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Mundial 2030, una derrota por goleada disfrazada de éxito

El presidente de la Conmebol, el paraguayo Alejandro Domínguez, utiliza como lema principal de la entidad, desde que asumió en 2016, la frase “Pensar en grande” pero la muy extraña resolución de horas atrás del Consejo de la FIFA, que le concedió el Mundial de 2030 al trío compuesto por España, Portugal y Marruecos fue maquillada por el dirigente sudamericano como un éxito -hasta llegó a ensayar un paso de baile ante las redes sociales- sólo porque Argentina, Uruguay y Paraguay albergarán un partido, el primero, de la fase de grupos, en lo que en verdad es una durísima derrota.

04/10/2023 22:18
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Por Sergio Levinsky, desde Barcelona

También horas antes de este anuncio de la FIFA, San Lorenzo de Almagro se había presentado como una posible subsede -algunos especulan con que su dirigencia sabía a través del ministro de Turismo, Matías Lammens, ex presidente del club, que eso no era posible y que las cartas ya estaban jugadas- lo cual muestra que al menos en la formalidad, la ilusión sudamericana estaba intacta y se apostaba todo al Congreso de 2024 en el que iba a votarse la sede definitiva.

Es más, la Conmebol, a partir de este anuncio, trató de instalar con velocidad (y fue repetido por varios medios afines) que tanto Argentina como Uruguay y Paraguay están ya clasificados para ese Mundial, dejando entonces la Conmebol otras 3,5 plazas que deberían disputarse entre los siete seleccionados restantes. Pero se trata de otro maquillaje, porque en su documento oficial que puede apreciarse por internet, sólo sostiene que los clasificados a la fase final del Mundial 2030 serán España, Portugal y Marruecos, los anfitriones oficiales del torneo. Nada dice de los sudamericanos.

No es para extrañarse: durante la final de la Copa América de Brasil 2019, que se disputaba en el Maracaná entre Brasil y Perú, circuló un documento por el cual la AFA “evaluaba” la chance de aceptar una supuesta invitación de la UEFA para disputar la Eurocopa prevista para 2020 (y que por la pandemia se postergó hasta 2021) dando a entender que podía retirarse de las competencias sudamericanas como queja por el arbitraje y el VAR en el partido que la selección albiceleste perdió 2-0 ante Brasil en la semifinal de Belo Horizonte. Una alta fuente de la UEFA confirmó luego a este periodista que se trataba de un bulo porque lo único que se contemplaba era invitar al presidente de la AFA, Claudio “Chiqui” Tapia, a presenciar algunos partidos en el palco.

Desde hace rato que el fútbol sudamericano vive disimulando, mintiendo, exagerando, maquillando la realidad. Esta vez, quiso festejar una abultada derrota porque desde 2005 que al menos Argentina y Uruguay vienen bregando para organizar el Mundial 2030 y con idas y vueltas, cambios de funcionarios políticos o dirigenciales, siempre mantuvieron encendida la vela de la ilusión. Es decir que un solo partido, cuando había decenas de subsedes en danza, no cuadra para sentir alegría. Tampoco para que Sergio Massa, ministro de Economía, pero además candidato a presidente se tome de esta decisión para afirmar que se trata de “las consecuencias de un trabajo en equipo”.

Ni siquiera hubo demasiadas manifestaciones de solidaridad con la candidatura chilena, sepultada por la FIFA cuando compartía la ilusión con Argentina, Uruguay y Paraguay. Tal vez el caso Byron Castillo, cuando la Asociación Nacional de Fútbol Profesional (ANFP) trasandina intentó a poco más de un mes del Mundial 2022 descalificar a Ecuador por mal uso de este jugador, argumentando que su nacionalidad era falsa, lo que pudo haber trastocado bastante de la organización, sea el motivo principal de tan duro castigo, pero las cosas no están claras y lo que explicó su presidente, Pablo Milad, no agrega luz a los hechos. El dirigente dijo que Domínguez le explicó que la FIFA aceptaba tres sedes para 2030: la de Uruguay, por haber organizado el primer torneo en 1930, la de Argentina, por ser la actual campeona del mundo, y la de Paraguay, porque es sede de la Conmebol, algo que no cierra en absoluto.

