Por Sergio Levinsky
Ninguno de los dos equipos argentinos llega al nuevo torneo organizado por la FIFA -que viene generando grandes problemas al jugarse en plena época de vacaciones, lo que a su vez provocó airadas protestas de organismos como el sindicato mundial de futbolistas (FIFPRO), la Liga Española o varios miembros de la Asociación de Clubes Europeos (ECA)-, como campeones sudamericanos sino gracias a ocupar los dos primeros lugares del ranking continental.
La Conmebol (Confederación Sudamericana de Fútbol) dispone de seis plazas (el propio presidente del organismo, el paraguayo Alejandro Domínguez, reconoció en una entrevista televisiva justo antes del sorteo del pasado jueves en Miami, que pretendía ocho lugares pero aceptó que fueran seis porque la FIFA ofrecía cuatro a priori), de las cuales cuatro de ellas correspondieron a los cuatro campeones de la Copa Libertadores en el período 2021-2024 (Palmeiras, Flamengo, Fluminense y Botafogo), todos brasileños.
La forma en que llegan los dos equipos argentinos a esta competencia ya habla de cierta fragilidad, que es aún mayor en el caso de Boca, que consiguió el pase sin haber siquiera disputado la última Copa Libertadores aunque el haber sido finalista de la edición 2023 ante Fluminense permitió que los puntos acumulados en sus tres participaciones anteriores le alcanzara para ser el segundo equipo no brasileño en el escalafón (Brasil ya no podía clasificar más equipos porque la FIFA establece un límite de dos equipos por país, salvo que hayan ganado la máxima competencia continental).
Esta debilitada clasificación de Boca determinó que pese a su larga historia y sus seis Copas Libertadores ganadas terminara integrando el bombo tres sobre los cuatro que fueron al sorteo (cada uno con ocho equipos para dividirse en los ocho grupos) y eso fue lo que también lo obligó a integrar el grupo C con otros dos clubes europeos, lo que le achicará el margen para poder esperanzarse en llegar a los octavos de final, el Benfica y el Bayern Munich, contra los que deberá jugar en el estadio Hard Rock de Miami antes de cerrar su participación en Nashville, siempre del lado de la costa este de los Estados Unidos, ante el neocelandés Auckland, el equipo que más veces participó del anterior formato del Mundial de Clubes, y que es apenas semiprofesional.
La única ventaja que podrá tener Boca es que, si logra sacar un colchón de puntos entre los dos partidos ante los europeos, acaso pueda sacar una buena diferencia de gol en el último, ante un rival mucho más débil.
El hecho de volver a enfrentar al Bayern Munich, equipo que lo derrotó en 2001con un recordado gol de Samuel Kuffour en el alargue, le da un toque de posible revancha a los argentinos, que sufrieron la temprana expulsión de Marcelo Delgado, hoy dirigente cercano al presidente Juan Román Riquelme, elegido MVP de aquel encuentro en Japón.
Pero Boca deberá modificar mucho su juego y hasta parte importante de su plantel si pretende conseguir buenos resultados en el próximo Mundial, si tomamos en cuenta su presente gris, con escasas figuras y un enorme recambio que incluye al entrenador, con la salida de Diego Martínez y la llegada de Fernando Gago.
River, en cambio, fue una de las ocho cabezas de serie en el sorteo y derivó en el grupo E junto al Inter de Milán -el que, se intuye, será el rival más pesado-, el Monterrey y los Reds Urawa de Japón.
A diferencia de Boca, deberá jugar en la costa oeste y tiene bastante accesibles los dos primeros partidos, en los que debería tratar de sumar una cantidad de puntos para que su clasificación no dependa del tercer y último cotejo ante el Inter, el poderoso equipo que hoy se encuentra entre los primeros tres equipos de la tabla general de 36 de la Champions League, fue campeón de la pasada liga italiana y llegó a la final de la Champions ante el Manchester City en 2023.
Reds Urawa, al que enfrentará en Seattle, es un equipo con mucha experiencia en los tornos internacionales, a los que llegó varias veces como campeón asiático y suele estar acompañado por mucha hinchada, mientras que el Monterrey mexicano, contra el que jugará en Los Ángeles, está dirigido por Martín Demichelis, el anterior entrenador “millonario” antes de ser reemplazado por Marcelo Gallardo y con quien River fue campeón liguero en 2023.
River tampoco se encuentra en su mejor momento futbolístico. Terminará el 2024 en seco, sin haber conseguido títulos y alejado de la lucha por los primeros lugares en el orden nacional. No peleó ni la Copa de la Liga, ni la Copa Argentina ni la actual Liga. Apuntó todos los cañones a la Copa Libertadores de América, en la que llegó a la semifinal con un calendario muy facilitado al no tener que viajar a la altura ni enfrentar a rivales brasileños hasta la semifinal, definiendo siempre el segundo partido en el Monumental, estadio que fue asignado para la final, a la que no pudo arribar.
El hecho de haber sido eliminado por el Atlético Mineiro con un lapidario 3-0 en la ida de Belo Horizonte y que después del equipo mineiro haya sido derrotado en la final por Botafogo pese a haber tenido un jugador de más durante todo el partido (el volante Gregore fue expulsado en el minuto uno) rebaja mucho la actuación “millonaria” en el torneo continental.
La dirigencia de River viene dando a entender que reforzará el plantel, especialmente desde el medio hacia arriba, cuando ya mejoró en el aspecto defensivo con la llegada, en el último mercado de pases, de los laterales Fabricio Bustos y Marcos Acuña y el marcador central Germán Pezzella, por lo que del medio para atrás cuenta con tres campeones del mundo si se suma al veterano arquero Franco Armani.
La salida del “diablito” Claudio Echeverri al Grupo City agregará la necesidad de buscar algún delantero de nivel que pueda acompañar al colombiano Miguel Borja (algo postergado por Gallardo) o a Facundo Colidio, mientras se vuelve a rumorear acerca de la vuelta de jugadores formados en el club que desarrollaron buena parte de su carrera en el exterior.
En todo caso, es claro que así como se encuentran hoy, las posibilidades de avanzar en el Mundial de Clubes que se jugará entre el 15 de junio y el 13 de julio, son escasas para los dos equipos argentinos, aunque todavía quedan dos mercados de pases para que el panorama cambie y resta saber cuál será el monto definitivo que la FIFA pagará a cada uno de los 32 clubes participantes. Habrá un mínimo de 18 millones de dólares pero habrá que esperar porque de a poco se van sumando los auspiciantes, que van comenzando a comprender la importancia de este nuevo torneo internacional.