Por Sergio Levinsky, espacial para Jornada desde Paris
Este equipo, dirigido por el siempre tranquilo y de buen humor Carlos Ancelotti, quien ya había ganado la final de Lisboa de 2014 ante el Atlético Madrid con aquel gol de cabeza de Sergio Ramos en el último minuto, no quedará en la historia como un equipo que haya sido lujoso o de gran dominio de los partidos, pero sí como el de las grandes remontadas, como la de octavos de final ante el PSG, los cuartos ante el Chelsea o la semifinal ante el Manchester City. En los tres casos, estuvo a doce minutos, o a menos tiempo, de quedar eliminado, y sin embargo, siempre salió adelante.
Se habló entonces del llamado “Factor Bernabeu”, del “miedo escénico e los rivales” al estadio blanco y a la reacción de los hinchas acostumbrados a tatos éxitos, pero nada de eso fue del todo necesario ante el Liverpool en Paris, en una extraña final que ya comenzó 36 minutos más tarde de lo previsto por incidentes fuera del Saint Denis con hinchas que se quisieron colar o que reclamaron de manera violenta por el alto costo de las entradas en reventa, lo que obligó a la organización a cambiar el horario de inicio.
El desarrollo del partido no trajo sorpresas y fue como se esperaba. Dominio territorial del Liverpool, un equipo de autor, muy bien trabajado a lo largo de las temporadas que lleva al frente el alemán Jûrgen Klopp, y un Real Madrid que al perder el dominio del juego y la posesión de la pelota, fue lentamente apostando a la contra con Vinicius Junior y esta noche, un casi desconectado Benzema que casi terminó como asistente del veloz extremo brasileño.
Pero a diferencia de otros partidos de esta gran temporada, en la que ganó la Copa Inglesa y la Copa de la Liga y llegó a pelear la Premier League hasta el último minuto, esta vez los “Reds” no tuvieron la suficiente profundidad para atravesar a un sólido Real Madrid que esperó bien atrás, escalonado con dos líneas de cuatro, porque el uruguayo Federico Valverde ayudaba más en la contención que en el ataque, si bien su juventud y dinámica ayudaba a mostrarse por la derecha en algún contragolpe aislado.
Si desde hace tres meses, el egipcio Mohamed Salah no es el mismo de antes desde que su selección perdió la Copa África y quedó eliminada del Mundial de Qatar, el gran extremo izquierdo Luis Díaz fue muy bien marcado por el experimentado Dani Carvajal, y los dos centrales, Álaba y Militao, se repartieron en la marca del delantero más peligroso del conjunto inglés, el senegalés Sadio Mané.
Entonces, de bastante poco le valía al Liverpool llevar el dominio del partido porque cuando por fin lograba atravesar la línea de cuatro volantes de los blancos, se encontraba con los voraces defensores o con el notable arquero belga Courtois, que desanimaba cualquier intento de acercarse.
Si así fue el transcurso de la final hasta la primera hora, más se profundizó cuando llegado el cuarto de hora del segundo tiempo llegó el gol “merengue” a partir de un centro rasante de Valverde de derecha a izquierda, con toda la defensa del Liverpool mirando, y Vinicius entró en soledad al área chica para empujar la pelota a la red.
Desde ese momento, fue más de lo mismo: un Liverpool desesperado, al que nada le valieron todos los cambios ofensivos ante un Real Madrid cada vez más convencido de su éxito.
Esta Copa de Europa es todo un mensaje para los planteles que tienen muchos jugadores de gran calidad porque primó la armonía del vestuario, llegado de manera magistral por Ancelotti, un entrenador que transmite paz, que no sufre, que confía en sus jugadores y los hace sentir cómodos y útiles, y que sabe hacer los cambios en los momentos justos.
Pero también fue la Copa de algunas estrellas como Karim Benzema, que casi se aseguró con esta final el Balón de Oro con su notable rendimiento (aunque en Saint Denis no haya lucido, y aún queda la duda de un fino gol anulado por el VAR), Luka Modric, de una enorme vigencia a sus 36 años, o los ya citados defensores o Courtois.
Mención aparte para Klopp, porque el fútbol es injusto a veces. Es, acaso hoy, el mejor entrenador del mundo, y sin embargo perdió su tercera final de Champions (dos ante el Real Madrid y una con el Borusia Dortmund contra el Bayern Munich), y su cuarta tomando en cuenta la derrota ante el Sevilla por la Europa League. También suena increíble que con el nivel que ha tenido el Liverpool esta temporada sólo se haya llevado dos Copas, pero jugando así, acabará ganando mucho más en el futuro.
Una vez más, esta final demostró que la Champions League parece una Copa hecha a la medida del Real Madrid y cuando su hinchada gritaba “Así, así, así gana el Madrid” pudo ser tanto en referencia al juego de otro tiempo, menos pragmático que el actual, o que simplemente es el Real Madrid “y nada más”, como dice su himno.
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