La Universidad Nacional de Cuyo completó su elección para renovar autoridades y, más allá del resultado, produjo un hecho político que cada quien podrá leer según su conveniencia, pero que sin embargo reafirma un dato que no es nuevo: la tendencia de la sociedad mendocina de acompañar al oficialismo provincial y sus aliados, aunque esta vez de manera más ajustada de lo que se preveía.
El triunfo de Esther Sánchez y Gabriel Fidel, la fórmula de Interclaustro, agrupación universitaria vinculada a Cambia Mendoza, ratificó su liderazgo en la UNCuyo al imponerse por escaso margen al binomio peronista referenciado básicamente en el Frente de Todos (FdT) que integraron Adriana García y Arturo Tascheret.
Así, la actual decana de la Facultad de Ciencias Económicas sucederá al radical Daniel Pizzi y su espacio podrá superar la década de conducción en la Universidad. Una circunstancia que desde el momento del inicio del proceso fue leída como una amenaza hegemónica del radicalismo en una institución tan emblemática.
Justamente, en la previa y durante este proceso, se puso en discusión la pretendida autonomía de la Universidad respecto de los poderes más identificados, tales como el Gobierno nacional o provincial. O, directamente, de los aparatos partidarios, que sin duda se involucraron en la contienda.
Lo cierto es que la última reforma de estatutos la UNCuyo habilitó el voto directo y con ello, la injerencia de la política partidaria en el más estricto sentido. Y así se vivió en cada unidad académica y en cada claustro.
Sin embargo, más allá de ello, la renovación de autoridades alienta expectativas, al margen de quién gobierne en la Provincia o en la Nación, de poder alinear esa institución de educación superior con las necesidades concretas de la sociedad mendocina. No sólo en la tarea de capacitación y formación de profesionales que realiza desde hace décadas, sino también en la redefinicion de aspectos más profundos que tienen que ver con la matriz productiva de la provincia y la imaginación del futuro deseado.
La Universidad tiene un rol central en acompañar con innovación y prospectiva inteligente el diseño la sociedad que vendrá, de manera sustentable, pero también efectiva en términos de disminución de la pobreza. Y para ello, estudiar, analizar y proponer las mejores condiciones para generar empleo genuino y mejor calidad de vida para los mendocinos.
Mendoza lleva mucho tiempo sin crecer. Y eso no puede seguir sucediendo. La diversificación de sus actividades debe contemplar la producción tradicional, desde la vitivinicultura y fruticultura, hasta la economía del conocimiento pasando por todas aquellas que aseguren horizontes de superación. El turismo y porqué no, la minería en aquellos lugares donde su explotación sea aceptada bajo parámetros legales.
La UNCuyo puede ser, definitivamente, ese faro de referencia que soñaron sus fundadores. Y que Mendoza necesita más que nunca. Es de esperar que las nuevas autoridades compartan también ese desafío en línea con los deseos, la confianza y el valor que los mendocinos tienen de su Universidad.