Nadie había esperado una derrota tan fuerte del Frente de Todos en las PASO, a nivel nacional. Los pronósticos fracasaron, las encuestas también, y hasta las bocas de urna. El peronismo no gritó que hay fraude, como sostiene Macri cuando pierde: aceptó los números muy desfavorables
Por Roberto Follari, Especial para Jornada
También Juntos por el cambio –o como se llame en cada sitio- fue más moderado para cantar su victoria. Se entiende: son sólo unas PASO, hay que ver qué ocurre en noviembre. Pero la perspectiva le resulta muy favorable. Subió en porcentajes pero no en votos: mantuvo los de 2019. Pero el Fdt cayó en picada, perdiendo alrededor de 5 millones.
Muchos no fueron a votar, otros en blanco, algunos a una izquierda que se envalentona con su tibia levantada. A Milei le fue bien, pero por ahora es fenómeno porteño: Bullrich busca meterlo a JxC, donde el ruidoso personaje sería sólo uno más. El FdT cayó en prov. de Bs.Aires, siguió alejado en Capital, perdió en la mayoría de las provincias donde gobierna, excepto las que van en fila desde San Juan a Tucumán y Salta, con el agregado de Formosa.
Sorpresa. Quizá las mejores interpretaciones están en dos actores tan diversos como son Zaffaroni y Mayra Arenas. El ex juez señaló que sin conflicto no hay épica, que si no se ataca cuestiones como las de presos políticos, jueces corruptos del macrismo o total supremacía de medios de comunicación adeptos a JxC, a nadie puede entusiasmarse. Y que esos poderes siguen pesando como si estuviéramos en 2019. Mientras, la joven de barrio dejó claro que lo progresista no es lo popular, que no es con lenguaje inclusivo que se incluye a nadie, que la inseguridad es problema principal para los pobres, que no tener un peso lleva al escepticismo y la indiferencia política.
Pero aún no se disipaban los humores del domingo, cuando Cristina Fdez. lanzó una jugada tan fuerte como disruptiva: la puesta a disposición masiva de renuncias al gobierno de Alberto Fdez. de los muchos funcionarios que le son cercanos. Una patada al hormiguero. Autos que van y vienen a la Casa Rosada, cabildeos en el gobierno, periodismo en vilo por tres días.
Se verá en cuánto esta acción favorezca el cambio de rumbo que la vicepresidenta busca. La derecha se rasga las vestiduras hablando de una institucionalidad que rara vez respetó: el prófugo Rodríguez Simón es buen ejemplo. Y si es por peleas internas, el triste espectáculo de hace un mes atrás peleando todos contra todos (Bullrich contra Larreta y Vidal, Jorge Macri contra Santilli, Manes contra Larreta y así siguiendo), es obvio que lo volveremos a ver luego de noviembre y hacia las candidaturas del 2023. A la población no suelen importarle estas cosas: tan así es, que tras esos encontronazos públicos y repetidos, a JxC le fue muy bien.
Pero es cierto que se puso en vilo al gobierno, y que el presidente quedó en situación ambigua. Por un lado salió perdiendo, por otro ganó. Con el apoyo de gobernadores y de la CGT, surgió de alguna manera “el albertismo”, un sector peronista enfrentado a CFK. Por otro, ella logró imponer un necesario cambio de gabinete y –se espera- de rumbo.
A la derecha, a decir verdad, no le escandaliza la situación institucional, pues no es tan extraña: efectivamente, la ex presidenta es la figura política con más votos propios, tanto en el gobierno como en el país. Lo que molesta es que ella logre marcar un tanto el rumbo, pues saben que no es transigente con los mercados ni con el FMI y con el peso de factores extraños, como son los mediáticos y judiciales.
Macri, sin que le sobre talento político, logró descontar 8 puntos luego de las PASO en 2009: veremos si los cambios políticos y económicos del gobierno nacional le permiten una reacción saludable. Lo cierto es que la población llegó exhausta al hambre del 2019 y –enorme pandemia mediante- no está mejor en 2021.
El nuevo gabinete no muestra fuertes cambios: Manzur quedó como pieza de negociación entre sectores del FdT, se fueron ministros de poca acción, vuelve una locomotora como Aníbal Fernández. Todo dependerá de las acciones del equipo económico, que ha quedado cuestionado por la carta rotunda con que CFK respondió a las quejas públicas del presidente.
Biondi, un personaje al que muchos atribuyen el filtro de la foto de Olivos entre otras operaciones costosas para el gobierno, fue eyectado por la denuncia que de él hizo la ex presidenta. No era para menos.
Se verá. Mientras, algunos se preguntan qué festejan en la UCR. Su coalición tuvo un gran triunfo, pero no su partido. Habían soñado con una victoria del resbaladizo Manes, alguien que ya antes trabajó para el PRO. Pero Manes perdió. Y con el triunfo de candidatos del PRO en CABA y en provincia de Buenos Aires, el sueño de candidatos de la UCR a la presidencia y el de alguna incidencia en la dirección de JxC se hacen cuesta arriba. La subordinación al PRO seguirá.
Pero lo de la UCR tiene que ver con internas, eso que se juega en las PASO. Para las definitivas de noviembre, está todo abierto. Se verá si el FdT toma medidas correctas y creíbles, y si es capaz de ganar la calle nuevamente. Se verá si JxC tiene la habilidad para no perder el gran logro obtenido. La moneda está en el aire.
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