Por Sergio Levinsky, desde Barcelona. Especial para Jornada
Una gran cantidad de medios de comunicación compró el eterno excusario de la organización madre del fútbol argentino de que “no hubo tiempo” para buscar rivales de mayor fuste para las tres fechas de partidos amistosos que restan antes del comienzo del Mundial, previsto para dentro de tres meses, debido a que recién a último momento, la FIFA convalidó la petición, inicialmente de la AFA y luego de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF), para que no se juegue el partido pendiente de clasificación sudamericana para Qatar 2022 entre Brasil y Argentina previsto para el 22 de septiembre, suspendido a los cinco minutos el pasado cinco de septiembre de 2021.
Esto, según se informó desde la AFA, generó que hubiera mucho menos espacio para concertar partidos amistosos porque debido a la demora de la FIFA en resolver la situación del Brasil-Argentina, otros equipos que eran potenciales rivales ya habían concertado encuentros de preparación y se sumaba que uno de esos rivales iba a ser México, aunque finalmente hubo que dar de baja esa posibilidad ya que el conjunto azteca que dirige Gerardo “Tata” Martino participa en el mismo grupo que el equipo de Scaloni, lo cual es entendible.
La AFA resolvió, entonces, organizar dos amistosos en septiembre, uno el 23 ante Honduras (80 en el ranking FIFA y que no ganó ninguno de los catorce partidos del octogonal final de CONCACAF clasificatorio para Qatar 2022), en Miami, y el otro, el 27 ante Jamaica (62 en el ranking FIFA y sexto en el mismo octogonal, a 14 puntos de Costa Rica, el cuarto del torneo y clasificado al repechaje que finalmente le ganó a Nueva Zelanda), en Nueva York.
Los dos equipos centroamericanos no parecen ser rivales del fuste necesario para una potencia histórica mundial como es Argentina y cuando ya no quedan fechas para otros compromisos, cuando Uruguay, en la misma fecha, enfrenta a Canadá (43 en el ranking, y clasificada al Mundial como ganadora del octogonal de la CONCACAF) pero hay algo aún más preocupante: Brasil, la selección que tuvo el mismo problema que el equipo de Scaloni, y que iba a ser el rival de la selección argentina el 22 de septiembre por el partido finalmente suspendido de clasificación sudamericana para el Mundial, sin embargo, sí encontró rivales de mucha más calidad para esos dos amistosos de septiembre.
La selección brasileña enfrentará a Ghana (60 en el ranking y que disputará el Grupo H del Mundial junto con Portugal, Uruguay y Corea del Sur) el 23 de septiembre, y a Túnez (30 del ranking e integrante del Grupo D junto con Francia, Dinamarca y Australia).
En otras palabras, claro que se podía encontrar rivales superiores a los que finalmente encontró la AFA y la prueba está en que Brasil tuvo el mismo problema que Argentina, pero sus compromisos son mucho más duros y ante equipos mejor rankeados, y lo que es más importante, ambos mundialistas.
Seguramente, la excusa de la AFA o de la selección argentina (que nos consta que algunos de sus miembros llegaron a estar inquietos por la indefinición institucional en este sentido) pasará por el argumento que al tocar México en el grupo, jugar contra dos equipos de CONCACAF podría ser una buena medida, pero cae de maduro que no es así, porque no es lo mismo Estados Unidos (14 en el ranking), Canadá o Costa Rica (34) que los otros cuatro equipos centroamericanos no clasificados, lo que quedó demostrado en la tabla de clasificación final del octogonal.
¿Son más medida para constatar el rodaje y la situación física y futbolística de la selección argentina Honduras y Jamaica, o un equipo africano que esté clasificado para el Mundial como Senegal (18 en el ranking), Marruecos (22) o Camerún (38)?
Lo cierto es que el no poder cotejar contra las selecciones europeas, salvo aquella “Finalissima” que terminó devaluándose ante Italia por quedar ésta fuera del Mundial por segunda vez consecutiva, termina siendo un enorme perjuicio para la selección argentina, como lo es, sin dudas, para otros conjuntos sudamericanos.
La cerrazón de los europeos con el invento, ahora, de la Copa de las Naciones de la UEFA, con miras a evitar lo que en el Viejo Continente llaman “El Virus FIFA” (jugadores que regresan cansados a sus clubes por viajar miles de kilómetros entre semana para jugar con sus equipos nacionales), determinó que no hubiera ninguna fecha posible de amistosos con selecciones de otros continentes, aunque haya habido negociaciones entre Conmebol y UEFA para encontrar algún espacio en el calendario pre-mundialista.
Sí suena más coherente, la última fecha de amistosos de la selección argentina, la del 16 de noviembre en Abu Dhabi ante Emiratos Árabes Unidos (69 en el ranking), equipo dirigido por el ex Boca Rodolfo Arruabarrena, teniendo en cuenta que Arabia Saudita (53) será rival en el debut mundialista y puede tener alguna característica parecida.
De cualquier modo, este amistoso también podría perder valor si, como se viene especulando y para preservar a los titulares a seis días del debut mundialista, Scaloni decide colocar un equipo suplente en este amistoso.
Este cronista no olvida el diálogo con Carlos Salvador Bilardo en el bar del estadio mundialista de Sapporo en 2002, a pocas horas del segundo partido de la fase de grupos ante Inglaterra. Consultado el entrenador (en ese Mundial, comentarista de la TV) sobre cómo veía a la selección argentina para el partido de esa noche ante Inglaterra, la respuesta inmediata y contundente fue “perdemos”. Ante el asombro de su interlocutor, amplió el concepto con una pregunta: “¿vos estuviste en Suiza en el amistoso de marzo?” ante la respuesta afirmativa, arremetió con otro interrogante: “¿Por qué jugamos contra Camerún en Suiza? Porque si es porque nos tocó Nigeria en el grupo, te recuerdo que lo único que tienen en común es que son africanos, pero unos hablan francés y los otros, inglés. No tienen nada que ver”. Y la selección argentina no sólo cayó esa noche ante Inglaterra sino que no pudo pasar la fase de grupos.
Jugar contra Honduras y Jamaica porque tocó México en el grupo mundialista, no parece muy diferente, y máxime cuando no se pudo jugar casi nunca contra europeos.
La selección argentina puede llegar al Mundial con un larguísimo invicto, pero también, con la amenaza de hacerlo con una venda en los ojos, sin tener una noción clara de dónde está parada, en medio de la euforia.
Sólo el tiempo dirá si alcanzó con esta preparación y estos rivales.
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