Cual si fuera la ópera de Giuseppe Verdi, en tiempos en que el suelo italiano vivía etapas revulsivas en lo social, lo político y naturalmente en lo cultural, inmigrantes llegados desde esas tierras hicieron anclaje en distintos puntos geográficos del territorio argentino. Conforme a las circunstancias, entre las cuales hasta el azar podía llegar a ser determinante, la inmigración itálica recibió el aporte de un apellido, entre tantos, que se desparramaron desde el Piamonte originario hasta territorios disímiles como Buenos Aires, Entre Ríos, Santa Fe y Mendoza.
Y así, los Tarditi escribieron una historia con herramientas simbólicas, pero asociadas no solamente al esfuerzo cotidiano sino también a cómo desmalezar, nivelar la tierra, sembrar y cosechar ideales, posiciones de vanguardia y participación en la construcción de aquello que entendieron como un mundo mejor.
Enrique y su hermana Adelina abrieron caminos y dejaron sendos legados en generaciones que bebieron de esas aguas hasta hidratarse con enseñanzas, puntos de vista asociados o confrontados entre sí, proyecciones en progresión comunitarias y la esperanza como bandera contenedora de tantos sueños en clave de historias construidas sin punto final.
El puente que construyeron entre hermanos fue una obra basada en la firmeza de pensamientos propios, como también articulada con fases de superación para afrontar escollos tan hipotéticos como reales que puedan ir surgiendo inclusive en modo imprevisto.
“Deli” partió físicamente en diciembre de 2017, aunque su vigencia es tan permanente que sobrevive a cada segundo en el back up irrefutable de quienes la han conocido.
Y qué mejor que adentrarse en su legado como artista plástica y restauradora, pero también como una docente que le hizo honor al término y que, también en el ambiente artístico, fue una pieza fundamental en el ensamblado de artistas -en el sentido genuino del término- que pertenecen al Espacio “La Terra”, una referencia insoslayable en el arte plástico mendocino.
En la cálida vivienda de Enrique, ubicada en la Quinta Sección, esta entrevista tuvo como punto de partida conocer más acerca de Adelina, pero – igualmente – de los antecedentes familiares y de la transición del Taller “Innato” a la constitución de este grupo cuyo sentido de pertenencia es parte de su propio adn.
En compañía de Enrique, quien fuera, entre otras actividades, presidente de Apyme y figura destacada en la UTN, sumada a la de Monserrat Burgos, docente, artista plástica y coordinadora de “La Terra”, compartimos una síntesis de esta conversación sin temario previo y abierta a que las reflexiones se fusionaran con las emociones para convertir a este encuentro en un hecho único.
EL ORIGEN Y LA LLEGADA
- Para situarnos en el tiempo, ¿de qué manera y por qué motivo los Tarditi dejan Italia para llegar a la Argentina, Enrique?
- Mis abuelos y lo que es la descendencia de la generación del arte con los Tarditi, viene desde principios del siglo XX, con la participación tanto de mi papá y de mi nona, que era muy práctica porque tenía seis hijos y los nombró: Primo, Secondo, Terzo, Quarto, Quinto y Sesto. Hemos hecho algunas investigaciones sobre cómo estaba la familia, por ejemplo. Un nieto, ahora, ha estudiado la relación de los Tarditi, cuántas personas eran, qué llevaban, qué grupos y qué buscaban en esto de llegarse hasta aquí.
- ¿Qué se pudo averiguar con relación al origen?
- Mi nieto fue a Italia y se acercó a dónde le dijeron que posiblemente estén los descendientes, en Piamonte. Allí fue Julián y estuvo allí sentado en la silla de la casa de los Tarditi, quienes estaban medio con desconfianza. Los italianos tenían miedo, aparentemente, de que le fueran a reclamar las tierras. Ahí lo atendieron bien, le dieron de comer y por un día, ya que era suficiente como para tener el antecedente…
- ¿Recuerda algún dato más acerca de sus antepasados?
- Mi nieto también quería conocer el lugar porque mi nono, aparentemente, tenía una casa grande en Piamonte y era lo que estaba haciendo. Además seguía fiel a su pensamiento político, porque era anarquista.
