Por Sergio Levinsky, desde Buenos Aires. Especial para Jornada
Si “Pep” Guardiola fue campeón olímpico en Barcelona 1992 con la selección española, Xavi obtuvo la medalla plateada en Sydney 2000 y campeón mundial juvenil en Nigeria 1999 junto a Iker Casillas, luego grandísimo arquero del Real Madrid, y juntos, integraron la Generación Dirada de “La Roja”, que ganaría consecutivamente la Eurocopa 2008, el Mundial 2010 y la Eurocopa 2012, a partir de la revolución que generó Luis Aragonés, “El Sabio de Hortaleza” y que luego continuó el bonachón de Vicente Del Bosque.
Quien esto escribe pudo dialogar a solas y por horas sentado en una mesa de la ciudad de Chiclayo, durante la Copa América de Perú en 2004, con César Luis Menotti y para un diario de Madrid. En aquella ocasión, el ex DT de la selección argentina campeona mundial de 1978 sostuvo que era el momento en el que “La Roja” debía decidir “si quería ser torero o toro” en el fútbol. Esto significaba, seguir siendo lo que tradicionalmente había sido, “La Furia” o pasar a una etapa de juego sostenido, estético, de pases, de mantener el dominio del balón en sus pies. Aragonés reaccionó mal a esas declaraciones del “Flaco”, seguramente porque la decisión ya estaba tomada y Xavi reconoció más tarde, que nunca había tenido tanto diálogo como con aquel viejo símbolo del Atlético de Madrid, que le decía “tú eres el mejor, créetelo, y yo juego siempre con los mejores porque no tengo miedo, tengo coraje”.
Muchos ex compañeros de Xavi creen que él es la síntesis perfecta de lo que se dio en llamar “el ADN Barꞔa” y lo que tantas veces otro símbolo del club catalán, el fallecido neerlandés Johan Cruyff, sostuvo a pie juntillas: “En el fútbol, la que corre es la pelota, no el jugador” y muchas veces daba el ejemplo de él mismo, como el de su ex dirigido Guardiola, o el de Xavi: “nosotros los bajitos, menuditos o flaquitos tenemos que anticiparnos a la jugada, leerla bien, saber controlar a la perfección el balón y pasarlo porque si no, nos terminan llevando por delante con la marca. Tenemos que saber escapar”.
Y Xavi fue un compendio de todo eso. Comenzó en las divisiones inferiores, en La Masía, a sus once años como centro delantero, pero lo fueron retrasando en el campo hasta colocarlo de volante central, hasta que un día, el neerlandés Frank Rikjaard le sugirió que jugara más adelante, que así disfrutaría más cerca de los delanteros, girando sobre sí mismo. Él se negó primero, pero luego fue imparable y protagonista de una de las mejores etapas en la historia del Barcelona, con cuatro Champions Leagues, ocho ligas y partidos memorables como el 2-6 en el Santiago Bernabeu o el 5-0 en el Camp Nou (sostiene que fue el mejor partido de su vida) y un inolvidable terceto con Lionel Messi y con Andrés Iniesta, hasta ser los tres integrantes de la terna por el Balón de Oro.
Xavi iba a retirarse al terminar la temporada 2013/14, la que Gerardo “Tata” Martino dirigía al Barcelona, pero al irse el rosarino, fue reemplazado por Luis Enrique, quien había sido compañero suyo en sus primeros años en el club y lo convenció para continuar una temporada más y ver qué sucedía. Aceptó. Era el capitán pero no jugó muchos partidos. Su ex compañero y ahora DT lo envió al banco de suplentes, aceptó sin chistar y terminó siendo fundamental para ganar su segundo Triplete: Liga Española, Copa del Rey y Champions League en Berlín ante la Juventus, cuando se dio cuenta de que era el momento mágico para decir adiós e ir a terminar su carrera a Qatar.
Acaso lo ocurrido en 2014/15 sea un buen ejemplo para comprender que será difícil que sus ex compañeros de tantos años en el Barcelona y la selección española, Gerard Piqué, Jordi Alba y Sergio Busquets, puedan decirle algo si Xavi los manda al banco de suplentes y les quita la titularidad. Ellos saben mejor que nadie, que aquel notable jugador, dueño de un talento exquisito, de un pase preciso, de una sensacional lectura de los partidos, hará lo que tenga que hacer y es, acaso, uno de los pocos en condiciones de iniciar una revolución en el Barcelona como la que en 2008 hizo Guardiola, cuando se llevó del equipo B, de la tercera División, a los Pedro o Busquets con la idea de darle un aire joven a un equipo que iniciaba su caída, y le agregó a otros jóvenes como Piqué, Xavi, Iniesta o Messi.
Xavi cuenta con un plantel de buenos jugadores como Memphis, De Jong, Ter Stegen, Agüero, Lenglet, Umtiti, Coutinho o Dembélé, a los que seguramente irá desplazando para respaldar a los jóvenes como alguna vez hicieron con él. Cuenta con excelentes valores en Pedri, Ansu Fati, Gavi, Nico, Mingueza, Sergiño Dest o Riki Puig. Acaso apele a la misma frase que tantas veces repiquetearon en sus oídos: “tú eres el mejor, créetelo”. Lo estará diciendo alguien que dominó la pelota como pocos, que integró equipos gloriosos y excepcionales, que lo ganó todo y que jugó un fútbol excelso.
Xavi sabe también que el Barcelona no puede seguir con tantos lesionados como en estos años, y por eso exigió el regreso de Ricard Pruna al departamento médico, el mismo que estuvo a cargo durante un cuarto de siglo y seguramente exigirá una dedicación total a La Masía.
Otra vez, Xavi siguiendo los pasos de Guardiola y tiene con qué. Aquel chico que llegó de Terrassa para jugar en el Barcelona a sus once años, sabe que desde la próxima semana se encuentra ante el mayor desafío que puede tener como DT: levantar a este Barcelona que parece dormido, sin rumbo y que, como decía Cruyff, debe decidir si quiere ser “Más que un club”, como dice su lema, o “un club más”.