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Las urgencias presentes del Barcelona

Ante el Rayo Vallecano, en un desangelado Estadio Olímpico de Montjuic en el que oficia de local hasta que regrese al Camp Nou, en principio, en diciembre de 2025, el Fútbol Club Barcelona se quedó con el segundo puesto de la Liga Española al vencer por 3-0, aunque muchos estaban más pendientes de la situación política que del partido, con cánticos a favor del entrenador, Xavi Hernández, matizados por algunos silbidos, y varios gritos contra el presidente del club, Joan Laporta.

19/05/2024 20:52
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Por Sergio Levinsky, desde Barcelona

César Luis Menotti, fallecido hace pocos días, llegó en marzo de 1983 al Barcelona como entrenador, reemplazando al alemán Udo Lattek, para tomar un equipo que contaba, entre otros, con Diego Maradona y Bernd Schuster, dos grandes cracks, y al asumir, dijo aquello que quedó en la memoria de los hinchas catalanes sobre que se trata de un club que tiene “urgencias históricas”, porque en aquel momento nunca había ganado una Copa de Campeones de Europa y conseguía títulos aislados en los torneos locales, aunque sí varias Copas.

Poco más de cuarenta años más tarde, y con cinco Champìons League ganadas, el Barcelona mantiene las urgencias. Un poco por sus eternas crisis institucionales, que pueden llegar a ser decenas en un año, y porque su rival, el Real Madrid, está de buenas, ganando muchos títulos seguidos en los últimos años. Por lo pronto: la Supercopa de España, la Liga y el próximo 1 de junio disputará la final de la Champions en Londres ante el Borussia Dortmund, en la que es amplio favorito. De llevarse la final europea, los blancos llegarán a los quince títulos, un récord absoluto, cuando su inmediato perseguidor en Europa, el Milan, ha ganado siete.

Y no sólo eso: el entrenador italiano Carlo Ancelotti acaba de renovar por otros dos años, hasta 2026, ahora parece que también sigue el veterano crack croata Luka Modric, bastante relegado esta temporada ante la llegada del inglés Jules Bellingham, y por si todo esto fuera poco, podría ocurrir que al regreso triunfal de Londres se agregue la presentación de una estrella internacional de la talla del francés Kylian Mbappe.

¿Qué cartas presenta el Barcelona para enfrentar a su máximo rival, con el que perdió los tres partidos oficiales de la temporada? Una más que inestable relación entre Laporta y Xavi Hernández, un director deportivo como el brasileño-portugués (y exjugador) Deco, que no quiere al entrenador y le gustaría ver un cambio en el esquema tradicional pero no se atreve a decirlo, y un club que debe una fortuna (1300 millones de euros) a los bancos, que cada vez teme más caer en tener que dejar el club en sus manos por no poder hacer frente a la deuda, y a su vez, una situación económica y financiera que no se ajusta a lo que la Liga determina como “Fair Play Financiero” (algo que la AFA ni pensó jamás) para controlar las entradas y las salidas de los clubes participantes.

Esto es que, en la situación actual, el Barcelona está 4-1, lo que significa que por cada cuatro euros que ingresan al club, sólo puede gastar uno en fichajes, lo cual hace casi imposible traer figuras internacionales, a no ser que vengan con la carta de libertad o reduciéndose mucho la ficha a la hora de cobrar, por querer estar en un club con tanto prestigio y tanta historia.

Laporta, el presidente del Barcelona, es un optimista por naturaleza, y así como en el pasado se las arregló para traer a jugadores importantes (Ilkay Gündogan. Andreas Christensen, Jules Koundé, Robert Lewandowski, Raphinha, Iñigo Martínez, ahora empieza a vender ilusión (un clásico por estos lares cuando la temporada finaliza sin títulos) con nombres como Bernardo Silva, Nico Williams o Dani Olmo, sin explicar de dónde saldrá el dinero.

Laporta es vehemente, sanguíneo, extrovertido, y si no le convencía el trabajo del cuerpo técnico en esta temporada y pensó en reemplazarlo, aunque le quedara un año de contrato, al final, mantuvo una reunión en casa de Xavi, y con una buena cena a base de sushi, acordaron la continuidad hasta junio de 2025.

Sin embargo, bastó otra muy mala tarea del equipo cuando cayó 4-2 (igual marcador que en la ida) ante el Girona, para dar a entender el retorno de su disgusto, y explotó durante la semana que pasó cuando, en la conferencia de prensa antes del partido ante el Almería (ya descendido a Segunda), el técnico dijo la verdad: que cuando comience la próxima temporada se verá con lo que se cuenta, que no hay dinero, y que este Barcelona ya no es aquel que un entrenador llegaba a tomar posesión y decía “quiero a éste, ése o aquél”.

