Por Sergio Levinsky, desde Buenos Aires. Especial para Jornada
El proyecto de ley presentado el pasado jueves por el senador neuquino del kirchnerismo, Oscar Parrilli, acerca de que un tercio de los partidos por fecha desde el próximo torneo oficial de fútbol de Primera División sean transmitidos por la TV Pública, y que dos de ellos sean los de Boca y River y los otros dos contemplen a los equipos zonales más populares, terminó de despejar la incógnita que circuló desde horas antes, cuando no se entendía bien a qué se debía que luego de muchos meses de espera, la Comisión de la Defensa de la Competencia estatal decidiera no aceptar la fusión entre Disney y Fox Sports y diera un plazo de quince días para una audiencia en la que debería comenzar a definirse la cuestión.
Esta decisión de no aceptar la fusión por la que, en realidad, Disney (representada por ESPN) se quedó en Estados Unidos con la Fox, con el correlato en cada uno de los países latinoamericanos, donde debe decidirse en cada Estado si se permite o no una operación que en cuanto a los derechos de transmisiones deportivas es claramente abusiva, terminó sorprendiendo a casi todos los actores, debido a que se suponía que tras el último acuerdo de 2021 entre la AFA y Disney, después de que el presidente de la entidad madre del fútbol argentino, Claudio Tapia, amagara con terminar el contrato reclamando más dinero, ya habría llegado la paz definitiva.
Desde que se conoció este fallo estatal, comenzaron las especulaciones, como la habitual mirada de reojo del presidente Alberto Fernández a Tapia, que en medio de la polémica con Disney no aceptó una oferta de Telecentro por los derechos del fútbol argentino que era 10 millones de dólares mayor a la de la compañía estadounidense (55 millones a 45 aunque por una duración menor), y según altos rumores, si “Chiqui” no salió del Sillón de la calle Viamonte, en la zona de Tribunales de Buenos Aires, cuando su reelección estaba en manos de la Inspección General de Justicia que analizaba el grado de validez de la asamblea virtual que lo votó, es simplemente porque la selección nacional acababa de ganar la Copa América en Brasil y políticamente no había posibilidades de semejante movida.
La confusión mayor provino, además, de la decisión de obligar a Fox Sports a la “desinversión”, que la mayoría de los empresarios ligados al tema toma como el desprendimiento de empleados y tecnología, aunque es llamativo que el texto no se refiera a la necesidad de venta de la empresa sino solamente de todos los derechos que tenía el canal absorbido por Disney, con lo cual quedaba claro que habría un beneficiario, pero no se sabía ni se entendía cuál, especialmente porque se habla de transmisiones de TV abierta amparándose en el artículo 77 de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual que sostiene que es de “interés general” el fútbol de Primera División y por lo tanto “de acceso libre y gratuito” al considerarlos “bienes culturales”.
La gran pregunta que surgió en el ambiente del fútbol y las telecomunicaciones, es qué empresas estaban en condiciones de transmitir fútbol por TV abierta pero ante la negativa rotunda de las candidatas, el interrogante fue en aumento, hasta que apareció, finalmente, el proyecto de ley de Parrilli como complemento y todo está más claro en las intenciones, aunque esto signifique oscurecer el contexto general, en lo que algunos especulan ya con el regreso de un “mini Fútbol Para Todos”, aunque desde la Cámara Alta se insiste desde el oficialismo que a diferencia de lo ocurrido entre 2009 y 2016, el Estado no gastará dinero, y que todo deberá ser solventado por la publicidad que se consiga.
Si se toma en cuenta lo ocurrido con las actuaciones estatales en cuanto a la fusión Disney-Fox Sports, queda cada vez más claro que en la Argentina se intentó colocar un parche a la problemática existente en vez de resolver con claridad la situación. Brasil y México tomaron medidas tan opuestas como firmes, En el caso del gobierno de Jair Bolsonaro, se aceptó la nueva situación empresarial, y a partir del 1 de enero de este año, Fox dejó de existir y la mayoría de sus periodistas pasaron a ESPN. En el de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), no se aceptó la fusión y se le dio un plazo a Disney para vender Fox, que fue comprada por el Grupo Lauman en 300 millones de dólares y ahora están llegando a un acuerdo con el empresario Ricardo Salinas Pliego para que TV Azteca, de su propiedad, pueda emitir por TV abierta (es la segunda del país detrás del emporio Televisa) diversos acontecimientos deportivos, aunque la situación es otra y cada club vende sus derechos, no como Argentina, en la que la AFA vende todo el paquete.
La cuestión ahora, al conocerse la intención estatal (que en verdad, es la misma que ya se negoció en su momento –quedó suspendido por la pandemia-, cuando en 2021se habló de cuatro partidos por fin de semana para un torneo con 13 partidos por fecha, cuando ahora se habla de un tercio de los partidos cuando son 14), pasará por las arduas negociaciones que se produzcan en la Comisión de la Defensa de la Competencia entre el Estado, Disney y la AFA, que ya cobró los 45 millones de dólares de la empresa estadounidense.
Ya se rumorea que existe una “cláusula anti Ley de Medios” en el contrato firmado por los derechos de transmisión del fútbol argentino, que podría dar lugar a la baja o al retiro de esas empresas, entre las que se incluye a un jugador que por ahora mira de reojo pero que ya comenzó a preocuparse, que es Turner Network Television (TNT), que transmite la otra mitad de los partidos por codificado y que ya analiza que si Boca y River, y otros clubes populares de todo el país van por TV abierta, sus ingresos se verán perjudicados y el valor del abono (se calcula que lo pagan 2.400.000 personas) bajaría considerablemente.
En principio, el contrato entre la AFA y Disney es hasta 2030 y con TNT, hasta 2027, pero habría que seguir estudiando el panorama en los próximos días, antes de que comience, a principios de febrero, la Copa de la Liga, especialmente teniendo en cuenta que el plazo para ponerse de acuerdo entre las partes es de apenas quince días.
La otra cuestión pasa por el resto de los derechos que tenía Fox Sports y que, siempre según la reciente decisión estatal, también deberán cambiar de canal y no podrán permanecer en ESPN, lo que abre otro signo de interrogación en tiempos en los que internet se va imponiendo a la TV, al punto de que la propia Disney va trasladando cada vez más sus emisiones deportivas a su plataforma de streaming “Star Plus”.
Los próximos días, entonces, pueden significar un cambio muy importante en materia de transmisiones deportivas y el regreso a una puja muy parecida a la ocurrida en 2009. “La gran diferencia –sostiene un amplio conocedor de la materia, a Jornada- es que en aquella oportunidad, Julio Grondona avisó meses antes al Grupo Clarín que si no aumentaban mucho la paga por las transmisiones, los iba a dejar, y ahora nadie avisó nada y todo esto cayó de sorpresa, sin reglas claras”.
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