El Mundial de Qatar, que acaba de finalizar con una llegada impactante a través de los distintos medios de comunicación a todo el mundo (más allá de que el turismo recibido fue de casi la mitad a lo imaginado), y la gran actuación de Marruecos, que llegó a la semifinal -algo que nunca antes había ocurrido con una selección africana en las veintiún ediciones anteriores-, son dos de los hechos que obraron para que el mundo árabe se haya volcado, en estos meses, y con determinación, al desarrollo del fútbol.
Acaso contagiada por esta marea qatarí y marroquí y a la enorme inversión de capitales emiratíes en el “Grupo City”, que tiene como centro de la acción al Manchester City de la Premier League pero que cuenta con clubes en todos los continentes (en Uruguay posee el Montevideo City Torque y ya está averiguando para invertir en otro de Brasil), Arabia Saudita fue noticia varias veces, ligada al fútbol, en el último tiempo.
Por un lado, la notable campaña del Newcastle desde que fue adquirido por un fondo estatal de este país, hizo que se revirtiera el casi seguro descenso de las “Urracas” a la Premiership, la segunda división inglesa, para pasar ahora a un tercer lugar en la Premier League y con expectativas de llegar en la próxima temporada, la 2023/24, a participar de la Champions League, con lo cual el club verá agrandados sus beneficios. Claro que para eso, contrató a jugadores como Kieran Trippier, los brasileños Bruno Guimaraes y Joelinton, o el sueco Alexander Isak. La campaña es sensacional y le acaba de empatar en su cancha nada menos que al puntero Arsenal, que nunca había cedido puntos como local en todo el torneo.
Las expectativas del Newcastle son tan favorables que varias fuentes sostienen que una parte secreta del acuerdo resonante entre el Al Nassr árabe y Cristiano Ronaldo, que se llevará 450 millones de euros por dos temporadas y media hasta mediados de 2025, contempla la posibilidad de que si las “Urracas” se clasificaran a la próxima Champions, el delantero portugués podría salir al club inglés en condición de préstamo para participar en su competición predilecta, de la que es el máximo goleador de su historia.
Esto no significa que todas sean loas, porque para que Cristiano Ronaldo recalara en el Al Nassr, con la pompa de su presentación ante treinta mil personas en el estadio y con su familia en el césped, primero tuvo que romper con su poderoso agente y compatriota, Jorge Mendes, quien le recomendaba con ahinco que no se moviera de Europa y que se buscara un destino menos complicado, porque aunque se vendan algunos derechos de transmisión de la “Saudi Pro League”, para la consideración mundial, su imagen es de franco descenso y casi, un adiós al alto nivel para poner fin a su carrera.
En este sentido, Cristiano está preso de sus palabras cuando dijo que nunca iba a retirarse en ligas menores, algo que, indirectamente, se le preguntó en la conferencia de prensa de presentación, a lo que incluso respondió con evasivas. De cualquier modo, ya los inversores le están encontrando la vuelta y lo primero será un partido amistoso, el próximo 19 de enero, entre el Paris Saint Germain (PSG) y un combinado de los equipos Al Nassr y Al Hilal, el campeón asiático, que tendrá la conducción de Marcelo Gallardo, invitado para la ocasión, en lo que podría ser el último Messi vs cristiano.
El Al Hilal es dirigido por Ramón Díaz y no sólo tendrá la ocasión de disputar el próximo Mundial de Clubes de febrero en Marruecos, en el que participarán también, entre otros, Real Madrid y Flamengo, como campeones de Europa y Sudamérica, sino que se trata de un equipo que tiene nueve jugadores que integraron la selección de Arabia Saudita que venció a la Argentina en el debut de la pasada Copa del Mundo de Qatar por 2-1, generando el primer impacto del torneo.
También en los próximos días se disputará en tierras saudíes y en una nueva edición, la Supercopa de España, que organizada por la empresa “Kosmos”, de Gerard Piqué, alteró la tradición de que la jugaran los campeones de la Liga y la Copa del Rey para pasar ahora a un cuadrangular con dos semifinales y una final. En este caso, participarán el Real Madrid, el Barcelona, el Valencia y el Betis.
Este torneo no está exento de polémicas debido a la postergación del colectivo femenino en muchas actividades, más allá de que se intente mostrar algunos “progresos” y de que la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) haya pagado enormes publicidades en los medios locales explicando posibles cambios en la participación de la mujer en el fútbol árabe saudí, algo que habrá que comprobar.
Pero lo de Arabia Saudita y el fútbol no termina allí. Consciente de que el fútbol es una enorme herramienta para el lavado de imagen (especialmente después de que el país no pudo dar una explicación clara sobre la muerte del periodista opositor Yamal Khashoggi, del “Washington Post”, el 2 de octubre de 2018 cuando había ingresado por un trámite a la embajada en Estambul y ya nunca salió con vida y su cuerpo apareció cortado a trozos), el país encontró aliados en Egipto y Grecia para lanzar su candidatura a organizar el Mundial de 2030, por lo que en ese sentido competirá con las de España, Portugal y Ucrania, por un lado, y la sudamericana compuesta por Uruguay, Argentina, Paraguay y Chile, por el otro.
El basamento de la candidatura de Arabia Saudita, Egipto y Grecia es que se trata de países que unirían así tres continentes (Asia, África y Europa), aunque no parece fácil que apenas ocho años después de que el Mundial lo organizara un país asiático y árabe (Qatar) ya otro tenga la posibilidad de repetirlo, aunque con esta FIFA de Gianni Infantino nunca se sabe.
Por el lado de Marruecos, la situación parece bastante clara. Ya se candidateó en el pasado para organizar un Mundial aunque no tuvo éxito, y está tratando de regresar a los primeros planos desde varios caminos distintos. En febrero organizará otro Mundial de Clubes (ya fue sede en el pasado), y puede presumir de su muy buen equipo que hizo historia en el pasado Mundial, llegando a terminar en el cuarto lugar y con figuras como su arquero Yasmine Bounou “Bono”, que juega en el Sevilla, el lateral derecho Achraf Hakimi (PSG), el lateral izquierdo Noussair Mazraoui (recientemente transferido por el Ajax holandés al Bayern Munich), el volante central (uno de los mejores del torneo), Sofyan Amrabat (Fiorentina), y los delanteros Ez Abdé (Barcelona, a préstamo en el Osasuna), Sofiane Boufal (Angers de Francia), Youssef En Nesyri (Sevilla) y Hakin Ziyech (Chelsea). Marruecos pudo empatar en su grupo ante Croacia, venció a Bélgica y a Canadá, y luego eliminó a España y a Portugal para caer recién ante Francia en semifinales y nuevamente ante Croacia por el tercer puesto.
Tampoco se queda atrás Emiratos Árabes Unidos. Si su mayor participación en el fútbol pasa por su apoyo al Grupo “City”, de a poco se va convirtiendo en referente de partidos internacionales. De hecho, en pocos días se disputará allí el partido entre Boca Juniors y Racing Club por la Supercopa Argentina, y ya la selección argentina y la local (dirigida por Rodolfo Arruabarrena) jugaron un partido amistoso en los días previos al Mundial.
El mundo árabe descubrió que el fútbol puede ser, además de fuente de grandes negocios, una enorme pantalla que en algunos casos puede servir para un lavado de imagen y en otras, una forma de atraer turismo o de mostrar su mejor cara al mundo. Y cada vez se aferra más al deporte más popular del planeta.