- ¿Qué información posee sobre esa llegada de inmigrantes italianos en esos momentos?
- El nono estuvo trabajando políticamente en la venida de italianos a la Argentina en el ’30
- Quizás unos años después de la corriente en la cual vino Severino Di Giovanni, el joven anarquista fusilado en Argentina…
- Exactamente, teniendo en cuenta de que con la familia se van de Italia a la Argentina y si había un Primo había un Secondo, Terza, Quarta y Quinta. Terza y Quarta se quedan en Buenos Aires y Primo en Entre Rios. Secondo y Quinta se quedan en Mendoza. Así se distribuyó la familia.
- ¿Qué más puede contar acerca de esta relación?
- Era una relación que no tenía mucha profundidad en estar en contacto con ellos. Primo y sus hijos estaban en Entre Ríos. Estaban cosechando arroz…y hay una intensidad muy importante de los anarquistas, socialistas y comunista de esa época. Siempre mantenían sus ideales.
-¿Y sobre los hijos suyos y los de su hermano Rubén?
- Tuve tres hijos: Natacha -fallecida -, Claudia y Nicolás. Mi hermano menor tuvo cuatro.
CÓMO INGRESA EL ARTE EN ENRIQUE Y ADELINA
-¿De qué manera se instala ese vínculo con el arte tanto en Adelina como en Ud.?
- Diría que más en mi hermana y también en una tía que falleció. Mi hermana pintaba en la escuela. Yo era un año antes que ella. La ponían en los pizarrones y pintaba para el día de la bandera, además de todo lo que se marcaba en cada reconocimiento de la enseña patria argentina. Ella pintaba y yo, dibujaba. Y ahí se armó todo, fue una cuestión como si fuera natural.
-¿Y en el resto de la familia se continúa esa tradición artística?
- Y, con mis nietas y nietos. El que hizo lo del Piamonte era mi nieto, por eso se trata del arte. Los padres han incentivado para seguir eso. Todo lo que es Alma y también Rufina, que lo incorporaron. Se ponen a pintar o arreglar y qué predisposición que tienen. En el caso de Rufina, la más chica de todas, tanto en la forma de expresarse y además en la fuerza que tiene en los brazos para hacer algo. Mandé una fotografía de todos, donde levanta la mano y la prima estaba acá y era más grande que ella. Si esto lo hace así, qué es lo que les espera a ustedes, les digo…(risas)
-¿Artistas que hayan influido en los Tarditi o alguien que los haya deslumbrado? ¿O eran más autodidactas?
-No tengo nada que decirle al respecto. Pasa que mis estudios fueron técnicos. Los hice en la vieja escuela industrial en la calle Yrigoyen, el “gallinero”. Hice seis años allí y seguí como técnico y después como ingeniero dando clases en la Tecnológica. Así que tengo un tapón…(risas) y Monserrat acota: “has intentado destaparlo con el arte”.
- En una palabra, lo suyo fue lo técnico y lo artístico lo fue incorporando después…
- Y, lo que pasa es que luego hice cinco años en la tecnológica como ingeniero mecánico, así que la relación con el arte fue por seguir a mi hermana y por eso digo que estuvo más ligada a la vida artística de Adelina. También la acompañábamos a los bailes. Ella iba al Liceo de Señoritas. Ese fue el lado artístico y ella era como un gran aporte permanente al arte.
-¿Qué otros momentos evoca junto a su familia?
- Muchos con mi hija Natacha, que falleció. Un día se enojó conmigo: había una obra que hacían en Bellas Artes en una competencia con el prado que estaba enfrente, que es de la Casa de Gobierno y se enojó tanto Natacha conmigo porque le quise corregir algo. Era brava Natacha Andrea. La mayor de todos. Natacha y Adelina eran así, bravas.
-¿Esa personalidad fuerte era una característica de la familia?
- Las mujeres, en el grupo de los Tarditi, tenían un papel preponderante de la más chiquitita a la más grande. -acota Monserrat: la Rufina maneja a Alma. Y Enrique responde: la acompaña a Alma…Alma es más suave, pero la otra … (silencio y risas) Monserrat agrega: es intensa, ja ja…es Tarditi. Yo veo en las chicas más ligadas, que hay una relación entre ellas de ligazón, de estar ligadas cada una con su casa, su entorno, señala Enrique. Las de cara redondita son de Rubén, del hermano…Claudia, Natacha y Nicolás son de Enrique, aclara Monserrat. Los veo venir como el sello de la producción…Monserrat: el AdN… Enrique: sí, el adn.
