El anuncio de la reactivación de las obras nacionales paralizadas desde la asunción de Javier Milei fue todo un síntoma explícito del entendimiento político que se ha establecido entre la Nación y Alfredo Cornejo.
Se trata de un vínculo todavía incipiente, cultivado en base a la paciencia mendocina y el incansable abono en esa dirección del ahora jefe de Gabinete y reciente ex ministro del Interior, Guillermo Francos.
Con el antecedente fresco del okey libertario a la adenda para destrabar el destino de los fondos de Portezuelo del Viento (que esta semana la Legislatura terminó de aprobar) la relación Nación-Mendoza parecía empezar a romper ese clima de indiferencia (y hasta desprecio) que se estableció con las provincias desde la Casa Rosada a partir del 10 de diciembre. Un absurdo federal cuyo único consuelo era su carácter generalizado para con todas las jurisdicciones del país.
Lo cierto es que nadie puede asegurarlo -pero tampoco nadie negarlo- que el cambio de postura nacional obedece a las garantías ofrecidas desde aquí en respaldo y acompañamiento a la Ley Bases y el paquete fiscal que finalmente aprobó -con fórceps- el Senado en una más que convulsionada sesión y que terminará de definir su alcance en la revisión de Diputados.
Ese acompañamiento ofrecido por Cornejo fue con votos en el Senado (Rodolfo Suárez y Mariana Juri así lo hicieron como antes sucedió en Diputados) pero también con expresiones públicas cuyo aval más importante fue el comunicado que firmaron los 10 gobernadores (Cornejo incluido) de Juntos por el Cambio. Un empujón imprescindible en la previa del poroteo previo a la votación.
Esa liga de gobernadores es la herramienta que Cornejo encontró en esta etapa para motorizar su ansia de influencia nacional, pero también su plataforma de negociación para con un gobierno que no tiene mayorías parlamentarias y que aún así se dio el lujo de minar los acuerdos que hoy festeja y que podría haber alcanzado mucho antes.
Así, la reactivación de la doble vía a San Juan; la variante Palmira que descongestionará el tránsito de camiones a Chile por el Acceso Este; los puentes sobre la ruta 40; pero también viviendas con financiamiento nacional; mejoras en el corredor internacional desde Las Cuevas al límite con Chile; obras de saneamiento y agua potable son un saldo favorable después de tantos años de postergación y olvido. Así, la motosierra se convirtió -mágicamente- en chequera.
No es menor asegurar que este destrabe fue posible por acción de la política (que el Presidente tanto desprecia) y por imperio de un giro pragmático operado por un gobierno que fue tanteando los límites de su acción y -concesiones mediante- negociando (término que Milei también aborrece) para lograr un éxito legislativo ayudado por la oposición dialoguista en la que Cornejo se enrola.
Y si bien lo de Mendoza es un caso testigo, no es más que la misma operatoria puesta en marcha (siempre con Francos como instrumentista) en otras provincias para lograr los mismos resultados: banque político y por ende, gobernabilidad.
Así lo hizo explícita una comunicación de la Oficina del Presidente al asegurar que tras el respaldo en el Senado habrá una convocatoria que derivaría en el postergado Pacto de Mayo que se firmaría en julio, pero que aún así Cornejo valora para que "este cambio de rumbo económico sea sostenible a largo plazo".
Cuando la Ley Bases y el paquete fiscal quede ratificado por Diputados (donde además se juega el destino de la coparticipación por Ganancias), y entonces el Gobierno nacional ya tenga su acotada herramienta de gestión, podrá evaluarse si esta sociedad sui generis entre Milei y Cornejo está destinada a consolidarse o ser sólo un acuerdo parcial de dos extraños necesitados.