Al escuchar estas declaraciones de Xavi, Laporta explotó de rabia. Se sintió traicionado al considerar que no se cumplió “el pacto del sushi” y que el entrenador expresó desilusión, dudas sobre el proyecto, y volvió a establecer un ambiente de pesimismo, cuando todo lo simbólico corre por cuenta del mandatario y no cede a otros el devenir de la institución.

Desde ese momento, los medios comenzaron a dar a conocer que Laporta -que cortó todo vínculo con Xavi y ni siquiera concurrió al partido ante Almería, en el que el Barcelona ganó pero jugando muy mal-, ya tenía decidido terminar con el contrato con Xavi, quien, a su vez, siguió diciendo que él no sabe nada, que a él le transmiten la misma confianza de siempre, y que lo que sabe es a través de lo que los medios dicen, pero que debe enfocarse en obtener el segundo puesto, consumado el título del Real Madrid.

Lo cierto es que aquellos que conocen bien a Laporta sostienen que no tiene mucho parecido al de la primera etapa, entre 2003 y 2010, en los tiempos gloriosos que comenzaron con el neerlandés Frank Rikjaard como entrenador y Ronaldinho como estandarte, y siguieron con Pep Guardiola, con Lionel Messi como máxima estrella. Aquel era un dirigente entusiasta y valiente, que había enfrentado a un dirigente como Josep LLuis Núñez, que había dirigido al club con puño de hierro y al que le opuso una moción de censura con un movimiento llamado “El Elefante Azul”.

Este Laporta se parece a aquel Núñez. Ya con más de sesenta años, prometió una revolución luego del desastre institucional que heredó de Josep María Bartomeu, y el club aparece cada vez más hundido, prometió renovar a Messi y el crack argentino acabó yéndose enseguida al PSG y cortó toda relación con él, echó a un ídolo como Ronald Koeman por aquella frase realista de “Es lo que hay” acerca del plantel que tenía en 2021 y con el que -tal como ocurrió- no podía aspirar a ganar una Champions, y ahora pareciera que se acerca el nuevo “Es lo que hay” pero en boca de Xavi, un poco hábil comunicador, pero que tampoco dejó de decir lo que realmente ocurre.

Es en este contexto de incertidumbre, tras el 3-0 al Rayo Vallecano, que certificó el subcampeonato del Barcelona en la Liga, asegurándose los muy deseados 5,8 millones de euros por participar en la próxima Supercopa de España en Arabia Saudita junto al Real Madrid, al Athletic de Bilbao y al Mallorca, Laporta saludó brevemente a Xavi pero no se aclaró nada de lo que ocurrió en la semana, ni tampoco en las gradas del estadio, en las que unos tomaron partido por el DT y otros, en contra del presidente.

Todo sigue en la nebulosa azulgrana, con versiones sobre que en el lugar de Xavi podría estar, en la próxima temporada, el mexicano Rafa Márquez, exjugador en tiempos de Rikjaard y hoy a cargo del Barcelona B. Otros hablan de Hans-Dieter Flick, el entrenador alemán que dirigió al Bayern Munich y a la selección germana, y que estudia español. Ahora se agregó otro excompañero de Deco, el ítalo-brasileño Thiago Motta, de excelente campaña con el Bologna en la Serie A, y hasta hay quienes sostienen que el preferido de Laporta, desde siempre, y con Guardiola de valedor, es el “Muñeco” Marcelo Gallardo, quien en estos días dejará Al Ittihad de Arabia Saudita. ¿Pero por qué no pensar que en medio de este caos, Laporta aparezca esta semana que se inicia nuevamente abrazado a Xavi afirmando que jamás hubo problemas y que es todo un invento de la prensa?

Mientras esto ocurre, el diario catalán “La Vanguardia” informó que antes de asumir como director deportivo del Barcelona, Deco, como representante de jugadores, había ofrecido al club al joven delantero Víctor Roque, del Atlético Paranaense, operación que fue desechada. Meses más tarde, ya como dirigente azulgrana, llegó el atacante por 61 millones de euros, y casi no es tenido en cuenta por Xavi.

Mucho de lo que se cuenta ocurrió en apenas una semana en la vida del Barcelona. Las urgencias ya no sólo son históricas, sino presentes.

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Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista Diario Jornada.

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