Con menos risas que antes, nos deja Jorge Schussheim.
Por Emilio Vera Da Souza, Redacción Jornada
La última vez que hablamos fue a principio de año. Intentábamos ponernos de acuerdo para una visita a Mendoza, ciudad que le gustaba. Quería volver a un hotel de Cacheuta, pero quería ir a comer a otros lugares. Pidió que hiciéramos la lista de restaurantes que no sirvieran asado ni parrilla. Quería probar comidas elaboradas. Y tomar vinos. Todos los posibles. No quería manejar entonces me pidió que lo acompañara… osea, me invitó a que fuera su chofer con mi auto.
Era un tipo que no te dejaba nunca. Siempre te agarraba de la mano para todo. Muy hincha pero muy generoso. Y con ese humor porteño canchero y judío. Lo voy a extrañar con todas las ganas de reír que me daba.
A los 79 años, a causa de una crisis de hipertensión, Jorge Schussheim murió en su casa del barrio de Núñez en Buenos Aires, la ciudad que lo crió.
La noche anterior se había sentido mal por lo que su esposa, la directora escénica, coreógrafa y actriz Lía Jelin, llamó al servicio de emergencias. Los médicos al tener detalles de su estado indicaron la internación, pero Jorge Schussheim que era tan cabeza dura como judío rioplatense se negó a internarse. Sabía el riesgo de quedarse en casa pero no quería tomar el riesgo de contagiarse de nada de nada.
Vivió y murió en contra de lo esperado, un poco por porfiado, un poco por saber de qué se trata, y otro poco por audaz.
Aprendió a leer y tocar el piano a la misma vez cuando cumplía los tres años. Luego creció dentro de la cultura de judío porteño. Schussheim estudió medicina, antropología y geología pero nunca terminó esas carreras.
De los que sí ejerció fue de músico, autor, compositor, actor, libretista, publicista y cocinero.
Tanta variedad de oficios se resumía en un sentido del humor implacable: fijo, inteligente, informado, confrontativo, Schussheim fue humorista, y ese oficio era transversal a todo en su vida.
En los años 60 junto a unos compañeros del coro de la Facultad de Ingeniería, formó el grupo I Musicisti, donde participó un buen tiempo. Él y otros más se retiraron y tomaron otros caminos y ese grupo de jovencitos compuesto por Marcos Mundstock, Jorge Maronna, Carlos Núñez Cortés y Gerardo Masana, entre otros, pasaron a llamarse Les Luthiers.
En el Instituto Di Tella, cuna de la vanguardia artística del sur, se presentaba junto a Marikena Monti y Jorge de la Vega, tres talentosos.
Grabó el long play “No todo va mejor con…, en alusión negativo al eslogan de la época de Coca Cola, un disco de canciones como “Antes y después”, “Las cosas que pasan”, “Las tijeras de mamá”. Influenciado por el humor de ese tiempo y por los poemas descriptivos del francés George Brassens.
Schussheim, que escribió más de 500 canciones Fue un hombre de éxito en la publicidad, mientras de divertía en el teatro, escribía obras, y armaba conjuntos musicales.
Sus publicidades más destacadas: la del whisky Añejo W y la frase “No va andar” o el diálogo “estúpido-estúpida” que puso el licor Tía María en los labios de las multitudes.
A propósito del licor, él mismo contaba en una entrevista: “Por esa época, algunas actrices se pusieron de novias con muchachos mucho más jóvenes: Susana Giménez, Nacha Guevara, Gabriela Acher. En la publicidad podías ver a Tini de Bucourt vestida con la casaca del pijama de un actor muy joven, aparentemente su novio. El le muerde la mano y ella le dice con una voz muy sexy, “estúpido”. Él le responde en el mismo tono, “estúpida”. Mientras, entre ellos aparece la botella de Tía María. El aviso proponía además tomarlo en vasos de trago largo, con hielo, soda y limón, en vez de las clásicas copitas de licor. La cosa es que Tía María vendía 6000 cajas y con la publicidad, en un solo canal, pasó a vender 100.000”.
