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Hacia la recta final: ¿Democracia limitada?

Pasó el primer debate: no es de esos eventos que definen una elección, pero en algo mueve la aguja. Caben diversas interpretaciones sobre quién ha ganado, pero está claro quién perdió: una Bullrich que se ha mostrado pasmosamente débil en lo discursivo, no pudo sostener más que ataques, monosílabos y repetición de slogans.

Redacción
07/10/2023 20:58
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Por Roberto Follari, Especial para Jornada

Algunos dicen que ganó Bregman: y es claro que ella tiene elegancia y fluidez. Pero es obvio que estaba en posición de facilidad, pues a nadie le interesaba atacarla: va última en intención de voto. Sin haber gobernado ni un municipio, no es difícil estar libre de responsabilidades.

  Schiaretti demostró que para presidente puede exhibir (dudosas) credenciales como gobernador de Córdoba: no supo hablar de otra cosa, ni ponerse como interlocutor de las principales figuras del encuentro. Habló con la facilidad de quien nada tiene para perder ni ganar.

  Milei se puso lentes, y asumió una estudiada pose de moderación que habrá desconcertado a muchos partidarios de gritos y motosierra: cada vez se parece más a un político cualquiera. Acribilló a Bullrich con preguntas sobre economía que ella no pudo contestar, y dijo que llamar representante del demonio al Papa "es de cuando él no era candidato" (??). Hizo un papel discreto, si no fuera por su negación del número de desaparecidos, y la -a esta altura insólita- adscripción de "excesos" a los personeros de la represión ilegal de la dictadura. Los rechazos a estas declaraciones siguen llenando las redes y los diarios.

  Massa fue, de modo sorprendente, el centro del debate. Si bien el candidato con más votos en las PASO fue Milei, la costumbre es pegar al partido de gobierno. No le fue mal: ser el más aludido le dio un papel principal, y mostró serenidad para soportar los embates, sobre todo los de una Bullrich que pretendía subirlo (y subirse) al ring como fuera. Se mantuvo firme en exponer sus planes: no contestó a Milei sobre derechos humanos como sí hizo Bregman, pero exhibió una agenda de cierta novedad.

  Luego la televisión propuso el asunto Insaurralde, tema de efímera moda. Situación muy de lamentar, si bien cuantitativamente poco significativa: si el alquiler de la nave costaba 8000 dólares, la deuda -por ej.- de Macri al Estado por el Correo es de 400.000.000 de dólares (400 millones). Pero el ruido se hace grande, para la tv principal, según de quién se trate. Lo cierto es que ya la velocidad mediática se tragó también el asunto, y va llegando la hora de decidir según proyectos.

  Ya nadie sabe si Milei quiere dolarizar: que sí, que no, que después. El plan ultraliberal del hombre que se corta el pelo se sabe para qué lado apunta, pero no qué es lo que podría hacer. Ni en qué plazos. Lo mismo para la confusa propuesta de vouchers a los estudiantes, los que según Krause -ministro si ganan la presidencia- se dejarían de pagar luego de un tiempo. Y que cada estudiante se arregle y se financie solo.

  Pero el problema más grave es con la situación institucional. Por una parte, Milei no tiene gobernadores, tendrá pocos legisladores, no tiene estructura nacional, no tiene cuadros propios. Se ha de rodear de lo que sobre de los partidos tradicionales, como se ha mostrado con Francos o Roque Fernández. En tal debilidad, habría dicho en la Embajada de EE.UU. que desde el Norte deben apoyarlo, pues si no se caería. Extraña petición, pues el país del Norte no tiene injerencia directa en la institucionalidad nacional. ¿Qué se pretende? Si se une esto a la forma enfática de negar el número de crímenes de la dictadura, aparece el fantasma de la apelación a la fuerza. Ojalá sea sólo una falsa apariencia, ya que Milei ha mostrado fundamentalismo de mercado, pero no tanto una actitud autoritaria y antidemocrática (las cuales han estado a cargo de su compañera de fórmula, Villarruel).

  Si a esto se suman las declaraciones de fingida ingenuidad de Bullrich (según ella Santiago Maldonado "se ahogó": no fue muerte forzada bajo persecución sino el resultado de un pic-nic), se advierte que hay riesgos para el futuro democrático del país. Hasta ahora, la democracia nos ha librado del autoritarismo, excepto el espionaje y la represión cuando Macri: parece que en el futuro puede ser peor. De nuestro voto depende.

  Lo mismo para lo económico-social. Seguiremos teniendo educación gratuita y salud pública, o las cambiaremos por el negocio de la salud y la educación para pocos. Seguiremos con tarifas limitadas, o al eliminar los subsidios tendremos que pagar mucho más, hasta para tomar el micro en la esquina. La mayoría de los agentes económicos, gremiales y sociales llaman a evitar un salto al vacío: se verá qué decide una población fastidiada y con poco espacio para la escucha.-     

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Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista Diario Jornada.

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