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Sueño bendito, mirada distorsionada

Desde hace meses se esperaba con ansias la llegada de la miniserie sobre Diego Armando Maradona, “Sueño Bendito”, que por fin comenzó a emitirse en ocasión de su primer aniversario de su nacimiento sin su presencia física, pero luego de toda la parafernalia que implicó su presentación, en poco tiempo ya nos invadió una extraña sensación de haber visto un primer capítulo de una historia distorsionada.

30/10/2021 23:02
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Por Sergio Levinsky, desde Buenos Aires. Especial para Jornada

Quienes hemos podido seguir de cerca gran parte de la carrera de Maradona –en el caso de quien esto escribe, habiendo sido autor de uno de sus libros referentes a su vida futbolística- acaso sintamos aún más cuando los datos que se entregan no corresponden a la realidad y más aún cuando se confunden momentos o se exageran otros.

Una primera conclusión es que si la miniserie aparece, al menos en el inicio, tan politizada, pueda deberse a que a que al haber sido pactada con el “diez” antes de su muerte, tal vez se haya hecho hincapié en querer mostrar algunos aspectos en los que el sensacional ex futbolista tomó para sí en los últimos años, cuando comenzó a manifestarse más seguido, y es lo que aparece en el contexto de sus padres, cuando no hubo mayor referencia de eso a lo largo de su historia.

Más allá de que la miniserie registra el momento del fallecimiento de Juan Domingo Perón con un Maradona niño cuando en julio de 1974 ya estaba cerca de los catorce años y desde hacía rato que jugaba en las divisiones inferiores de Argentinos Juniors, llama la atención que en cambio no parezca importante que en esos mismos momentos se disputaba un Mundial, el de Alemania Federal, que además fue el último en el que el “diez” no tuvo protagonismo porque si bien no participó en 1978, sí formó parte de una gran polémica por haber sido excluido en el final por el entrenador César Luis Menotti.

También aparece como distorsionada la referencia a las presiones militares para que Maradona debutara tan joven en Primera aquel 20 de octubre de 1976, cuando en realidad ya era vox populi en el club que había un chico con unas tremendas condiciones para llegar a la cima, que había sido gran figura anteriormente en los “Cebollitas” y que si no había empezado antes fue simplemente porque en un partido de juveniles ante Vélez Sársfield había sido expulsado y había recibido varias fechas de suspensión y aún así, hasta 2003, resultó el jugador más joven en estrenarse oficialmente en las canchas argentinas con menos de dieciséis años, récord sólo superado luego por su ex yerno Sergio Agüero.

Tampoco el guión –que parece no haber sido chequeado muy finamente con algún historiador o periodista especializado- explota como corresponde ese debut, con un tremendo túnel a Juan Domingo Patricio Cabrera incluido, en una tarde de día laboral como local ante Talleres, ni se menciona que los cordobeses tenían un gran equipo, que aportó varios jugadores a la selección argentina campeona del mundo en 1978 y hasta uno de los delanteros, Humberto Rafael Bravo, sería uno de los tres excluidos de la máxima cita junto a Maradona y al lateral Víctor Bottaniz.

Ni siquiera fue así como conoció a quien después se convirtió en su esposa y madre de dos de sus hijas, Claudia, porque no fue un encuentro casual en la calle sino que ella se ofreció a pagar a Doña Tota, la madre de Maradona, en un comercio cuando observó que no tenía cambio. Se acercó, se presentó y le dijo que eran vecinas por lo que al regresar a su casa, la señora le pidió a su hijo futbolista que fuera a la casa de la familia Villafañe a devolver el dinero y que le agradeciera especialmente a la chica.

Cuesta creer que con la pobreza que lo rodeaba (Diego contó muchas veces que  no entendía por qué a su madre le dolía el estómago seguido, y años después se dio cuenta de que era porque no comía para que se alimentaran los hijos), Maradona usara de niño unos botines “Sacachispas” y no se hace siquiera una mínima mención a que durante un largo lapso fue alcanza pelotas en los partidos en los que Argentinos Juniors jugaba como local y que en algunas ocasiones, en lo entretiempos, deleitaba al público haciendo jueguito junto con otros chicos, auspiciados por la marca de botines “Fulvence”, de allí que se los llamó “Los Fulvipibes”.

Cuesta creer también que en uno de los tantos saltos de la miniserie desde la niñez a la angustiante situación de 2000 en Punta del Este, cuando estuvo muy cerca de morir a los cuarenta años, su agente de entonces y amigo, Guillermo Cóppola, se detuviera en su traslado de un Maradona casi moribundo para pedir un café en el momento de cargar nafta en una estación de servicio, acompañado por un joven médico uruguayo al que bastardea en todo el viaje y amenaza con que puede perder su trabajo y hasta su carrera si el astro no sobrevive.

Desde ya que el guión ni se entera de que la primera vez que la familia Maradona pisó una playa no fue en la Argentina sino en Atlántida, Uruguay, y en ocasión de la disputa del Sudamericano sub-20 de 1979 que clasificaba al Mundial de Japón que luego la selección argentina ganaría de manera brillante y con un Diego ya de casi diecinueve años y en edad de Servicio Militar Obligatorio, es decir, luego del Mundial 1978 al que la miniserie todavía no hace alusión porque seguramente forma parte de capítulos anteriores. Esto significa que se mezcló lo ocurrido en 1979 con algo muy anterior.

Parece extraño que una miniserie tan esperada y que tiene un alcance que la hará llegar a 240 países haya descuidado tantos elementos y haya quitado de contexto tantos otros, pese a lo cual hay muy buenos actores, buen vestuario, y el parecido del niño al Maradona de esa edad es notable (y si algún captador de talentos está atento, seguramente ya habrá sido contratado para las divisiones inferiores de algún equipo), pero todo indica que se ideó un sistema demasiado simple y nada riguroso para poder hacer exportable el producto.

Tal vez esta miniserie de lugar a que otros retomen la historia de la vida de Maradona desde otras investigaciones, toda vez que el tema es inagotable para tantos seguidores en la Argentina y en el mundo.

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Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista Diario Jornada.

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