Las planificaciones a largo alcance responden al factor confianza que inmuniza cualquier proceso respecto de las contingencias del momento, el humor social o el inconsciente colectivo de polaridad negativa.
De hecho, los números son abrumadores si es que se necesitan de cifras para justificar una posición: una sola derrota en cuarenta y siete partidos.
Los ecos de la caída – inesperada, por cierto – de la Selección frente a su par de Arabia Saudita, produjo un revulsivo que cambió desazón por compromiso en trocar la percepción de fracaso cercano por una esperanza que bien expresó Lionel Messi el día después, cuando – definitivamente – se convirtió en líder referencial del colectivo ya no solo dentro sino también fuera de la cancha.
“Debemos ganar las seis finales que quedan”, dijo taxativamente Leo en esa reunión a solas que mantuvo el plantel a puertas cerradas.
Sutil y, a la vez, rebosante de confianza, Lionel Scaloni utilizó una metáfora en su primer contacto inmediato con la prensa: “Mañana sale el sol, gane o pierda la Selección”.
Lejos de una expresión extemporánea, el entrenador reafirmó su idea base y potenció el devenir inmediato con una mixtura entre la tranquilidad y la paciencia como sinónimos de seguridad en el corto plazo.
El resultado ya se sabe.
La angustia, el sufrimiento, la tensión, la adrenalina, el fetichismo y la celebración volcánica, también.
Y entonces, cuando hubo quienes se preguntaron a qué, para qué y por qué sl seleccionado campeón mundial se le eligió una gira asiática en la primera fecha doble de FIFA luego de los partidos de festejo ante Panamá y Curazao, la respuesta es clara y contundente: robustecer las expectativas de recambio conforme a lo que vendrá a mediano y largo plazo.
Una apuesta a ganador, sin término medio.
Haciéndole honor a lo que representa esta camiseta, que ahora luce tres estrellas pero no se conforma con ese número.
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A seis meses de aquella gesta en suelo árabe, donde pareció agregársele un capítulo a “Las mil y una noches”, la historia se escribió con tinta albiceleste con la misma concentración que cada artista del pincel define cuál y cómo serán tanto el primer como el último trazo sobre la tela que será receptora de la creatividad en su obra.
El hacedor de la “Scaloneta” y sus colaboradores, quienes mantienen un rol relevante como cuerpo técnico, planificaron esta serie por Beijing y Yakarta con la doble intención de lograr resultados favorables, pero con la mira en la proyección de sendas Copa del Mundo por venir.
Ya no es solamente el objetivo de la Copa América 2024, donde dos referenciales de la talla de Messi y Di María estarán en plenitud, sino también por la necesidad de ir poniéndole el foco al tan históricamente temido “día después”.
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Por decantación natural, Leo y “Fideo” saben mejor que nadie que su vida útil dentro del campo de juego tiene fecha de vencimiento tope en “Estados Unidos, México y Canadá 2026”, al menos en el nivel que ellos conocen de qué manera sostener.
Nada mejor, entonces, que el tiempo de recambio se vaya fogueando desde ahora y lo suficiente como para que haya opciones de calidad comprobada para las convocatorias venideras.
El momento de prueba es hoy y bienvenido que así sea.
Los Garnacho, Buonanotte, Almada, Carboni, Véliz, Redondo, Soulé, Giay, Gauto, Balerdi y Nico Paz, entre otros, tendrán oportunidades de foguearse en el máximo nivel al que puedan acceder y siempre teniéndose en cuenta que, hoy en día, representan la materia prima óptima para la renovación, pero que – igualmente – habrá hipotéticamente nuevas figuras surgentes que estén en condiciones de competir por un lugar en el tricampeón mundial.
El método ensayo/error, simbólicamente hablando, en modo “Volver al futuro” tal como si se estuviese filmando una película a la que nadie quiere ponerle la palabra “fin”.