En cuanto al resto de las federaciones sudamericanas, acaso la quita de tantos partidos y la dádiva de organizar el primero (que no es lo mismo que el inaugural, algo que aclararemos más abajo) y sólo ese, puede deberse a varias cuestiones, como los salivazos y alguna piedra que recibió el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, en su visita al Monumental de Núñez en el fallido partido entre River y Boca por la segunda final de la Copa Libertadores 2018, o su inmediato traslado a Madrid para que se disputara en el Santiago Bernabeu, o los continuos casos de violencia en los estadios o, quizá como más importante, el apego de los últimos tiempos de la Conmebol a la UEFA, algo que en Zurich no gusta nada. Que la entidad sudamericana haya torpedeado una de las principales ideas de Infantino de organizar un Mundial cada dos años, no fue gratis, por más asados que hayan compartido el ítalo-suizo y Tapia.

Diferenciamos “primer partido” de “partido inaugural” porque no es lo mismo. Importantes fuentes informan que España va “a por todo” con el Mundial 2030 y que pretende que la ceremonia inaugural se realice en su territorio, así como la final, dejando un primer partido de fase de grupos en tierras sudamericanas una semana antes como para que esos seis equipos que jueguen se puedan aclimatar con tiempo para cruzar el océano Atlántico y concentrarse en la península ibérica o en Marruecos.

¿Por qué España se beneficia con una de las sedes del Mundial 2030 cuando hace tan pocos días el presidente de su Federación, Luis Rubiales, debió renunciar y se encuentra suspendido por la misma FIFA que le otorga el torneo? Es una pregunta de difícil respuesta, lo mismo que el hecho de no haber esperado siquiera que se formalice el nuevo gobierno de España, entregándole la organización del torneo justo cuando uno de los candidatos a presidente de gobierno, Pedro Sánchez, acaba de recibir la aceptación del rey Felipe VI para tratar de conseguir una nueva investidura.  Una tercera pregunta sería cuál es la situación de la Federación Ucraniana, cuando antes que Marruecos, España y Portugal la habían elegido como socia para el Mundial 2030 y luego el tema se fue diluyendo? Una explicación es que uno de sus principales dirigentes está siendo investigado por la Justicia por hechos de corrupción. ¿No es, acaso, lo que ocurre con Rubiales?

¿Cuál era el apuro de la FIFA? Todo indica que está relacionado con otro hecho de importancia, y es la aceleración para que se presenten las candidaturas para el Mundial 2034, cuando quedan once años para ese acontecimiento. Y la cuestión es que había una tercera candidatura para el Mundial 2030, conformada por Arabia Saudita, Egipto y Grecia, que tenía como fortaleza que países de tres continentes se reuniera para albergar un torneo de tanta importancia, pero que se conoció que finalmente desistieron. ¿Por razones de fuerza mayor o acaso porque apareció una promesa de resarcimiento pocos años más tarde? Es al menos extraño que, habiendo perdido casi todas las posibilidades de organizar el Mundial 2030, la FIFA haya anunciado que para 2034, la prioridad será para países de Asia y Oceanía. Parece bastante claro, entonces, lo que ocurrió con la candidatura renunciante, si observamos el apego de Infantino a organizar Mundiales de Clubes en Arabia Saudita o en China.

Que el Mundial 2034 tampoco se lleve a cabo en Sudamérica por lo que recién tendría posibilidades en 2038, es decir, veinticuatro años después de Brasil 2014, nos está diciendo demasiado sobre cómo la FIFA observa al fútbol sudamericano, o al menos a sus dirigentes.

Algo no funciona desde hace mucho. Balances de grandes superávits pero mucho secretismo en la información, vaciamiento ético, venta de derechos de TV muy dudosa, mal funcionamiento del VAR, arbitrajes polémicos en los torneos sudamericanos y, por si fuera poco, excesiva amistad con la UEFA.

Lo que está claro es que el lema de “Pensar en Grande” terminó entrampado en su propia impotencia. A la Conmebol, la FIFA le dio una dádiva y apoyada en la península ibérica, le vendió espejitos de colores. Cinco siglos igual.

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