-Y sobre Adelina, ¿cómo la caracteriza y cómo convocó a este grupo de personas para armar el Taller?
-Adelina era una dirigente respetada, persistente y cuando se le ponía alguien delante de ella que buscaba otra cosa, se lo hacía saber. Por eso era brava, no se guardaba las cosas. Podía quedar mal pero decía lo que pensaba, sutilmente lo decía.
-Se podría decir una persona independiente, autonómica, de pensamiento propio y que tomaba decisiones, entonces…
-Monserrat: era líder en el buen sentido, muy líder.
-¿Cómo la ubica dentro del concepto de “líder en el buen sentido”,
- Como una persona cabeza dura en algunas cosas y muy suave en otras. Revalorizaba las cosas y lo hacía. Si tenía que dar los calzones por una causa los daba, pero también no sabía todo lo contrario. Todo lo que le estoy diciendo a usted lo estoy descubriendo yo…
-Qué hermosa frase, qué manera de evocarla. Se nota una relación de mucho compañerismo más allá del lazo sanguíneo. Usted describe una persona desde el intelecto y del afecto a la vez.
- Ella tenía una relación muy buena y por ahí si no le gustaba algo lo decía. No se guardaba nada. Si una persona decía algo y no le gustaba trataba de expresar lo que ella pensaba y si la persona no quería escucharla, ella volvía para atrás…era insistidora.
-¿Qué otras situaciones le vienen a la memoria sobre ella?
-Era soltera. A los once años tuvo una operación de reemplazo de cadera. Tuvo como cinco reemplazos de cadera. Y seguía firme.
MONSERRAT: ALUMNA, DISCÍPULA, AMIGA Y HERMANA A LA VEZ
-¿Qué pantallazos te sobrevienen de Adelina entre los tantos que debés haber tenido, tenés y tendrás ? Hey…te estás emocionando…
- Sí, la verdad que sí. La conocí allá por el año 85’. Soy profesora de geografía. Estuve trabajando en Santiago del Estero, dos años en Añatuya, porque no conseguía aquí. Luego volví y comencé a buscar horas en alguna escuela, que es lo que hacemos los docentes cuando nos iniciamos. Y salieron unas horas en el “Bellas Artes”, en la nocturna (había en esa época). Me presento y las tomo…así la conocí a Adelina, porque ella me atendió cuando fui a hacer el trámite.
- ¿Qué se te viene ahora mismo de aquél momento?
- Y, que era una persona que impactaba. De lejos, nomás, brillaba. No podías dejar pasarla…todo un aura. Me impactó su presencia, su belleza…tenía un vestido con escote y le habían hecho una de las tres cirugías que tuvo al corazón. Y me impactó, Desde el día que nos conocimos hasta el día que ella partió, muchos años fueron y cultivamos una amistad muy linda. Quise contarte la anécdota porque yo alquilaba junto con otras chicas un departamento en las torres de San Juan y República de Siria. Alquilé dos años hasta que me fui a España y en ese ínterin tomé las horas de bellas artes e hicimos un feedback así desde la primera mirada.
- ¿Qué otros recuerdos se te vienen encima?
- Yo tenía las últimas horas, imagínate…la nocturna, y al otro día me levantaba a las 4 y media de la mañana porque me iba a dar clases a Tunuyán. Y cuando había hora libre, Adelina me avisaba y me decía “venite así te vas antes”. Entonces dejaba todo lo que estaba haciendo, daba clases y me volvía.
- Casi como si fueran de la misma familia…
- Era una relación de hermanas y terminó siendo la madrina de mi hijo, con eso te digo todo. Con ella, con los hermanos, con Enrique que ha estado más ligado al arte…en fin, para mí Enrique es como un hermano. Así ha sido el vínculo y lo sigue siendo porque estás cosas no mueren. Por más que uno parta, cambia de estadío, pero todos seguimos existiendo.
