Ayer se conoció que dos estudiantes de Diseño Industrial de la Facultad de Arte de la UNCUYO fueron premiados por la NASA (Agencia Espacial de EEUU), por confeccionar la maqueta de una casa para habitar en el planeta Marte.
Lara Gauna y Mariano Tassin, utilizaron una impresora 3D para su proyecto “Mars 3D Home”, y ganaron el concurso para que la organización espacial más importante del mundo los convoque y haga realidad su idea.
Hoy martes en tanto, el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), que reúne a los rectores de todas las universidades del país, ha convocado a una “marcha federal” que espera ser multitudinaria en Buenos Aires y que se replicará en Mendoza.
Es una manifestación “en defensa de la educación y del sistema universitario” estatal, ante la “grave” situación que atraviesa por el ajuste del Gobierno de Javier Milei.
El presidente por su lado, no deja de marcar que las universidades son lugares “de adoctrinamiento político”, con argumentos escasamente refutables, sobre todo a partir de la presencia de los partidos gobernantes en los últimos años.
Sin embargo, ejemplos como los de Lara y Mariano hay todo el tiempo. Así ha sido en la historia de las universidades públicas y también en el presente, demostrando que pueden ser sinónimo de calidad académica y de formación de grandes referentes. Lo que sin dudas -como el caso de estos chicos- es motivo de orgullo.
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De la universidad pública argentina salen cada año millones de profesionales de distintas disciplinas que se destacan aquí y en el mundo, y que poco se relacionan con la política y el supuesto adoctrinamiento.
De hecho, los cinco premios Nobel que nuestro país tiene para galantearse en el mundo egresaron de estas universidades. Porque el abogado Carlos Saavedra Lamas (Nobel de la Paz 1936), Bernardo Houssay (Nobel de Medicina 1947), Federico Leloir (Nobel de Química 1970) y César Milstein (Nobel de Medicina 1984), se formaron en la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Adolfo Pérez Esquivel (Nobel de la Paz 1980), hizo lo propio de la facultad de Artes de la Universidad Nacional de La Plata.
Pero no sólo los Nobel son destacables. Hasta el propio René Favaloro también salió de una universidad pública. El cardiólogo, que terminó con su vida dramáticamente en defensa de las políticas públicas de Salud, estudió y se recibió de médico en la Universidad Nacional de La Plata, donde también cursó el doctorado.
Destacados locales
En Mendoza existen dos universidades nacionales estatales, la de Cuyo (UNCUYO) y la facultad Regional Mendoza de la UTN (Universidad Tecnológica Nacional).
En la primera se cursan 101 carreras, 68 de las cuales son “de grado” (se cursan en las facultades) y 33 de pregrado (en su mayoría tecnicaturas). Abarca disciplinas englobadas en las áreas de artes, ciencias básicas y tecnológicas, ciencias sociales y humanas y salud.
En la UTN se cursan cinco ingenierías, cinco licenciaturas y cinco tecnicaturas de distintas disciplinas.
Las universidades públicas locales también tienen egresados destacados. Un ejemplo de fuste es el oftalmólogo Roberto Zaldívar, reconocido mundialmente, que se formó en la UNCUYO.
También egresó de Medicina el neurólogo Fabián Cremaschi, referente nacional e internacional de esa rama.
En tiempos más recientes hay jóvenes graduados que se destacan. Un ejemplo es Alexis Atem, que se formó en Ingeniería de la UNCUYO y hoy es un prestigioso empresario referente de la energía solar en el país.
También egresó de Ingeniería Lucas Paganini, que trabaja en la NASA y hasta tiene un asteroide con su nombre. Otro que salió de esa unidad académica es el recientemente graduado en Mecatrónica Marcos Bruno, cuya formación como astronauta sin dudas pondrá “muy lejos” el nombre de nuestra provincia.
Son sólo escasos ejemplos que se suman a los de Lara y Mariano y a decenas de miles de estudiantes y profesionales formados en estas universidades que -es cierto- pagamos todos, pero que dejan claro que se trata de una inversión beneficiosa.
Indudablemente, sus administraciones, surgidas de la política universitaria, pueden cuestionarse (las universidades son autónomas y eligen periódicamente sus autoridades por vía democrática). También puede criticarse la ideología de quienes las conduzcan eventualmente.
Lo que no se puede cuestionar es su historia y su capacidad de formar a grandes profesionales, algo que sucede desde hace siglos. Eso se contrapone incluso a los ideales de aquella “generación del 80” que a fines del siglo XIX comenzaba a delinear un exitoso futuro del país y hoy, el propio Milei reivindica.
Hoy, más bien habría que imitar sus planteos y apostar fuerte a que el Estado se haga cargo de la educación. Eso redundará en un futuro mejor para el país.
A no dudarlo.