Por Sergio Levinsky, desde Barcelona/ Especial para Jornada
Es más, uno de los periodistas más prestigiosos de Polonia, que ha cubierto Eurocopas y Mundiales y ha viajado por todo el mundo, llegó a decir que hoy la selección de su país está “uno o dos escalones abajo” de la argentina de Lionel Scaloni.
La gran pregunta es si el análisis de estos periodistas y de otros que hemos leído o escuchado, se basa en los rendimientos de los jugadores de manera individual en sus equipos de élite, en el invicto de treinta y tres partidos, en que aún cuenta con el genio (aunque veterano, genio al fin) de Lionel Messi, por lo compacto de su sistema o por haber ganado, con justicia, la última edición de la Copa América, disputada en Brasil en 2021, ganándole en la final del Maracaná a los locales.
Acaso pueda ser un combo de todo aquello junto, o tal vez haya algunas aristas destacables de todas las mencionadas –y por qué no, alguna que desconozcamos-, pero la gran pregunta es si alcanza con lo hecho hasta aquí o habría que reforzar líneas o jugar contra equipos fuertes o simplemente, hacer “la plancha” hasta que se produzca el debut mundialista ante Arabia Saudita.
Los años hacen que este cronista pueda recordar aquella famosa frase de Carlos Squeo a un joven Enrique Macaya Márquez al borde de la línea de cal, en Amsterdam, cuando la selección argentina caía 4-1 en un amistoso ante la Holanda de “La Naranja Mecánica” de Johan Cruyff, Johan Neeskens y Wim Van Hanegem(jugador al que no se menciona tanto y que creemos que tuvo un Mundial 1974 excepcional): “quédese tranquilo que es una lección aprendida y nunca más nos hacen cuatro goles”. Meses más tarde, los albicelestes perdían 4-0 ante el mismo rival, pero ya por el primer partido d la segunda fase del Mundial. Los amistosos sirven si se juega ante el rival apropiado y se saca alguna consecuencia que luego pueda ser aplicable en el mismo ciclo, en un futuro cercano.
¿Esta selección argentina es, realmente, candidata a ganar el Mundial? Si es por los números, claramente sí. Si es por el juego, hay momentos que parecen ratificar sus posibilidades y otros que no tanto. En todo caso, durante el ciclo de Scaloni como director técnico, este equipo nacional ha sido sumamente pragmático y lo hemos señalado en cada uno de los comentarios que hemos hecho en Jornada.
Se trata de una selección que, por ejemplo, ha tenido la posibilidad, casi siempre, de marcar un gol en el primer tiempo, o en los primeros minutos de cada partido, y eso le permitió manejar casi siempre la situación, utilizar el viento a favor. Sin embargo, muy pocas veces experimentó la situación de estar en desventaja y tener que remontarla, que genera un estrés y un condicionante completamente distinto, porque hay que salir, meter gente en el campo rival, presionar para conseguir rápido la pelota.
Todo lo contrario, este equipo argentino jugó con una situación muy repetida: pudo marcar pronto su gol, para replegarse y terminar con un esquema con cuatro defensores, tres volantes de contención con buena pegada, dos jugadores que trabajan la banda y que se transforman en volantes cuando bien podrían ser extremos, quedando muy solo, arriba, Lautaro Martínez. ¿Alcanza con eso en un nivel mundial, que excede por lejos el sudamericano?
No hemos peguntado más de una vez si, por ejemplo, esta selección argentina está preparada desde sus laterales de hoy, para contener la potencia de algunos europeos como por ejemplo, el francés Theo Hernández, del Milan, o su compatriota Pavard, del Bayern Munich, o el neerlandés del Inter Denzel Dunfries, por citar tres casos.
O, por ejemplo, qué sucedería si toca una selección como la española, que gusta de tener mucha posesión de pelota y hay que salir a disputarla y probablemente no sea fácil recuperarla, algo que también podría suceder ante Francia o Países Bajos. ¿Quién debe ser el volante central en esos casos? ¿Leandro Paredes, y salir a disputar la posesión, o Guido Rodríguez, para plantarse firme y bloquear la llegada rival?
Haciendo un recorrido por el calendario que le podría tocar a la selección argentina, queda claro que deberá jugar su grupo inicial mirando de reojo a lo que ocurra en el de al lado, porque no será en absoluto lo mismo enfrentar en octavos de final a Francia (ya conocemos lo ocurrido en el Mundial pasado, en 2018, aunque se supone que los galos, hoy, tampoco querrían enfrentar tan pronto a los albicelestes) que a Dinamarca.
Una primera y simple proyección indica que la instancia más riesgosa para la selección argentina, de clasificarse a los octavos de final, será justamente allí, porque si termina en un puesto alternado con Francia (por ejemplo, siendo primera y los “blues” segundos o viceversa) debería enfrentarse a ésta pero en cualquier caso, en un alto porcentaje, podría ser Dinamarca, que tampoco es un rival tan accesible.
De pasar esta etapa, en cuartos podrían esperar los Países Bajos, con la gran posibilidad de que de este lado de la llave, se pudieran repetir las semifinales de Brasil 2014 (porque los de Tité, muy probablemente tengan como rival a Alemania, o en su defecto, a España). Esto significaría que en semifinales, Argentina podría verse las caras con Brasil o Alemania (o España), y en una final, a Francia, Bélgica, España o Inglaterra, que son las selecciones que llegarían del otro lado de la llave.
En todo caso, quedan poco más de dos meses para que sepamos lo que ocurrirá, cuando la pelota empiece a rodar sobre el verde césped, que es donde se acaban las especulaciones.
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