Por Sergio Levinsky, desde Buenos Aires
Considerado como el único grande de Brasil sin el máximo título continental hasta este momento, el Botafogo tuvo en sus filas a jugadores de la talla de Nilton Santos, Didí, Gerson, Heleno da Freitas, al arquero Manga, y al argentino Rodolfo “Lobo” Fischer, pero en esta final en un repleto estadio Monumental de Núñez, la gran figura fue Luiz Enrique, autor del primer gol y a quien le cometieron el penal del segundo, y que con su número siete en la espalda la enorme tradición de los blanquinegros con extremos como “Mané” Garrincha, Jairzinho o Tulio “Maravilha”.
Unos treinta mil fanáticos cruzaron desde Río de Janeiro a Buenos Aires pese a lo tremendamente cara que está la vida en esta Argentina con inflación en dólares, y justo a dos días de que el real se devaluara a seis por cada unidad de la moneda estadounidense, para alentar al “Fogao”, con la certeza de que ahora sí, este era el año luego de vencer en la semana al Palmeiras en San Pablo por 3-1 y quedar, también, a un paso de ganar al mismo tiempo el Brasileirao, el gran torneo del país.
No resultaba fácil porque el Atlético Mineiro es una virtual selección sudamericana, dirigido ahora por el argentino Gabriel Milito, y había destrozado a River en semifinales y por esto mismo, ya había estado, días atrás, jugando en el Monumental y con todo el `público en contra. Además de esta ventaja, los mineiros se encontraron con otra, impensada, cuando a los treinta segundos el volante Grégore levantó mucho su pierna, dio en la cabeza del argentino Fausto Vera, y se fue expulsado por el árbitro local Facundo Tello, de excelente actuación.
Comenzar una final con un jugador de más desde el primer minuto suele ser una bendición. El rival tendrá que correr mucho más para emparejar y con inteligencia, se puede sacar rápida ventaja. Sin embargo, no fue lo que ocurrió. El director técnico de los mineiros, Gabriel Milito (al que le quedó grande la definición) no le supo encontrar la vuelta táctica, en tanto que su rival portugués, Arthur Jorge, decidió armar una línea de cinco retrasando a Marlon Freitas para que se uniera a la original línea de cuatro, y retrasó también al muy efectivo delantero Luiz Enrique para que volanteara e hiciera de enlace de los tres de punta, el argentino Thiago Almada, el venezolano Savarino y el atacante de la selección brasileña Igor Jesús.
Ese virtual 5-3-1 terminó bloqueando casi por completo a un Atlético Mineiro que fue perdiendo confianza en su superioridad numérica con el correr de los minutos y las escasas llegadas, dependiendo fundamentalmente de lo que hiciera su jugador más talentoso, el incombustible Hulk, ya veterano, aunque conservando una enorme capacidad creativa y de remate de media distancia. Pero Deyverson, el otro gran delantero, estuvo muy bien marcado y Botafogo supo leer que el tema anular la llegada rival por las bandas, porque por el medio no se generaban llegadas. Sin embargo, los cariocas, con uno menos, nunca renunciaron al contragolpe y a jugar.
Así es que a los 35 minutos, tras una jugada preparada que no salió del todo bien, un rebote en el área rival le permitió a Luiz Enrique marcar el 1-0 para sorpresa general. Y apenas cuatro minutos después, el mismo delantero aprovechó una desinteligencia en la salida entre el arquero Everson y el lateral Arana, alcanzó a poner el pie en el área y Everson lo tuvo que derribar. Penal muy bien ejecutado por otro veterano, el lateral Alex Telles y 2-0 antes de que terminara el primer tiempo. El mundo al revés.
En el descanso, Milito pensó en remover al equipo, mandarlo para adelante a tratar de achicar enseguida la diferencia en el marcador. Ingresaron el chileno Eduardo Vargas, el volante Bernard y el lateral Mariano, de gran partido. Y al minuto del segundo tiempo, llegó otro impacto a favor del Atlético, como en el primero: córner de Hulk, y cabezazo al gol de Vargas para el 2-1. Quedaba casi todo el segundo tiempo a sólo un gol de distancia y con un jugador de más.
Fue un rato de asedio en busca del empate, un centro de Hulk por la derecha al segundo palo que Deyverson conectó de palomita para un remate desviado y otra vez, el Mineiro se fue diluyendo en la telaraña de un Botafogo, ahora sí, mucho más dispuesto a que pasaran los minutos.
Hasta que sobre la hora, Junior Santos, que había ingresado minutos atrás y que ya había amenazado con una jugada individual parecida por la derecha, como extremo, desbordó por la raya y marcó el 3-1 en el último minuto de descuento para el delirio de los hinchas del Botafogo.
Con este título, los equipos brasileños quedan a uno solo de los argentinos (25-24) en el recuento histórico desde que se juega la Copa Libertadores en 1960, cuando la ventaja albiceleste llegó a ser de diez en el pasado, lo que marca el dominio brasileño de los últimos tiempos.
Brasil ya tiene doce clubes que ganaron la Copa Libertadores (Santos, Flamengo, Gremio, Palmeiras, San Pablo, Cruzeiro, Inter, Vasco da Gama, Corinthians, Atlético Mineiro, Fluminense y Botafogo), mientras que Argentina tiene ocho (Independiente, Racing, Estudiantes, Boca, River, Argentinos Juniors, Vélez y San Lorenzo).
Al ganar esta Copa Libertadores, Botafogo se ganó el derecho a representar a la Conmebol en la semifinal de la Copa Intercontinental de Qatar, que se jugará los próximos días y en la que Real Madrid, campeón de Europa, espera en la final, mientras que los cariocas deberán jugar ante Racing Club, campeón de la Copa Sudamericana, en la Recopa Sudamericana durante 2025.
También se clasificaron para disputar el Mundial de Clubes de junio en los Estados Unidos junto con los otros cinco sudamericanos: Flamengo, Palmeiras, Fluminense, River y Boca.
Por otra parte, el entrenador portugués del Botafogo, Arthur Jorge, quien arribó en abril pasado, se suma a la lista de sus compatriotas campeones recientes de la Copa Libertadores como Jorge Jesús (Flamengo) y Abel Ferreira (Palmeiras), en una demostración de la importancia de los directores técnicos lusos en la actualidad, junto con Fernando Santos y Rubén Amorim (Manchester United).
Botafogo recibió fuetes críticas desde que el magnate John Textor, propietario de Eagle Football Holdings- con participaciones mayoritarias en el Olympique de Lyon y en el RWD Moleenbeck, y minoritaria en el Crystal Palace- se hizo cargo del club, que hasta pudo haber ganado el Brasileiraro de 2023, en el que había sacado mucha ventaja pero lo perdió en el final.
Ahora, por fin, llegó el momento de festejar, y puede llegar a ser por partida doble en pocos días más.