-Vos también sos intensa cuando hablás, ya que contagiás. Y, de hecho, la pintaste a Adelina.
-Y, la verdad es que no se la puede definir de otra manera a la gorda…
UN LAZO IMPERECEDERO
-Volvemos a usted, Enrique, porque la manera en que Monserrat describe a Adelina permite imaginar, también, cómo esta persona que era su hermana y cómo este mundo tan afectivo y cercano han generado que todo un grupo de personas los tengan como referencia. Es como decir “vamos al taller de…”, “vamos a hablar con…”, “vamos a reunirnos para…” y eso significa mucho en un mundo que pareciera rechazar los vínculos. Y ustedes han tejido vínculos que han crecido con el tiempo.
-Así es, Mientras ustedes hablaban, lo vinculaba con mis nietos. Y es la relación que se da con ellos a partir de lo que uno les transmite sobre cómo es la situación. Y se da en cada uno. Ah, una las características es que ellas son todas mujeres, menos Julián. A veces se dice que “yo tengo que poner los hombres”…pero termina en que “yo tengo para poner las mujeres y son más bravas…” (risas)
- Y llegamos a cómo y cuándo usted se incorpora al mundillo del arte.
- Empecé a ir a Innato (el Taller) y comencé a tener las posibilidades de desarrollarme intelectualmente en el caso de la pintura, lo que fue muy importante para mí.
Monserrat: Adelina daba clases en su casa, había grupos el viernes y los sábados a la tarde íbamos allí. A él lo conocí por Adelina. Cuando nos conocimos con ella comenzamos a compartir distintos momentos sociales como juntadas, amigas… si bien la conocí en el ‘85 recién en el 2005 yo iba a tomar mate con ella los sábados a la tarde pero no pintaba. Resulta que una vez llego – habían pasado muchos años – me abre la puerta y le digo “vengo a pintar” y me contesta: “Bueno, por fin”. (risas)
-¿Tenías algún antecedente en las artes plásticas?
-De adolescente había hecho carbonilla y he hecho algunas cosas, pero nunca me lo planteaba con la importancia de lo que es ahora para mí. Y bueno, por qué no, si puedo empezar a incursionar, me dije…y así empecé, por el 2004 y seguí. Y empezó a ir Enrique y lo cargábamos, porque él también es intenso para pintar y expeditivo. Nosotras tardábamos un mes, dos meses y borrábamos, tachábamos, y volvíamos…y el empezaba una y a la clase siguiente, otro…venga otro… (risas)
-Enrique marcaba territorio…
“Yo le decía tu hermano es testosterónico para pintar…ja ja y la gorda se reía. A nosotras nos daba bronca…”’ay gorda, cuando voy a terminar esto que ya me tiene…y ella decía: dale dale, borrá acá, corregí esto, mirá… y al final salía la obra. Y Enrique, ya llevaba tres o cuatro.
-¿Se da cuenta Enrique cómo estamos generando un clima y como usted nos abrió el corazón, que no cualquiera lo hace.
TIEMPO DE ANÉCDOTAS, TIEMPO SIN LÍMITE
-¿Anécdotas?
- La verdad, son muchas cosas vividas. Debería decirlo el psicólogo (el “psicoloco”, acota risueñamente Monserrat).
¿Qué se le ocurre contar en este momento?
- Y, cómo hizo que me incorporara al grupo. Mi hermana tenía esa virtud. Por ahí, yo soy medio técnico. Imagínese un técnico pintando…
- ¿Por qué no?
- Y, mi hermana hizo ingresar el arte a esta casa. Lo relaciono con la presencia de ella.
-¿Y las reuniones tenían día fijo o no?
Los martes y los miércoles. Y los sábados en la tarde.
-¿Y cuántas personas eran?
Monserrat: -Y, sabíamos ser cinco, siete, ocho…por ahí. Diez, también…alguna faltaba… y funcionaba como un Taller. Eran personas que estaban de acuerdo, como un grupito y todo lo de la gente. Sabíamos ir a tomar clases con “Deli”, mucho tiempo, y Enrique fue presidente de APYME por muchos años. Ellos tenían la sede en la calle San Lorenzo…ahora han tirado todo. Era San Lorenzo entre San Martín y 9 de julio, la primera cuadra…
-Me gustaría que contara algo de la convivencia con Deli, Enrique…
- Era como muy empática…de ayudarte, pero no ahogarte. Muchas veces cuando había crisis se transforma en una horca y no en una situación de…
-Como hermanos…
LA INFLUENCIA DE LA LOGIA LAUTARO
-¿Qué nos puede comentar sobre esto, Enrique?
