Por Sergio Levinsky, desde Barcelona
El mismo programa radial que destapó el “Barça-Gate” hace apenas tres años, “Qué t'hi jugues” (“Qué te juegas”, en catalán), de la Cadena SER de Barcelona, ahora destapó que desde 2001, cuando Joan Gaspart era presidente del Fútbol Club Barcelona, pasando por sus sucesores Joan Laporta, Sandro Rosell y Bartomeu, quien en 2018 dio por finalizadas las pagas por una cuestión de reducir gastos, el club le pagó a José María Enríquez Negreira, uno de los vicepresidentes del organismo arbitral español, en principio, según se indicó a la agencia tributaria estatal, con fines de “asesoramiento” y de “cursos” sobre reglamento a jugadores del primer equipo y del Barcelona B (conocido como Barcelona Athletic).
Esta información generó un absoluto impacto en el fútbol español (cuando se suele decir, exageradamente, que la Liga es “el mejor torneo del mundo”), y en especial, porque desde hace muchos años, el Fútbol Club Barcelona viene quejándose de los arbitrajes favorables al Real Madrid, aunque el ambiente parece descartar que estos pagos hayan tenido que ver con arreglos de partidos o con poder de influencia para que los arbitrajes fueran favorables a los azulgranas.
Por el contrario, de acuerdo con lo que en estos días pudo averiguar “Jornada”, todo indica que si hubo una continuidad de tantos años en estos pagos, con presidentes del club muy diferentes entre sí, fue más apuntando a la idea de protegerse de los supuestos favores arbitrales al Real Madrid, sea que estos dirigentes lo creyeran per se o porque Enríquez Negreira, desde su importante cargo arbitral, les hubiese vendido humo acerca de lo que él realmente pudiera conseguir.
De hecho, los diarios deportivos catalanes tomaron con ironía la información (que aceptan como válida) ateniéndose a que en la temporada 2013/14 (cuando Gerardo “Tata” Martino era el director técnico), el Barcelona perdió la chance de ser campeón de la liga ante el Atlético de Madrid del “Cholo” Diego Simeone, en la última fecha, en el Camp Nou, por lo que dicen que fueron fallos desfavorables, entre otros ejemplos de lo sucedido en estos años.
Lo cierto es que salvo por el lado del hijo de Enríquez Negreira, Javier, que luego continuó unos años siendo asesor, y que efectivamente dio aislados cursos a jugadores del Barcelona B, no se conoce actividad alguna que hubiera hecho su padre en el club, y se comprobó también que la empresa que facturaba (“Dasnil 95 SL”), cobraba de la entidad azulgrana el noventa y cinco por ciento de su recaudación total en cada mes, o sea que prácticamente vivía del Barcelona, más allá de que tampoco se conocía demasiado la actividad del ex árbitro en su propio ámbito.
Desde distintos sectores, incluso desde la propia Liga, cuyo presidente, Javier Tebas, está bastante enfrentado al actual titular del Barcelona, Joan Laporta, se sostiene que ya no hay chances de procedimientos administrativos por haber prescripto la causa, lo cual es insólito porque la ley indica que en “casos graves” en los que hayan incurrido los clubes, la prescripción es a los tres años del hecho si no se investigó antes (¿los casos graves no deberían continuar sine dine?) y en este caso, al haber cortado los pagos hace cinco años sin que se haya investigado hasta ahora, ya las posibilidades parecen nulas desde ese punto de vista, aunque no desde lo penal.
Es decir, en otras palabras, que al Barcelona le podría caber sólo una sanción penal si tanto la Liga como la Federación Española (RFEF) que preside el ex presidente del sindicato de futbolistas, Luis Rubiales, tomaran el caso y avanzaran por su cuenta con una investigación paralela.
Bartomeu, el anterior presidente del Barcelona, dijo en estas últimas horas, que cuando cortó los pagos, José María Enríquez Negreira lo amenazó con “difundir irregularidades” que había observado en los años en los que cobró, y le dijo que “estaban jugando con el dinero de su familia”, algo que el dirigente desmintió de manera terminante y afirmó que nunca accedió a reunirse con él y que hasta su hijo le aconsejó que no le hiciera caso.
Al descubrirse este caso, nos preguntamos si los demás clubes españoles no harán lo mismo con otros ex árbitros, y si no pasa lo mismo en la Argentina y en otros países sudamericanos, aunque más no sea con el objetivo de conocer cómo se maneja tal o cual juez en una cancha, cuáles son los puntos débiles o cómo aprovechar mejor el reglamento, y si con esta excusa, ninguna entidad de las más poderosas avanzó hacia tener alguna influencia en las decisiones de los escritorios. Que nadie lo haya destapado no significa que no haya ocurriendo o no esté ocurriendo actualmente.
Cuando Rosell tomó la presidencia y aceptó que el club utilizara en su camiseta la publicidad de “Qatar Airways”, que reemplazó a la de UNICEF, que aparecía en la anterior época de Laporta, el fallecido Johan Cruyff decidió renunciar a la presidencia honoraria y advirtió que si seguía por este camino, el Barcelona iba a pasar de ser “Más que un club” -como reza su lema- a “Un club más”. Y todo indica que el ex genial futbolista neerlandés tenía razón.
Pero la situación del Barcelona no es ni por asomo exclusiva. En estos mismos días, el Manchester City vuelve a correr serio peligro de sanción (incluso con pérdida de puntos y hasta de categoría pese a los millones invertidos por el City Group dependiente de fondos provenientes de Emiratos Árabes Unidos) por dibujar, supuestamente, sus cuentas ante gastos mucho mayores de los permitidos, cuando el Fair Play Económico aprieta en la Premier League.
La Juventus, otro abonado a las irregularidades, ya sufrió en esta temporada el descuento de quince puntos en la Serie A italiana, que la alejan de los puestos de Champions League para la próxima temporada y vive momento de sequía de títulos y de crisis institucional.
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