abrió incógnitas al mostrar ahora una foto muy sonriente con el ministro de Economía y precandidato kirchnerista, Sergio Massa.
El misterio se develó al confirmarse el envío de fondos desde la Nación para la concreción de una red de agua potable y tratamiento cloacal, que más allá de los montos o los detalles de su postergación, llama la atención y abre suspicacias. Más de las que necesita Las Heras y la impactada Unión Mendocina.
En primer lugar, por el momento del anuncio, en pleno contexto electoral, donde no han de desconocerse los vínculos de referentes de LUM con Massa, lo que incluso generó sospechas en el PJ con la tropa propia; y luego, por la metodología con la que la Nación en este tiempo se ha manejado con los municipios del peronismo a los que proveyó de dineros y programas de forma directa, sin intermediación alguna ni conocimiento por parte de la Provincia. ¿Considerarán ahora en la Casa Rosada a Orozco como un intendente "amigo" luego de su quiebre con Cornejo? ¿Será esta una ayudita massista para complicar las chances de Cornejo?
Pero hay más. ¿Luego de su conversión del cobismo al cornejismo y de allí al demarchismo, el lasherino ensaya un nuevo salto hacia el massismo? ¿Urgencia, necesidad o simple impulso exploratorio de otros soportes políticos? ¿Un Orozco cercano al poder kirchnerista, desperfila a De Marchi en Mendoza? Todas preguntas aún sin respuestas.
Orozco ha pretendido durante todos estos años elaborar una narrativa en la que él encarna al médico de pueblo, preocupado por los suyos y al margen de los codazos y posicionamientos con los que la política y los políticos ganan casilleros en busca del poder. Pretende convencer que cada uno de sus pasos son causa del azar, la mera gestión o del impulso vecinal huérfano de representación.
Sin embargo, cada decisión ha perseguido objetivos políticos personales, de los que a diario amaga desistir bajo el argumento de que como profesional de la Salud que es, lo suyo es el consultorio y no los despachos oficiales en los que aún así sigue frecuentando.
Con la suerte echada, Orozco repite viejas performances con nuevos partenaires, sólo que ahora lleva al límite de las convicciones su ensayo de hombre de acción al que la rosca no le importa. Pues justamente de esa presunta ingenuidad se vale la política sin complejos para recolectar almas nobles. Un camino por el que los mendocinos ya vieron transitar a José Luis Ramón, y que con ese antecedente, el lasherino debería haberse negado a incursionar.