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Piqué, el jugador-empresario y los conflictos de intereses

Un conflicto muy particular se desató esta semana en el fútbol español cuando un medio difundió una serie de audios entre el marcador central del Fútbol Club Barcelona Gerard Piqué y el presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), Luis Rubiales, en los que el defensor aparece como empresario y busca influír de distintas formas sobre el dirigente, algo que no tiene parangón en el mundo del balompié.

Redacción
23/04/2022 22:24
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Por Sergio Levinsky, desde Barcelona

Entre otras cosas, Piqué, organizador de la Copa Davis con el nuevo formato con una de sus tantas empresas exitosas, “Kosmos”, intenta cerrar trato con Rubiales sobre la Supercopa de España en Arabia Saudita hablando de las cifras que se les debe pagar a los equipos participantes como Real Madrid o incluso en el que él mismo juega, el Barcelona, se queja ante el dirigente por un arbitraje en contra de su equipo a cuatro días del Clásico contra el club blanco de la capital española, trata de que sea uno de los tres futbolistas mayores de veintitrés años en ser convocado a su selección para los Juegos Olímpícos de Tokio, o consulta al presidente de la RFEF si para conseguir algunas de las gestiones no se puede contactar al rey emérito Juan Carlos I de Borbón.

Sin embargo, el veterano defensor –que ganó todos los títulos con el Barcelona y la selección española, de la que ya se retiró- apenas cree que haya conflicto de intereses, basado en la moralidad y la educación recibida en su casa, y en que, al fin y al cabo, acaba beneficiando a muchos protagonistas, y que sólo consigue ganar más dinero, pero no cree que haya desprolijidad desde el punto de vista deportivo,

El jugador ni siquiera tuvo problemas en dialogar con la prensa, a la que convocó en su canal de Twitch y permitió todo tipo de preguntas y sostuvo que tampoco hay ninguna ilegalidad, porque en el caso del nuevo formato de la Supercopa de España desde 2020 (antes, la disputaban los campeones de la Liga y de la Copa del Rey), ahora con cuatro equipos,- lo que implica dos semifinales y una final garantizadas- y en Arabia Saudita,  su empresa, sostiene, cobró las comisiones desde “Sela”, una organización dependiente del gobierno saudí (el reglamento impide que la RFEF cobre comisiones de esta naturaleza).

En lo audios, en los que se tratan de “Rubi” y “Geri” (Piqué dice que es porque se conocen desde hace mucho tiempo en el ambiente del fútbol debido a que el presidente no sólo fue jugador sino que también estuvo a cargo de la AFE, la Asociación de Futbolistas), Rubiales le dice que el Real Madrid pediría ocho millones de euros por participar, y Piqué responde que no hay problemas, que puede conseguirlos como también otros ocho para el Barcelona, y que los otros dos equipos cobren un millón. Esto dio lugar a que a su vez respondiera Diego Simeone como entrenador del Atlético Madrid, mostrando las diferencias de trato entre los dos clubes más grandes y el resto.

“Me dicen que hay intereses creados y siendo yo jugador del Barcelona, el Real Madrid no sólo ganó la Supercopa sino que la disputó cuando de otro modo no habría siquiera participado”, se queja Piqué, con el traje de hombre de negocios que cada vez es más criticado por esto de tener que cambiarse por las camiseta y los pantalones cortos en algunas ocasiones.

“¿No puedes dejar de meterte en la organización del fútbol en España mientras eres aún jugador?”, le llegó a preguntar de manera directa “Míster Chip”, uno de los personajes de las redes sociales que más domina las estadísticas del fútbol mundial. “Es que tengo en mi empresa cientos de empleados que tienen que comer”, respondió el defensor. “Nadie dice que no trabajes, pero podrías estar en el resto de los deportes y no en el fútbol hasta que lo dejes”, le retrucó el mediático interlocutor, pero Piqué parece no entender dónde reside el conflicto, o como buen especialista, patea la pelota afuera con una enorme precisión.

Es que Piqué consiguió algo que es poco habitual en el mundo del fútbol. Muchos jugadores logran generar una enorme masa de dinero en sus carreras, por lo obsceno que se paga en estos tiempos por el hecho de tener una habilidad para patear una pelota, especialmente si se llega a vestir alguna camiseta importante. Pero provenir de una familia intelectual, ser lúcido, casarse con una cantante que a su vez es otra potencia mundial y tener muchas ambiciones a futuro, y basarse en una empresa muy exitosa desde muy joven, es para muy pocos.

Y desde los audios difundidos por “El Confidencial” –que todo indica que darán lugar a un juicio en un futuro próximo-, se nota que Piqué maneja como pocos el arte de la influencia, como cuando le pidió a “Rubi” que trate de generar que el entrenador Luis de la Fuente lo convoque al equipo nacional para los Juegos Olímpicos de Tokio, y avanza a pasos acelerados en la idea cuando se entera de que su ex compañero campeón mundial en Sudáfrica 2010 y rival en el Real Madrid, Sergio Ramos, está por la misma labor, aunque finalmente, ninguno de los dos terminará jugando.

Piqué no es el futbolista tradicional que escapa de los conflictos, que huye de los medios, que contesta con el casette puesto, que patea la pelota lejos. Está dispuesto a la guerra contra cualquiera porque se siente capaz, enfrenta a sus adversarios para cotejar con ellos y se mete permanentemente en nuevos desafíos, como cuando adquirió el club Andorra o cuando quiso conseguir apoyo de Lionel Messi –éste, al contrario, no quiso saber nada porque no lo vio claro- para desplazar a David Aganzo de la organización de los futbolistas, a pedido de Rubiales.

Josep María Bartomeu, el presidente saliente del Barcelona –aquél del burofax de Messi a mediados de 2020- tuvo que pararlo cuando ante la idea de crear distintas sociedades dentro del club para poder venderlas en un 49 por ciento con el objetivo de acercar fondos a una entidad que se acerca a la bancarrota, el defensor quiso comprarlas.

“No puedes hacer eso porque eres un jugador del club y no te puedes quedar con porcentajes del club, como yo tampoco podría mientras sea presidente”, le explicó el dirigente. Piqué no acabó de entenderlo, y por lo menos le sonsacó la posibilidad de observar la apertura de los sobres de la licitación, quién sabe, con el deseo de ser presidente del Barcelona en un futuro más cercano de lo que parece.

Difundidos los audios, alguien recordó lo que hace años decía un Piqué empresario en ciernes, quejoso de los factores de poder y los negocios que rodean el ambiente. “El fútbol es de los hinchas”, era su lema. “Sí, hoy lo sigue siendo, pero hinchas hay en todo el mundo, y no tenemos por qué privarlos de ver los partidos”.

Así parece ser, aunque no importa si para eso se puede contactar un monarca que ayude, o si en el país que se juega asesinaron a un periodista y lo cortaron en pedazos, o si las mujeres no tienen los mismos derechos de jugar o ingresar a un estadio, o si los obreros que construyen las canchas son explotados o mueren por “accidentes”.

Piqué hoy es un poderoso empresario que los fines de semana, o a veces en alguna noche, se pone (todavía) los pantalones cortos, y que en buena parte de su tiempo se los cambia por anteojos oscuros, trajes y maletines caros y va por el mundo haciendo toda clase de negocios. Y cuando hay que hacer lobby, lo hace. Y los hinchas miran con la ñata contra el vidrio.

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Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista Diario Jornada.

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