Por Sergio Levinsky, desde Buenos Aires. Especial para Jornada
Cuando finalizó el ciclo de Jorge Sampaoli tras el Mundial de Rusia 2018 y se especuló con la chance de que Lionel Scaloni se hiciera cargo de la selección argentina, la primera comparación que surgió fue con Oscar Washington Tabárez, con el que Uruguay había llegado a cuartos de final, cuando fue eliminado por Francia, a la postre campeona del mundo.
En aquel momento se los contrastó porque uno, el maestro uruguayo, llevaba un récord mundial a cargo de una selección porque había asumido en 2006 y siendo éste su segundo ciclo (el anterior, más corto, llegó hasta Italia 1990). El otro, Scaloni, nunca había dirigido siquiera un equipo de mayores y su máxima experiencia había sido justamente en Rusia 2018 como un integrante del cuerpo técnico de Sampaoli, aunque sin poder de decisión y más cerca de los jugadores, algo que le terminó valiendo para acceder al cargo mayor.
Es el día de hoy que Scaloni suele citar a Tabárez cuando se lo critica por su inexperiencia con planteles de primera, si bien ya ganó una Copa América y conserva un largo invicto de 27 partidos, a cuatro del que consiguió la selección argentina con Alfio Basileentre 1991 y 1993. Es que su colega uruguayo le aconsejó que dijera que lo que él tiene son vivencias en el mundo del fútbol.-
Las vueltas de la vida, y de este fútbol loco y exitista fueron derivando en que el de mayor experiencia terminó siendo echado por su Asociación tras cuatro derrotas consecutivas en el grupo clasificatorio sudamericano, una actitud de los jugadores que fue cuestionada por el medio, y algunas duras palabras para la dirigencia por parte del director técnico que, además, a sus 74 años, padece una neuropatía que dificulta sus desplazamientos.
Por su lado, el inexperto, el cuestionado porque asumió en la selección nacional en un país que tiene entrenadores como Marcelo Gallardo, Diego Simeone, Marcelo Bielsa o Mauricio Pochettino –por citar algunos- hoy ganó muchos enteros y ya se identifica al equipo albiceleste como “la Scaloneta”.
Sin embargo, ni antes de que se ganara la Copa América de este año en Brasil todo era desastroso, ni hoy la selección argentina vive un mundo perfecto. De hecho, el rendimiento colectivo, y en muchos casos individual, bajó ostensiblemente tras el título conseguido en julio después de veintiocho años.
La selección argentina tiene varios aspectos positivos que destacar y por supuesto, comparado con los años transcurridos desde la obtención de la Copa América 1993 en Ecuador, hoy acaso la situación sea la mejor: un plantel liberado de una mochila muy pesada, una relación con el público que cambió ciento ochenta grados (lo que se ve en las largas colas en cada ciudad para adquirir las entradas, los permanentes aplausos a jugadores antes discutidos y hasta la participación de alguno de ellos –Ángel Di María- en publicidades de productos que indican que hoy, para la sociedad, se trata de alguien exitoso).
El haber encontrado algunos jugadores titulares en puestos clave como Emiliano Martínez en el arco o Cristian Romero como primer marcador central, sumados a los incuestionables Lionel Messi y Lautaro Martínez, sumado a que prácticamente en cada posición son casi siempre los mismos dos convocados, genera que haya muy pocas dudas acerca de una lista definitiva para el Mundial, lo que entrega, desde ese punto de vista, una gran tranquilidad.
Pero en la lista de las deudas también hay muchos aspectos para señalar. El primero, es el conservadurismo a ultranza del entrenador. El fútbol argentino tiene delanteros de excepción diseminados por todo el mundo (además de Lautaro Martínez, Lucas Alario, Giovani Simeone –hoy, disputando palmo a palmo el liderazgo de la tabla de goleadores en la Serie A italiana-, Joaquín Correa, Ángel Correa, y en el los torneos domésticos a Facundo Farías y Julián Álvarez), pero no sólo el esquema es con un solo punta real, que juega muy solo porque el esquema se llena de volantes, sino que cuando por fin llega un cambio un poco más ofensivo, el DT parece tener una lista estructurada y con prioridades dadas más por lo conceptual que por el presente de cada atacante.
Hay posiciones en la cancha, además, que no aparecen con tanta claridad como otras. Hay muchas dudas para el volante central. Leandro Paredes es un “diez” retrasado y Guido Rodríguez tampoco es un “cinco” puro de recuperación y pase, mientras que da la sensación que si además interviene un Messi ya veterano y con menos chances de correr, entre Giovani Lo Celso y Rodrigo De Paul sobra uno, que todo indica que es el primero debido al notable despliegue del segundo, capaz de ayudar en la marca como de desdoblarse en ataque, con un enorme recorrido.
Se supone que con el regreso del ausente Nicolás González (dio positivo de Coronavirus y se quedó en Italia) y con Di María por la derecha con chance de adelantarse unos metros para ser extremo, Martínez podría tener mayor compañía en el ataque y entonces debería salir uno de los volantes, al menos en determinados partidos.
Atrás, el puesto de segundo marcador central, que hoy ocupa Nicolás Otamendi, tampoco es una garantía. El ex jugador de Vélez y del Manchester City fue un crack en esa posición pero hoy están en visible baja y por ejemplo en el clásico ante Brasil en San Juan zafó de una expulsión por un innecesario codazo y habría que verlo ante rivales muy veloces, mientras que los dos laterales no lucen porque ni pasan al ataque ni deben bajar mucho a marcar.
Todo indica que la única manera de saberse a ciencia cierta dónde está parado el equipo argentino es jugando contra rivales que no sean sudamericanos en todos los amistosos posibles. Por ejemplo, Suiza eliminó a Francia en la última Eurocopa y envió a Italia al repechaje en la pasada clasificación europea. Serbia le hizo un partidazo a Portugal en Lisboa y lo dejó en la repesca con un fútbol físico atrás pero con un gran Dusan Tadic (Ajax) manejando los hilos, y un notable definidor como Vlahovic (Fiorentina), pretendido por los mejores equipos del mundo. España se caracteriza por tener mucha posesión, aunque no sea tan efectiva y cometa errores defensivos. Francia es una potencia indudable y con jugadores difíciles de marcar.
Todo amistoso ante europeos y africanos vendrá bien para que se pueda saber cuál es la verdadera situación delo equipo nacional, además de la necesidad de aprender del pasado para no repetir errores como en Japón-Corea del Sur 2002, cuando la clasificación al Mundial, como ahora, llegó mucho antes pero el pico del rendimiento fue meses antes y no cuando debía serlo.
El hecho de que el Mundial de Catar se juegue entre noviembre y diciembre de 2022 y que el bajón de rendimiento de la selección argentina haya sido justo a fin de año, y lo mejor haya ocurrido a mediados, debería ser un tema para analizarlo con profundidad por el cuerpo técnico.
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