- Había mujeres que jugaban al tenis aquí en Mendoza y ella era una, con el apoyo de la alimentación política y económica de los franceses, que eran de la Logia de Lautaro. Esto era algo que contaba mi mamá acerca de mi abuelo anarquista, pero no lo conocí porque falleció en el ‘42 y yo nací en el ‘43. A mi abuela tampoco la conocí. Tenían una relación que se afianzaba…cada uno decía “resolvelo vos y si necesitás ayuda, pedila”. Esa era una virtud.
Monserrat: Y eso se manifestaba en su docencia. Nosotras llegábamos y nos decía: “bueno, pintá”. Entonces, cada una iba recorriendo su propio camino interno e independiente de todo, así que todos hacemos cosas diferentes, ¿viste? O sea, era muy respetuosa de la individualidad, pero, cuando vos necesitabas, ahí estaba ella. En todos los ámbitos de su vida era así.
-¿Algo más que le gustaría agregar, Enrique?
Debería pensarlo…pero no. Lo he ligado con los franceses…y yo tuve un alumno que era de la Logia Lautaro. Ahora se jubiló, en buena hora. Le decía: “vos me tenés que dar a mí conocimiento de la Logia"…me interesaría escuchar al respecto porque, en cierta medida, como dijiste vos recién era la pelea de América y San Martín, era la expectativa…estaba más cerca del límite con Venezuela…y el que maneja la batuta es San Martín. Y se ha guardado esa información…quizá entre los franceses y portugueses estaba la respuesta.
LAS MUESTRAS DE “LA TERRA”
Monserrat: Todos los diciembre, Adelina organizaba la muestra de todos los trabajos que se habían hecho durante el año en su taller Innato. Un día aparece la oportunidad de hacer una muestra en otro lado, y así empezaron a aparecer oportunidades, ya que se empezaron a sumar a la muestra. Y un día, Adelina planteó “ponerle un nombre al grupo, ya que ustedes son del Taller Innato, pero éramos los adultos porque Adelina también trabajaba con niños. Y decía: “el grupo debe tener una identidad”.
-¿Y qué hicieron?
- Barajamos distintas posibilidades hasta que apareció “La Terra”, que fue idea de Silvia Oliva. Habíamos propuesto distintos nombres. Se votó y así quedó La Terra. Así, La Terra empezó a darse a la luz y cada año había más muestras…en un hotel, en un restaurante, y así sucesivamente.
- ¿Recordás el año de inicio?
-No recuerdo bien ese año de inicio, sinceramente. Yo empecé como alumna en 2005, pero fue después posterior a ese año porque antes de que La Terra tomara identidad como tal éramos alumnos del Taller Innato. Y en el transcurso íbamos gestionando en qué lugares. Cuando Adelina parte, medio que se desmadró la cosa. Tuvimos un momento de descoloque interior, hasta que volvimos otra vez y yo retomé…y empezamos a buscar aquí, allá…y así llegamos a lo que somos ahora. En este momento, con la Luli, profesora de educación fisica y que luego estudió Historia del Arte. Luli sigue siendo parte y yo le he dicho que ha tomado “licencia eterna”, pero sigue siendo parte. Somos diez en este momento pero con Luli somos once, aunque en otras oportunidades llegamos a ser entre quince y dieciséis. También contamos con Ninina Ramaglia, Cristina Alesso e Isabel Trobatto, quienes además tenían un vínculo afectivo con "Deli".
-¿Una frase final para darle cierre a esta variada e intensa conversación, Enrique?
- No se me ocurre.
Monserrat: a mí se me ocurren un par de palabras: ¡Santo Picheto!
-¿Santo Picheto?
- Cuando quería o se encerraba en definir un tema, decía eso, ja ja…
- Bien a lo Adelina…
- Síiii…
Producción, entrevistas, redacción y edición periodística: Fabián Galdi