Por Sergio Levinsky, desde Doha
El entrenador, de alguna manera, lo hizo pensando en un nombre en particular, Memphis Depay, a quien se lo vio en el mejor estado fisico y futbolístico de los últimos tres meses, cuando horas antes, Países Bajos eliminaba con claridad a los Estados Unidos.
Memphis es la gran diferencia entre el equipo naranja que pasó con muchas dudas y nada de estética la primera fase, en un grupo en el que apenas superó a Senegal sobre el final con dos errores defensivos muy gruesos de los africanos, y en el que empató ante Ecuador un partido que, según admitió el propio entrenador Louis Van Gaal a su colega argentino a cargo del banco de los sudamericanos, Gustavo Alfaro, bien pudo haber perdido.
¿Qué es este equipo holandés al que mañana va a enfrentar la selección argentina en el estadio Lusail? Primero que todo, no tiene nada, pero absolutamente nada que ver con aquella “Naranja Mecánica” que deslumbró con su revolución táctica en Alemania 1974 y que, entre otros equipos, arrolló a aquella Argentina anárquica de grandes cracks pero tres entrenadores que se contradecían con sus indicaciones y casi sin tiempo de preparación.
Aquí no no están Johan Cruyff, Johan Neeskens, Win Van Hanegem o Ruud Krol. Tampoco en el banco está Rinus Michels, el director de aquella orquesta casi perfecta. Al contrario: lo que hay es un equipo pragmático, que reniega del ADN naranja de aquel 4-3-3 que también retomaron en los ochenta los Ruud Gullit, Marco Van Basten o Ronald Koeman.
Este equipo de Países Bajos es un típico ejemplar de Van Gaal, con un esquema pragmático preparado `para ganar el Mundial, luego de tres intentos que colocaron a los naranjas muy cerca de conseguirlo en 1974, 1978 y 2010, al caer en aquellas finales. Esta vez, el ex entrenador del Barcelona, que padece cáncer de próstata -blanqueado a los jugadores- y que por eso dejará el cargo cuando termine el torneo (será reemplazado por Koeman), juega con un esquema de 1-3-5-2 que pasaremos a explicar.
El número “1” no está puesto a propósito. Andries Noppert, de 2,03 metro de altura -por eso lo llaman “el Rascacielo”-, no es un arquero más sino uno que Van Gaal rescató de un equipo chico, el Dordrecht y le terminó otorgando toda la confianza para la titularidad y por eso el entrenador insiste en colocarlo en su esquema predilecto, dando a entender que es fundamental en ese andamiaje.
Los naranjas juegan con tres centrales (Timber, Van Dijk -el gigante del Liverpool- y Aké -muy parecido físicamente a Ruud Gullit pero central del Manchester City-, cuatro volantes, de los cuales dos juegan por fuera como alas (Dumfries y Blind) y dos por dentro (De Jong y De Roon), un enlace (Klaassen) y dos puntas, Depay y Gapko (autor de tres goles en el torneo).
Es fundamental para el equipo argentino tapar o tener controlados a tres jugadores: a Depay, que le pega con las dos piernas y maneja bien el pivoteo y el gol, y que es un tanque imparable cuando se lo propone, a Dumfries, que es un ala muy potente que va con todo al ataque por la banda y que hizo una gran Eurocopa y juega en el Inter de Milán, pero especialmente a De Jong, al motor del Barcelona que es un volante ·”box to box”, y del que depende todo el equipo. Sin ellos tres, el equipo holandés bajaría mucho su producción.
Nota aparte: en los cinco partidos jugados hasta ahora contra Países Bajos en la historia de los mundiales (1974, 1978, 1998, 2006 y 2014), la selección argentina nunca pudo imponerse en los noventa minutos, por lo que hay que estar preparado para jugar alargue y penales. No sería sorpresa, dentro de una enorme paridad.