Era un día más en la casa de los López, todo transcurría normal hasta que al mediodía sonó el teléfono. Quien había realizado la llamada no era una persona más.
"Hola, Soy Francisco y llamo para agradecer", se escuchó...
Muchas veces las mejores cosas de la vida llegan por casualidad. Hay que creer en el destino y todo lo que este tiene guardado para nosotros.
Sino habría que preguntarle al mendocino José Luis López, más conocido por el Gaita. Este mendocino que hace cuchillos como un hobby, a través del cual llegó a a tener contacto con el Papa.
"La verdad es que todo fue muy rápido. Mí hija vive en Europa y yo fue a visitarla. En una estación de trenes en Milán me encontré con un amigo que hacía 20 años que no le veía: Carlos Funes, el Pelusa, como le decimos acá, llega a la estación con su labradora de socorrer víctimas del terremoto de Italia.
Él mantiene las costumbres criollas y gauchescas en Italia y me pidió que le enviara un cuchillo. Me contó que organiza una procesión a caballo que lleva la Virgen de Luján al Vaticano y me sugiere llevarle un cuchillo argentino al Papa", cuenta este lujanino sobre el momento que arrancó está idea, la que no tuvo un camino se rosas.
"En febrero mi hija menor fue a visitar a su hermana a Suiza y llevó el cuchillo para ser entregado al Papa haciendo escala en Milán. Allí mi amigo recibió los cuchillos y realizó la procesión para llegar a caballo al Vaticano. Era alta la expectativa. Sin embargo los escaners frenaron la entrega al impedir el paso del elemento. El cuchillo para el Papa Francisco retornó a Argentina", todo había quedado en una linda historia que podría contar a su nietos..
El cuchillo volvió a guardarse en su caja, una caja que también tiene una historia que demuestra que todo tenía que tener un final feliz.
"Quería grabar en la tapa de la caja, el cáliz con la hostia, pero no lograba visualizar la imagen. En esos días pasaba caminando por la Peatonal frente a la Parroquia Santiago Apóstol y San Nicolás, cuando un joven me pide comida. Charlamos por unos minutos, yo no tenía comida que era lo que el joven quería con su pedido. Me acepta algo de dinero y me entrega una estampita. Al girarla, encuentro la imagen que me hacía falta. Y sin buscarlo, era también la imagen característica de los jesuitas, la orden a la que pertenece Francisco", sigue relatando José Luis.
Ambos elementos igual volvieron a guardarse en su casa de Luján de Cuyo hasta que alguien encendió una luz de esperanza. "Fui a visitar a mí hija a Suiza. Ella es focolar y vive allí. Una compañera suya de Filipinas se enteró de la historia y me insistió en que el cuchillo debía llegar a las manos de Francisco. Esta vez lo hicimos a través de mí hija, quien le envió una carta al Santo Padre", repasa mientras sigue con su catarata de recuerdos.
Todo quedó allí hasta que el llamado telefónico despertó todas las sorpresas y las alegrías.
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"Atendió mí hijo y le pidieron hablar con sus padres. Ahí tomo el teléfono mí señora. Le dijeron que llamaba Francisco a lo que no creyó, obvio, en un primer momento. Dijo que llamaba para agradecerme por el cuchillo y hablé con él un ratito y se ofreció a enviarme fotos con el cuchillo. Luego me envió su bendición", dice José Luis como recordando aquel momento.
Quince días después de aquel llamado, las noticias llegaron vía correo. Era el 24 de octubre cuando un sobre trajo las fotos que Francisco había prometido.
"De las cuatro fotos, una de ellas muestra mi firma, Gaita. El cuchillo tiene grabado el nombre del Papa, Franciscus, y del otro lado, lleva mi firma", nos cuenta este jubilado.
Una historia imperdible e inolvidable. la historia del cuchillo que fue dos veces al Vaticano. De Mendoza a Roma...