Tras tres días de evaluaciones es necesario reiniciar el análisis recapitulando tras el golpe que dejó groggy a la Selección Argentina en Lusail. Allí, frente a Arabia Saudita, mostró una de las peores expresiones futbolísticas que se le recuerden y ahora le llegó el momento de cambiar o de quedarse cerca de un fracaso estrepitoso.
En esta segunda presentación, frente a México, un resultado adverso puede desembocar en un estado crítico en el sentido más genuino del término. En caso contrario, que es lo esperable, si las cifras del marcador resultasen favorables se entraría nuevamente en un ciclo renovado de expectativa favorable en cuando a la clasificación a octavos
Es natural que Lionel Scaloni haya ensayado variantes en los entrenamientos posteriores al magro debut contra los saudíes, al punto de que hasta se corre con la posibilidad de que haya cuatro cambios con respecto a la formación inicial del arranque en Qatar 2022. Los ingresos de Gonzalo Montiel, Marcos Acuña, Alexis Mac Allister y Enzo Fernández ingresan en el terreno de lo posible aunque aún no fueron confirmados. Inclusive, el exRiver y hoy figura en el Benfica, fue titular en la última práctica del viernes en la tarde/noche y lo hizo ocupando el puesto de Leandro Paredes.
Ante los árabes, Argentina fue una expresión apática, lo cual no significa ser indolente ni mucho menos. Buscó desde el minuto inicial hasta el final, pero esto no significa que lo haya hecho conforme al parámetro que mide a una formación compacta y apuntalada por pronósticos que la sitúan - ¿situaban? - como candidata a ganar la Copa del Mundo.
Como expresión colectiva, la formación entregó una paupérrima imagen en su debut en la Copa del Mundo y se retiró sin respuestas que pudieran justificar tan magra performance ante un rival de jerarquía menor y sin historia grande en el fútbol internacional de alta competencia.
Desde el punto de vista táctico, la formación albiceleste ofreció una versión menor y llamativamente de escasa expresión de ideas para marcar presencia frente a un adversario inexperta en las lides de alta gama a nivel planetario.
En zona defensiva hubo sobradas muestras de inconexiones, sobre todo con dos jugadores clave como lo son Emiliano Martínez y Cristian Romero – dos puntales del ciclo de Lionel Scaloni -. En acciones determinativas, por ejemplo en sendos goles o en el mano a mano del primero, se registró un mismo patrón de reacciones nulas ante la cercanía adversaria.
Sendos futbolistas, consagrados en una liga de elite como la Premier League, parecieron estar algo limitados físicamente y si esto era visible en la cancha no queda tan claro cuál es su estado físico actual.
En ambos laterales de la defensa estuvieron los puntos más flojos de la albiceleste. Tanto Nahuel Molina como Nicolás Tagliafico jamás abrieron espacios en proyección ofensiva. Le hubiese sido útil al equipo como desahogo para escalar metros desde sendos costados y así descomprimir el juego con la opción de ganar metros en avance.
Los volantes argentinos alcanzaron poco relieve en cuanto a marcar la tónica del juego. Por caso, Paredes sigue dando opciones de recepción y posterior pase, o de juego a un toque. De todas maneras, hay momentos en los cuales pierde la noción táctica en el plano defensivo y le cuesta asumir el retroceso como parte de su función.
En cuanto a Rodrigo De Paul, su trabajo fue notoriamente de mayor a menor y su baja de tensión repercute en el conjunto. Cuando estuvo en el pico de rendimiento, más que nada en la pasada Copa América, sus pases filtrados más su ida y vuelta, marcaban diferencia favorable porque el propio cambio de ritmo permitía que la acción se volcase sobre el terreno adversario. Ante los saudíes, recorrió sectores poco trascendentes del campo de juego y fue perdiendo gravitación hasta terminar en la intrascendencia.
Ya es tiempo de dejar archivado aquello que sucedió en el primero de los partidos en el Lusail Stadium, el mismo escenario de este sábado. Ahora es tiempo de concentrarse, reinventarse a sí mismo cuanto antes y aprovechar a un Lionel Messi que, aún sin haber brillado, marcó el tanto de penal y hasta terminó cabeceando centros en la desesperación final.
Argentina está frente a esa disyuntiva: ser, en vez de parecer.