Schussheim fue guionista de Tato Bores, para quien escribió “Hello, Tato”, obra de music hall, que se puso en escena en el Teatro Estrellas en 1975, y al año siguiente, “Pobre Tato”, que con los problemas de la época se puso en el Teatro del Globo, con Tato y la dirección musical de Schussheim y la dirección general de Lía Jelin, su esposa.
Antes, en 1971 y 1972, escribió junto a Pedro Orgambide –gracias a quien había entrado en el mundo de la publicidad– Juan Moreira Supershow, que dirigió Alfredo Zemma en el Teatro del Centro. También adaptó obras teatrales que dirigió Lía Jelin, como Dios mío, de Anat Gov, que fue se estrenó en 2014 en el Multiteatro; el mega éxito Toc-toc, de Laurent Baffie, que se estrenó en México en 2010 y en 2011 llegó a Buenos Aires. Ese mismo año en el Centro Cultural de la Cooperación se puso en escena El rey se muere, de Eugène Ionesco, también con la adaptación de Schussheim. De su pluma salieron además Todo al costo (2000), una compilación de canciones, relatos, recuerdos de recuerdos, recetas de cocina, reflexiones de una vida entera, y Memoria sin balance.
El restaurante Big Mamma, de comida judía de Argentina, fue todo un éxito: el menú estaba basado en la comida de su infancia con algunos toques sofisticados que le deba el haber probado los mejores manjares del mundo.
“Cuando vivíamos en casa de mis abuelos, mi madre rusa le ponía sal al pescado y mi abuela polaca le ponía azúcar. Así se iban saboteando mutuamente hasta que el pescado quedaba como una pieza de museo. En homenaje a esto inventé el guefilte fish de la frontera ruso-polaca”, contó una vez. En ese local presentó durante muchos sábados la obra El pescado original, con Ismael Hase.
La noticia de la muerte de Schussheim se expandió enseguida por las redes sociales, ya que él era muy activo en esa plataforma de comunicación. De los comentarios de sus seguidores, amigos y peleadores comunes seleccionamos estos:
ESTÁ MUERTO anunció su sobrina nieta.
“Ocurrió este viernes 17, por una descompensación cardíaca. Estaba en casa, el jueves por la noche, con su mujer la actriz #LíaJelin (84), cuando comenzó a sentirse mal. «Una arritmia», diagnóstico el médico que lo atendió, «tiene que internarse para estudios y observación», le dijo. No quiso. El fantasma del #CoVid19 lo acobardó. Esta mañana volvió a descompensarse. No superó un pico de alta presión y un infarto.
«Multifacético», lo describen. Peleador, vehemente, punzante y un creativo del humor y el buen gusto.
Había nacido el 31 de octubre de 1940. Su sobrina nieta lo despidió con una nota que tituló: «Shussheim no murió. Está muerto». Por su parte, el humorista #Moldavsky, escribió: «Chau, Ruso, ojalá te reciban con una lluvia de borsch y varenikes». Es el mensaje de su amiga Alicia Vicchio.
El multifacético artista Jorge Schussheim murió a los 79 años, tras sufrir una descompensación cardíaca su esposa, la directora y actriz Lía Jelín, llamó a emergencias y los médicos le dijeron que debía ser internado, pero Schussheim decidió quedarse en la cama. Allí falleció a las horas. Fue músico, compositor, escritor, publicista, actor, cocinero, humorista y director de coro.
”Estudié medicina para conformar a mi mamá, antropología por mi hermana y geología por una tía”, contó alguna vez.
Dice Miriam Lewiing
“Jorge Schussheim nos dejó esta semana, inesperadamente.
Su agudeza, su ironía, su humor inteligente nos van a acompañar para siempre.
Primero conocí sus canciones satíricas y divertidas después sus relatos y finalmente, me legó el disfrute del gran Roberto Moldavsky quien conocí mientras cenaba en Mamá Europa.
Jorge Schussheim presentó esa noche a los comensales a un turquito que se paró en el medio del salón para desgranar los chistes más geniales que había escuchado en mucho tiempo.
Y si, Jorge, soy Polishe, y me reconocen porque le pongo azúcar a los pepinos en vinagre. Gracias a vos, soy un poco más judía. Siempre te vamos a recordar, ni siquiera con una sonrisa. Con una carcajada”.