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La renovada polémica de la salida de Basile de la Selección

Alfio “Coco” Basile había manifestado en su momento que se llevaría el secreto a la tumba, pero la pasada semana le dio por contar bastante de lo ocurrido durante su salida de su segundo ciclo al frente de la selección argentina en 2008, a dos años del Mundial de Sudáfrica, volvió a insistir, como aquella vez, en que se trató de una movida de piso, al menos, de algunos jugadores, y dio algunos nombres e hizo silencio en otros, avivando, de esta manera, una enorme polémica en torno del equipo nacional de ese tiempo.

Redacción
02/03/2024 22:33
Alfio “Coco” Basile
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Por Sergio Levinsky, desde Barcelona

Basile señaló a Fernando Gago como uno de los jugadores que conspiraron para que su ciclo de director técnico finalizara antes de tiempo, al citar que el espigado volante no soportaba ser suplente de Javier Mascherano, mientras que cuando le consultaron por Lionel Messi -muy joven allí- y por Diego Maradona -quien fue su sucesor en el cargo y quien fue el entrenador durante el Mundial de Sudáfrica 2010- desligó al actual capitán de la selección argentina y jugador del Inter de Miami.

Sostuvo que Messi era demasiado joven y sin voz ni voto en aquella selección argentina que estaba disputando la clasificación al Mundial 2010 y que, tras un buen comienzo en el torneo, atravesaba una crisis por la que luego de varios partidos sin triunfos, se impuso como local a Uruguay y luego volvió a caer en Santiago ante el equipo chileno que dirigía Marcelo Bielsa, que fue el detonante para su salida final.

Alfio “Coco” Basile

Tras ese partido, sin embargo, Messi hizo duras declaraciones al llegar al aeropuerto de El Prat, en Barcelona, y cuando le comentaron que Basile había renunciado y le preguntaron la opinión, sostuvo que tal vez un cambio de director técnico “vendría bien” porque el equipo no estaba bien parado ni se sabía a qué jugaba. Ni el ahora capitán argentino volvió a manifestarse de esa forma en adelante, ni lo que dijo cayó nada bien en el cuerpo técnico nacional, pero Basile lo tomó como que provino de un jugador muy joven y que se había dejado influir por compañeros más experimentados y acaso, por un plan muy bien urdido con alguna antelación para que asumieran el poder, “por fin”, los campeones del mundo de 1986.

La historia comenzó a fraguarse con la inesperada derrota de la selección argentina en la final de la Copa América de Venezuela ante un equipo B de Brasil por 3-0, luego de que los albicelestes habían hecho un gran torneo en todo su desarrollo y eran los claros candidatos, con destacadas actuaciones de Messi y de Juan Román Riquelme, aunque la relación entre ellos -que cumplen años el mismo día aunque el ahora presidente de Boca Juniors le lleva nueve años- era muy distante, tal como había ocurrido en el Mundial de Alemania 2006, y el genio rosarino tampoco conectaba (en este caso ni dentro ni fuera de la cancha) con otro gran delantero como Carlos Tévez.

Los catorce años sin títulos oficiales, sumados a la frustración de la eliminación ante Alemania en el Mundial 2006 y la derrota por penales ante otro Brasil B en la Copa América 2004, cuando el equipo argentino estuvo a un minuto de consagrarse hasta el inoportuno empate de Adriano, generó una enorme necesidad en el conjunto que dirigía Basile, que sin embargo recibió en el partido decisivo de Venezuela un tempranero gol de “La Bestia” Julio Baptista y a partir de allí se desmoronó, no sólo cayendo por 3-0 ante su clásico rival, sino que ese resultado se sumaba a otra dura derrota de 3-0 en Londres en el estreno de Basile como DT en 2006 y un 4-1 (con Pekerman de DT) ante el mismo rival en la final de la Copa de las Confederaciones 2005 en Alemania. Tres derrotas seguidas por tres goles de diferencia ante Brasil.

Alfio “Coco” Basile y Fernando Gago

Desde aquella derrota en la final de la Copa América 2007, si bien se pasó al objetivo de clasificarse al Mundial 2010, ya Basile fue mirado de reojo y comenzó a circular la idea de que era “el momento” para que “la generación del 86”, los últimos campeones del mundo, tuvieran su oportunidad, aunque el presidente de la AFA, Julio Grondona, sostenía al DT en funciones, con la vieja idea de que había que mantener los ciclos hasta el final porque siempre eso le había dado resultados.

Meses más tarde de la derrota en la final de la Copa América 2007 llegaron los Juegos Olímpicos de Pekín, a los que Basile nunca quiso ir -le quedó siempre el resquemor por aquella inesperada eliminación de Barcelona 1992 en el Preolímpico de Paraguay con un equipo repleto de estrellas como Diego Latorre, Fernando Gamboa, Mauricio Pochettino, Leonardo Astrada o Diego Simeone- y entonces se determinó que el entrenador fuera Sergio Batista, quien no sólo logró repetir la medalla dorada de Atenas 2004 sino que consiguió acercar a Messi y a Riquelme y hasta vencer a Brasil 3-0 en semifinales.

Sin embargo, los días de Pekín no fueron fáciles, especialmente desde la llegada de Diego Maradona- Batista, y su ayudante José Luis Brown -dos campeones del mundo en México 1986- decidieron aceptar que el equipo dejara la villa olímpica para alojarse en un hotel para que los jugadores estuvieran más cómodos, no sin antes soltarles que por algunas de sus actitudes parecían “pendejos con muchos millones de euros en los bancos, pero que no ganaron nada con esta camiseta, cuando nosotros, quizá con menos talento, fuimos campeones del mundo”.

Ese hotel, y especialmente la habitación de Sergio Agüero, comenzó a ser frecuentada por Maradona, su entonces suegro. Messi, que también se alojaba allí, trataba de escaparse a tomar mate con otros compañeros, mientras que otro huésped del establecimiento, Jorge Ribolzi, directamente decidió mudarse ante la presencia permanente del “Diez”.

Alfio “Coco” Basile

Ribolzi, miembro del cuerpo técnico de la selección argentina y enviado por el director técnico a los Juegos Olímpicos, tenía especial inquina contra Maradona que se remontaba al segundo semestre de 2006, cuando Basile fue convocado al equipo nacional y tuvo que dejar el banco de Boca, tras una muy exitosa gestión, al punto de que se encaminaba al tricampeonato consecutivo en el Apertura 2006, con los cinco partidos iniciales ganados. En aquel momento, Grondona propuso que, para suplirlo, siguiera Ribolzi, alguien muy identificado con el club “xeneize” hasta terminar el año.

Sin embargo, la gestión macrista a cargo de la dirigencia de Boca consultó a Maradona sobre el sucesor de Basile, y el “Diez” desechó la idea de Ribolzi y recomendó a Ricardo La Volpe, con los resultados conocidos (la increíble derrota en la final ante Estudiantes de La Plata).

Fue durante esos Juegos Olímpicos de Pekín que Basile -.que cometió el error de no concurrir ni siquiera como espectador- supo que su cargo como director técnico de la selección argentina comenzaba a estar en peligro, especialmente cuando comenzó a verse muy seguido a Maradona junto a Grondona en el palco los días de partido de la selección argentina.

Los hechos se desencadenaron en los últimos partidos de la primera rueda de la clasificación para el Mundial 2010, cuando tras el partido como local ante Paraguay, Basile le dijo a Gabriel Heinze que le iba a quitar la titularidad porque había sido “un desastre”, algo que, en principio, fue aceptado por el jugador.

Acaso por eso, a Basile le sorprendió de manera especial que en el gol de Esteban Cambiasso a Perú, en Lima, en el partido siguiente y cuando faltaban muy pocos minutos para el final, Gago -a quien consideraba un jugador “suyo” por su rol en el Boca ganador 2005/06- corriera a festejar el tanto con Heinze, quien se encontraba en el banco de suplentes.

Ese gesto, y el posterior gol de Fabián Orellana en la derrota ante Chile en Santiago, que fue observado en las horas siguientes de manera minuciosa por un cuerpo técnico que ya miraba de reojo cualquier actitud extraña de su equipo, eran indicativos de que la suerte estaba echada y más aún, cuando tras aquella caída, esperaban un llamado de Grondona que no se produjo. Allí Basile decidió renunciar, siendo reemplazado por Diego Maradona, con Carlos Bilardo de manager y Héctor Enrique, como uno de sus colaboradores.

Basile persiste con la idea de que hubo un movimiento para desplazarlo, pero a diferencia de otros tiempos, parece no desear llevarse a la tumba los datos de lo ocurrido, y comenzó a contarlo.

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